El Camino a la Revolución Rusa: Un Siglo de Transformaciones (1861-1911)
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La formación de la Unión Soviética en 1917 marcó un punto de inflexión político, social y cultural de trascendencia global. Sin embargo, los cimientos de la Rusia moderna y los eventos que condujeron a esta revolución se gestaron mucho antes, en un período de profundas transformaciones.
Orígenes de la Rusia Contemporánea: Hitos Clave
El devenir de la Rusia contemporánea puede rastrearse a dos fechas fundamentales en el siglo XIX:
- 1861: El zar Alejandro II aprueba la Ley de Emancipación de los Siervos, un hito que puso fin a la servidumbre y abrió las puertas a una modernización incipiente del Imperio Ruso.
- 1881: El zar Alejandro II es asesinado por un grupo de ideología anarquista, un evento que frenó las reformas liberales.
El Reinado de Alejandro III y Nicolás II: Entre la Reacción y la Modernización
Tras el asesinato de Alejandro II, su hijo, Alejandro III, inició o favoreció una política de restricciones a la apertura que se había iniciado con su padre. Alejandro III fortaleció considerablemente la policía política, la Okhrana, un instrumento clave para evitar la movilización social, la aparición de partidos y para censurar la prensa. Alejandro III fue sucedido por su hijo, Nicolás II, en 1894.
Nicolás II, el último zar de Rusia, impulsó políticas de modernización centradas en avances económicos. Estas se asociaron principalmente con Serguéi Witte, una figura clave en la modernización de la economía y la hacienda pública.
Durante este periodo, la industria experimentó un notable desarrollo. La siderúrgica floreció en la cuenca del Donbás, y la textil en las principales ciudades. También se expandió la red ferroviaria con la construcción del Transiberiano, una vía fundamental para conectar la Rusia europea con la asiática, reflejando la ambición rusa de expandirse hacia Asia.
La Guerra Ruso-Japonesa y el Despertar Político (1904-1905)
En 1904, se inició la Guerra Ruso-Japonesa, motivada por intereses comerciales y territoriales. Este conflicto puso de manifiesto las profundas contradicciones del proceso de modernización ruso y la debilidad del régimen zarista. Durante esta guerra, surgieron y comenzaron a movilizarse dos partidos clandestinos:
- El Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), de inspiración marxista.
- El Partido Social-Revolucionario (PSR), más inclinado a la acción directa y la violencia.
El Domingo Sangriento y la Revolución de 1905
El 9 de enero de 1905, un evento conocido como el “Domingo Sangriento”, marcó el inicio de un proceso revolucionario a gran escala. Una manifestación pacífica, motivada por la guerra, la escasez de abastecimiento y las aspiraciones políticas, fue brutalmente reprimida por el ejército, resultando en la muerte de más de 100 personas. Este acto desató una ola de protestas que se extendió por todo el país, llegando incluso a sectores del ejército. La movilización popular se transformó en demandas políticas concretas, que encontraron eco en la Duma (Asamblea Legislativa).
En octubre de 1905, el zar se vio obligado a comprometerse a convocar la Duma tras unas elecciones. La primera Duma se reunió en mayo de 1906, pero el zar se encargó de limitar sus poderes, ya que la consideraba un mero instrumento para interpelarlo.
Finalmente, el zar decidió disolver las primeras Dumas (debido a su oposición a sus decisiones) y convocó elecciones más restrictivas. Se sucedieron tres Dumas hasta que el zar logró una composición más afín a sus intereses. Este periodo marcó la primera vez que Rusia contó con un consejo de ministros, en el cual la figura clave fue Piotr Stolypin.
Las Reformas de Stolypin (1907-1911)
Piotr Stolypin, desde su nombramiento en 1907, se convirtió en un gran defensor del equilibrio entre reformas y orden, una visión compartida por Nicolás II. Stolypin impulsó una ambiciosa iniciativa: la reforma de la propiedad agraria, que buscaba la expropiación de grandes terratenientes para crear una clase de campesinos propietarios, leales al régimen.
Otra de las reformas de Stolypin se centró en el ejército, buscando mejorarlo tras la derrota contra Japón. También intentó renovar el sistema educativo, considerando a los intelectuales como un desafío para el gobierno y buscando poner fin a la disidencia en las universidades.
Estas medidas, aunque modernizadoras, le granjearon enemigos tanto entre los grandes terratenientes como entre los revolucionarios de 1905, contra quienes se inició una gran represión (con más de 4.000 penas de muerte). Además, le surgieron opositores dentro del propio poder. Todos estos conflictos culminaron en su asesinato en 1911, un evento que dejó un vacío en la política rusa y marcó el fin de un intento significativo de reforma desde arriba.