Cambios Fisiológicos en el Envejecimiento: Impacto en Sistemas Nefrourinario y Neurológico
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Este documento detalla los cambios fisiológicos clave que ocurren en los sistemas nefrourinario y neurológico durante el proceso de envejecimiento, y cómo estos pueden impactar la capacidad de autocuidado en el anciano.
Cambios en el Sistema Nefrourinario del Anciano
- Riñón: Se produce una pérdida del número de nefronas (unidad funcional). Esto conlleva una disminución de la tasa de filtrado glomerular y del aclaramiento de creatinina.
- A nivel tubular: Se limita la capacidad de concentrar y diluir la orina, aumenta la reabsorción de glucosa y hay una mayor facilidad para la infección.
- Vejiga: Se observa una pérdida de elasticidad y del tono muscular. La debilitación del suelo pélvico y del esfínter puede llevar a la incontinencia. Además, se produce una acumulación de orina en la vejiga debido a un vaciamiento incompleto, lo que favorece la cistitis (más frecuente en este grupo).
En el hombre, se observan problemas prostáticos que favorecen la acumulación de orina, la infección y la incontinencia.
Cambios en el Sistema Neurológico del Anciano
Estos cambios abarcan aspectos anatómicos, histológicos y bioquímicos.
- Se produce una pérdida de neuronas. Anteriormente, esta pérdida de memoria se compensaba debido a la neuroplasticidad, donde se producían nuevas sinapsis mediante la formación de nuevas arborizaciones dendríticas. Este proceso se lleva a cabo de manera menos eficiente en el anciano.
- Cambios en sistemas de transmisión neurohormonal: Se produce cierta pérdida de sensibilidad, menor capacidad de coordinación y control muscular, pérdida de la inteligencia fluida y, a nivel de comportamiento, una pérdida de adaptabilidad al medio y un enlentecimiento general.
- Se conserva la Memoria a Largo Plazo (MLP) y se pierde parcialmente la Memoria a Corto Plazo (MCP).
- El reflejo de la sed disminuye.
Impacto de los Cambios Neurológicos en la Capacidad de Autocuidado del Anciano
Se observa una disminución progresiva del peso y del volumen cerebral del 5-15%, siendo más intensa en varones.
Existe una pérdida neuronal progresiva, estimada en 60.000 a 70.000 neuronas al día. Sin embargo, esta pérdida no puede explicar por sí sola la disminución cognitiva, ya que existe un número suficiente de neuronas para mantener las funciones mentales durante muchos años, y la pérdida es mayor durante el desarrollo que a lo largo de la vida adulta. Lo importante es que, a pesar de no haber regeneración neuronal, la pérdida se compensa con nuevas conexiones neuronales (plasticidad neuronal), un proceso que se ve gravemente afectado en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Las neuronas que se pierden primero son las sensitivas, luego las motoras y, por último, las de asociación. También se pierden células de Purkinje del cerebelo. La pérdida de neuronas se compensa parcialmente con la proliferación de células gliales, aumentando los astrocitos y los oligodendrocitos.
También se acompaña de cambios bioquímicos: Disminuye la actividad dopaminérgica, adrenérgica y colinérgica, acompañada de una disminución en el número de receptores para estos neurotransmisores, lo que resulta en un enlentecimiento de la velocidad de conducción.
Todo esto se acompaña de cambios funcionales: disminuye la sensibilidad vibratoria, discriminativa y táctil; también disminuye la sensibilidad visceral y la de los quimio y barorreceptores, y se observa un empeoramiento de los mecanismos de control térmico.