El Cambio Dinástico y la Guerra de Sucesión Española
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1. Introducción
El cambio dinástico En 1700, el último monarca de la casa de Austria, Carlos II, murió sin descendencia. Los candidatos para ocupar el trono eran Felipe d’Anjou, la princesa española Mª Teresa de Austria y el archiduque Carlos de Habsburgo. El testamento de Carlos II designaba como sucesor al candidato Borbón, que fue proclamado rey bajo el título de Felipe V.
2. Causas de la guerra y bandos en conflicto
El nombramiento del nuevo monarca provocó un conflicto en la esfera internacional y en el interior de España.
2.1. Esfera internacional
En el ámbito internacional, se provocó un grave conflicto para el equilibrio entre las diferentes potencias europeas. El acceso de un Borbón a la corona española fortalecía a esta dinastía en el marco europeo, puesto que también gobernaba en Francia con Luis XIV en el trono. Como es lógico, Austria se levantó por el interés sucesorio directo y rápidamente Gran Bretaña, Holanda y Portugal, a los que se sumaría posteriormente el ducado de Saboya, declararon su apoyo al candidato austríaco y entraron en guerra contra Francia y España. La sucesión al trono español pasó de ser un conflicto interno a un grave problema internacional.
2.2. Interior de España
La cuestión sucesoria también dividió los territorios peninsulares. Castilla se mostró fiel a Felipe V, con la excepción de parte de la gran nobleza, temerosa de perder influencia ante el absolutismo borbónico. Aragón, especialmente Valencia y Cataluña, apoyaron mayoritariamente al candidato austríaco, motivados por el mal recuerdo del levantamiento dejado por las tropas francesas en Cataluña (1640) y el temor a perder su poder ante las tendencias centralizadoras y uniformizadoras. El enfrentamiento derivó en una guerra civil que duró casi una década.
3. Desarrollo
La guerra inició en 1702 (después de firmarse el Tratado de La Haya el año anterior entre las tropas opuestas a los Borbón) y duró algo más de una década. El enfrentamiento se extendió por toda Europa con victorias y derrotas para ambos bandos. Los ingleses conquistaron Gibraltar (1704) y el archiduque Carlos ocupó Cataluña, Valencia y Baleares (1705). Las tropas austríacas llegaron a alcanzar Madrid y el pretendiente se proclamó rey, aunque abandonó pronto la capital, donde el pueblo ni la nobleza le mostraron su apoyo. A partir de las batallas de Almansa (1707), Brihuega y Villaviciosa (1710), la suerte de la guerra se inclinó a favor de las tropas franco-españolas, pero será fundamentalmente a partir de 1711 cuando se inicien las conversaciones para lograr la paz. Tras la muerte del emperador de Austria, José I, el archiduque Carlos se convirtió en el heredero del Imperio. El peligro de una hegemonía de Austria era tan temido como una de los Borbón en Europa. Los ingleses propiciaron negociaciones y manifestaron su interés en reconocer a Felipe V como rey de España.
4. La paz de Utrecht (1713)
La paz se firmó (Tratado de Utrecht 1713 y Rastatt 1714) y el reconocimiento de Felipe V como rey de España se produjo a cambio de importantes concesiones:
- Austria quedó con los Países Bajos españoles, Nápoles, Milán y Cerdeña.
- Gran Bretaña obtuvo Gibraltar y Menorca, un navío de permiso para comerciar con América (rompiendo el monopolio comercial) y el asiento de negros (exclusiva en el abastecimiento de mano de obra esclava en las colonias españolas).
- Holanda recibirá plazas de seguridad en la frontera con los Países Bajos, Saboya recibe Sicilia y Portugal recibe Sacramento (en el actual Uruguay), Prusia su ducado es reconocido como reino.
Cuando se firmó el Tratado, únicamente resistían Barcelona, algunas otras ciudades catalanas y Baleares que habían sido abandonadas por el Archiduque. El 11 de septiembre de 1714, las tropas de Felipe V tomaron Barcelona, y en 1715 ocuparon Mallorca. El respaldo de los reinos de la corona de Aragón a la causa del Habsburgo supuso la eliminación de los fueros y privilegios de estos a través de los Decretos de Nueva Planta (Valencia 1707, Mallorca 1715 y Cataluña 1716). Se inicia el proceso uniformizador y centralizador del reformismo borbónico. Las consecuencias del Tratado de Utrecht harán que España pase a ser una potencia de segundo orden en el panorama europeo a partir del siglo XVIII.
5. Los Decretos de Nueva Planta y sus efectos
Bajo esta denominación se conocen un conjunto de normas que provocaron la supresión del régimen foral de la Corona de Aragón, de sus instituciones y leyes propias. Fue una reforma auspiciada por el monarca Felipe V de Borbón, inspirándose en el modelo francés, con el objetivo de lograr un mayor grado de centralización territorial, mediante la unificación legislativa e institucional. El apoyo de los aragoneses a Carlos de Austria durante la Guerra de Sucesión española motivaría su aplicación, que se hizo en paralelo al dominio efectivo de los Borbón sobre los diferentes espacios: los reinos de Valencia y Aragón en 1707, el reino de Mallorca en 1715 y el Principado de Cataluña en 1716. Las principales medidas reguladas en los decretos fueron la supresión del Consejo de Aragón y la abolición de las Cortes de Aragón, Valencia y Cataluña. También se suprimieron los virreyes e introdujeron en los diversos territorios instituciones castellanas destinadas a garantizar un mayor control de los mismos (Audiencias, Capitanes Generales, Intendentes, Corregidores). La reordenación se extendió a la hacienda, aunque no supuso la introducción de los tributos castellanos, sino la implantación de un sistema tributario nuevo. El modelo estaba basado en un único impuesto de cuotas fijas, repartido en función de la riqueza de los vecinos, que inspiraría el proyecto de la Única Contribución que después intentó implantar en Castilla el marqués de Ensenada. La supresión de las aduanas interiores sería otra de las medidas adoptadas entonces, junto con la imposición del castellano como lengua de la administración. Estas reformas modificaron en profundidad la constitución tradicional de la monarquía de los Austrias como agregado de territorios que mantenían sus propias instituciones. Se trató de un proceso de centralización incompleto, porque las Provincias Vascas y Navarra conservaron el régimen foral, por su fidelidad a Felipe V.
6. El reformismo borbónico en Galicia
En el siglo XVIII, Galicia mantuvo importancia estratégica como baluarte marítimo avanzado en la defensa del imperio colonial americano, frente al paso de las armadas enemigas, fundamentalmente inglesas. Ante esta situación, los Borbón y sus gobiernos intervinieron en este territorio creando nuevas instituciones y servicios. Entre sus principales realizaciones destacan:
6.1. Dotación de fortificaciones costeras y creación del arsenal de Ferrol
Para hacer frente a los diversos ataques marítimos (ingleses) que se dirigían a saquear las ciudades costeras españolas o a capturar los barcos cargados de mercancías procedentes de América, la mayor parte de la costa gallega fue reforzada con numerosas baterías y castillos. En la ejecución de estos innumerables proyectos fue fundamental la intendencia del Reino de Galicia, creada en 1712. Pero el papel fundamental lo desempeñará la creación del arsenal de Ferrol. En 1726, José Patiño, ministro de marina de Felipe V, decidió establecer en Ferrol la sede del Departamento Marítimo del Norte. Es una de las bases de las Armadas reales. A partir de 1746, con el marqués de Ensenada, ministro de Fernando VI, se inició la construcción de los astilleros y del arsenal. En 1776 se creó la Academia de Guardias Marinas. La llegada masiva de población obligó a añadir al núcleo originario, el Ferrol Vello, los nuevos barrios de Esteiro (para acoger a los trabajadores) y el de la Magdalena (ocupado principalmente por oficiales de la Armada). En su diseño se siguieron trazados urbanísticos regulares (plano ortogonal). La ciudad se convirtió en la más importante de Galicia demográficamente durante este siglo y objeto de admiración por los extranjeros como el ministro inglés William Pitt.
6.2. La matrícula del mar
Los Borbón establecieron la matrícula de mar, es decir, un sistema de reclutamiento para dotar a los buques de la Armada de tripulaciones competentes formadas principalmente por marineros procedentes de la actividad pesquera. El sistema fue instaurado por el ministro de marina José Patiño para todo el estado y tuvo enorme relevancia en Galicia. Aunque resultó una medida que pretendió reformar y hacer más eficiente la Armada, no tuvo el éxito esperado: no logró el alistamiento y el control de todos los profesionales del mar, ni cubrir la demanda de hombres para la Armada en tiempos de guerra.
6.3. La apertura del comercio colonial
En 1764, el gobierno de Carlos III estableció en La Coruña el Servicio de Correos Marítimos, una compañía estatal de buques encargada de llevar la correspondencia al puerto de La Habana y a Buenos Aires, y que también podía transportar personas y mercancías, excepto en los períodos bélicos en los que se transformaban en navíos de guerra. En 1765, el puerto de La Coruña fue autorizado para comerciar directamente con América. Se rompió con el monopolio comercial de Cádiz. Ambas concesiones contribuyeron a favorecer el crecimiento comercial y su renovación urbanística y portuaria de esta ciudad.
7. Las ideas fundamentales del pensamiento ilustrado
Movimiento intelectual característico de la Europa del siglo XVIII que se introdujo también en España. Partiendo de la crítica al pensamiento tradicional y a la sociedad de su tiempo, defendió el conocimiento basado en la razón para luchar contra la superstición y la ignorancia, así como fomentar las ciencias experimentales que, junto con el desarrollo económico y las reformas sociales y políticas, llevarían al progreso y al bienestar. Aprovechando el cambio dinástico con la llegada de los Borbón y su impulso reformista, estos facilitaron en parte la difusión de esta nueva corriente filosófica y científica. Aunque el movimiento fue débil, tuvo una importancia fundamental en la renovación de la cultura española. El movimiento afectó a las élites intelectuales del país: la mayor parte de los ilustrados estaban formados por algunos nobles, principalmente fidalgos, una pequeña parte del clero que defendía un cristianismo racional y crítico, y parte de la escasa burguesía que acaparaba las profesiones liberales y comerciales. Dado que las universidades del siglo XVIII estaban bajo el control de la Iglesia, que acogió con recelo el movimiento, la difusión de la Ilustración fue por medio de focos alternativos. El desarrollo y la liberalización del comercio hicieron que las principales ciudades portuarias españolas fueran puntos por los que las obras de los principales ilustrados europeos se introdujeran. En la difusión de esta corriente destaca el rol jugado tanto por los faladoiros y salones literarios, como las Academias patrocinadas por los monarcas. Es el caso de la Real Academia Española, fundada por Felipe V, la de Bellas Artes de San Fernando por Fernando VI o las que hará Carlos III a nivel regional. En el desarrollo científico fue importante la traducción al castellano de obras extranjeras como las de Isaac Newton, o las de Adam Smith (liberalismo económico) y Quesnay (fisiocracia) en el ámbito económico. Además, en este momento se consolidan el género de “gacetas”, prensa periódica que servirá como vehículo de divulgación de la Ilustración: “El Mercurio”, “Diario Noticioso” o “Diario de Barcelona”. Distinguimos dos etapas: una primera Ilustración (1720-1750) y una plena Ilustración (1750-1810). En la primera etapa destacan dos pensadores como Benito Feijoo, autor del Teatro crítico universal, un conjunto de ensayos en los que señalaba los problemas de la cultura de su tiempo y que fue traducido a diferentes lenguas europeas, y Gregorio Mayans, centrado en la aplicación del método científico en los estudios históricos. La segunda etapa o plena Ilustración (2ª mitad del siglo XVIII), donde se produce la eclosión de los grandes nombres de la Ilustración española, muchos de ellos optarán por colaborar con la monarquía, principalmente en el reinado de Carlos III. De este modo, Campomanes, el Conde de Floridablanca, Conde de Aranda, Cabarrús y Jovellanos aceptaron participar en el gobierno para desarrollar sus programas de modernización bajo la protección real, principalmente en el ámbito económico. Campomanes, ministro de hacienda, criticó las propiedades rurales amortizadas (manos muertas) en manos de la Iglesia y patrocinó las Sociedades Económicas de Amigos del País. También Olavide, intendente de Andalucía, que planificó las colonizaciones de Sierra Morena y cuyas opiniones críticas con las supersticiones religiosas, hicieron que fuera condenado por la Inquisición. Las reformas tuvieron un resultado moderado y práctico que no alteraron las bases del sistema vigente (monarquía absoluta y sociedad estamental). Los resultados fueron irregulares, pero sentaron las bases para una mayor transformación social y económica que afectarán a España a comienzos del siglo XIX.