Los cachorros símbolos temas

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Los temas que trata la novela son:
La castración, que se inicia con  la castración de Cuéllar, que supone su castración individual, social y existencial, esto saca a la luz la castración colectiva, pues el grupo de amigos está castrado porque está sujeto a los valores de su clase social. El tema del machismo lo trata desde la sociedad de Miraflores, que es una sociedad machista en la que el miedo y la timidez están mal vistos, Cuéllar hará todo lo que hacen los hombres para demostrar su virilidad, pero fracasará y se sentirá inseguro y aislado. El fútbol será la única prueba que pase Cuéllar con éxito. El sexo convierte a Cuéllar en un marginado, pues se convierte en un ser asexuado y se le termina llamando maricón. La hipocresía y la marginación serán dos temas muy importantes, pues Cuéllar vive en una sociedad hipócrita y esto le llevará a la marginación.


El fracaso se trata desde el punto de vista social, pues no se integra bien en el grupo, este fracaso le conllevará una frustración que acabará con su muerte. La traición está presente en el grupo de amigos con su actitud hacia Cuéllar. Los personajes se incorporan por inercia a la sociedad burguesa miraflorina, la cual es cerrada y asentada en unas fuertes relaciones de casta y de clase. La violencia se presenta de diferentes maneras, por una parte está la forma física, como el ataque del perro, y otro tipo de violencia, que son los insultos, el apodo y la marginación. A lo largo de la obra es evidente la ostentación material, pues la sociedad burguesa se caracteriza por su afán por poseer objetos, también son selectos los lugares que frecuentan.


Desde el punto de vista de la organización externa, la novela consta de seis capítulos con un tiempo narrado distinto en cada uno de ellos. A lo largo de estos seis capítulos, el protagonista principal, Cuéllar, va pasando por las distintas fases de la vida: infancia, adolescencia, juventud y madurez. En cuanto a la estructura interna, la novela presenta una estructura circular, es decir, el primer párrafo de la novela se relaciona con el último. Estos párrafos de inicio y cierre de la obra no sólo enmarcan la estructura del discurso, sino que señalán también otros elementos significativos de la novela como son el límite temático o el límite temporal.


En la novela por tanto encontramos muchas voces narrativas que podemos sintetizar de la siguiente manera: una voz colectiva, que pertenece a los cuatro amigos de Cuéllar, aparece en 1ª persona y no incluye a Cuéllar; y una voz anónima en 3ª persona del plural que tampoco incluye a Cuéllar en el grupo. Las dos voces se funden en la novela, creando así un ritmo acelerado en el relato que da sensación de movimiento y que consigue además combinar lo subjetivo con lo objetivo.


Cuéllar es diferente a los demás, su condición de castrado le hace ser consciente de sus carencias y al sentirse diferente intenta llamar la atención, aparece como un elemento discordante desde el principio de la novela: de niño es modélico, es capaz de ir por su propio camino; luego pasa a ser una oveja negra en la sociedad en la que vive. El grupo de amigos está formado por Lalo, Chingolo, Mañuco y Cholo, que además conforman el protagonista colectivo de la novela y representan como nadie a la burguésía peruana y se caracterizan por su hipocresía.


Las chicas, que son las novias de los cuatro amigos, carecen de individualidad y actúan como se espera en una sociedad machista en la que ellas estás supeditadas al hombre. Los hermanos maristas, que representan la autoridad, puesto que son los tutores de los chicos. Los padres, que pertenecen a la burguésía limeña. Los marginados son los personajes por los que Pichulita siente pena al sentirse identificado por ser alguien fuera del sistema. Cachito Arnilla, que es el antagonista, es todo lo contrario a Cuéllar y le quita a Teresita.


La novela abarca unos 25 años y al final vamos a asistir al paso de la generación de los padres a la de sus hijos, lo que va a crear una sensación circular. La linealidad temporal no está reñida con la aparición de saltos temporales. El tiempo histórico de la novela corresponde con los años 50. Los 25 años aparecen condensados en tan sólo 6 capítulos que no presentan la distribución cronológica del tiempo de forma sintética. El espacio de la novela se presenta también de forma circular y nos encontramos  ante espacios reales entre los que destaca el de Miraflores, que es un barrio residencial a orillas del Pacífico.


Según vayan creciendo, los protagonistas irán poco a poco saliendo de ese microcosmos. El paso de la adolescencia a la edad adulta conlleva otro tipo de actividades determinadas por la sociedad machista en la que están inmersos. Los espacios a los que van podemos catalogarlos como espacios antagónicos, por lo que tienen de opuesto al de Miraflores. Existen también espacios imaginados, lugares de evasión donde Cuéllar escapará creando un mundo imaginario.


La novela tiene una presencia constante de símbolos que empieza manifestándose ya en el título, pues el sustantivo cachorro tiene connotaciones especiales. Otro elemento simbólico contundente es el del apodo del protagonista “Pichula”, que es un eufemismo para referirse al pene de los niños, que es precisamente lo que Cuéllar no tiene. Connotación negativa tiene también el nombre del perro que castrará a Cuéllar: Judas. La castración implica la muerte, no real pero sí simbólica, de Cuéllar, lo individual ha de ser sacrificado en beneficio de lo colectivo, que no puede permitir la presencia de alguien diferente al resto y que perturba el orden establecido.


Simbólica resulta también la sustitución que hacen los hermanos maristas de Judas por cuatro conejos blancos, que representan a los cuatro amigos de Cuéllar. En la novela aparecen las voces buitreándose y buitreado, el buitre está relacionado con la digestión y Cuéllar lo utiliza para referirse a que no puede digerir su pasado. También podemos dar un valor simbólico a la importante presencia del mar en la novela, que aporta seguridad al protagonista y lo tranquiliza. Por último aparecen también en la obra símbolos claros relacionados con la virilidad tales como las tablas de surf, los coches y las armas.


Siguiendo las pautas iniciadas en La ciudad y los perros Vargas Llosa continúa con un experimentalismo, que consigue efectos muy intensos. Lo más destacable de esta obra es la velocidad narrativa, su viveza. Para empezar destaca la acumulación narrativa. Ya vimos en la estructura cómo la materia narrada está organizada a base de una fórmula que el mismo autor denomina periodo literario proteiforme. Alguno de los procedimientos innovadores que utiliza son el cambio de persona verbal en una misma frase varias veces, la falta de concordancia verbo-sujeto o la supresión de verbos.


En cuanto al lenguaje, Vargas Llosa, consciente de los problemas de comprensión de las expresiones regionalistas abundantes en la obra para el lector no peruano, siempre que usa una palabra o expresión peruana o de extensión relativamente limitada, la introduce en un contexto mediante la cual se intuye su sentido particular. El lenguaje se caracteriza igualmente por el empleo de onomatopeyas. Otro rasgo carácterístico en cuanto al estilo es la presencia de grafismos. La inclusión del lector como parte de la narración se consigue también con la lengua utilizada y se crea intimidad con el uso de diminutivos. Al suprimir las conjunciones que tienen un papel coordinante y subordinante se engendra una unidad asindética, en la que las unidades sintácticas son más difíciles de reconocer.

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