El Bloque del Este: Auge y Caída de los Satélites Soviéticos en Europa

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La Formación del Bloque Soviético en Europa Oriental

El universo comunista, más allá de las disidencias, buscó cohesión a través de los estados satélites formados en Europa Central y Oriental tras la Segunda Guerra Mundial. La conformación definitiva del bloque se consolidó hacia 1948, buscando impedir que los países de Europa Oriental siguieran caminos disidentes, como el de Yugoslavia.

Los gobiernos de estos países fueron calcados del modelo soviético, imponiendo sistemas monolíticos de partido único. Inicialmente, las llamadas 'democracias populares', liberadas por el Ejército Rojo, comenzaron con regímenes aparentemente pluralistas y gobiernos de coalición. No obstante, los comunistas ocuparon rápidamente las posiciones clave (Interior, Defensa, Información), utilizándolas para desmantelar progresivamente a la oposición y consolidar su poder absoluto.

Es importante señalar que muchos de estos países estaban poco desarrollados y devastados por la guerra, lo que facilitó que parte de la población viera inicialmente al Ejército Rojo como liberador.

Consolidación del Poder y Represión

Los soviéticos y sus aliados locales depuraron sistemáticamente toda oposición, controlando férreamente el sistema educativo, el mundo artístico, la prensa y la administración pública. Un elemento crucial fue la reforma agraria, que expropió a los terratenientes. Aunque inicialmente se prometió propiedad privada, la tierra terminó siendo colectivizada siguiendo el modelo soviético.

A pesar de la persecución de la oposición y la aparente poca resistencia en algunos países, hubo excepciones notables. Checoslovaquia intentó resistir la completa sovietización, pero esta fue aplastada mediante el Golpe de Praga en 1948.

Finalmente, el bloque soviético se impuso en toda Europa Oriental. El triunfo del comunismo se debió a una combinación de factores: cierta rusofilia preexistente, el resentimiento hacia las potencias occidentales (percibidas como responsables de Múnich o del abandono durante la guerra), y, decisivamente, el apoyo militar y político del Ejército Rojo y la URSS.

La Era Post-Stalin: Deshielo y Revueltas

La llegada de Nikita Jrushchov al poder y el inicio de la desestalinización tuvieron una enorme repercusión en los países satélite, desatando esperanzas de cambio y provocando tensiones y revueltas populares.

El año 1956 fue especialmente significativo, con movimientos populares en Polonia y Hungría:

  • Polonia: La elección de Władysław Gomułka (anteriormente purgado por Stalin) como líder, a pesar de las presiones soviéticas, marcó una fase de relativa apertura. Se inició un deshielo conocido como el "Octubre polaco", con una cierta liberalización y relaciones menos tensas con la Iglesia Católica.
  • Hungría: Se produjo una revolución popular, iniciada por estudiantes y trabajadores, que exigía derechos civiles, un parlamento pluralista e independencia nacional. El gobierno reformista de Imre Nagy, alentado por la crítica de Jrushchov al estalinismo, llegó a anunciar la salida de Hungría del Pacto de Varsovia. Sin embargo, la revuelta fue brutalmente reprimida por la intervención militar soviética, reinstaurándose un régimen comunista ortodoxo.

Posteriormente, en Checoslovaquia, tuvo lugar la Primavera de Praga (1968), un intento liderado por Alexander Dubček de implementar un "socialismo con rostro humano". Este movimiento aperturista fue aplastado por la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia, lideradas por la URSS bajo Leonid Brézhnev, quien estableció la doctrina de la soberanía limitada.

Estancamiento, Crisis y Caída del Bloque

Las tensiones internas, aunque reprimidas, persistieron. Durante los años 70 y 80, se hizo evidente el estancamiento económico del bloque soviético. Las economías planificadas eran incapaces de satisfacer las demandas de consumo de la población y la industria perdía competitividad. Surgieron nuevas protestas y movimientos disidentes, especialmente en Polonia (con el sindicato Solidaridad), pero también en Hungría y Rumanía.

Mientras tanto, en Europa Occidental, algunos partidos comunistas (como el PCE de Santiago Carrillo en España y el PCI de Enrico Berlinguer en Italia) intentaban desmarcarse de Moscú y conciliar comunismo y democracia parlamentaria, dando lugar al fenómeno del eurocomunismo.

Paradójicamente, mientras el bloque europeo se estancaba, la influencia soviética y comunista alcanzaba su máxima extensión global en los años 70, especialmente en África, Asia y América Latina. Sin embargo, mantener esta influencia suponía un enorme gasto en política exterior y ayuda militar para la URSS.

Las Reformas de Gorbachov y el Colapso Final

Este gasto exterior, sumado al estancamiento económico interno y al anquilosamiento político de la gerontocracia soviética, creó una situación insostenible que llevaría a la llegada de Mijaíl Gorbachov y sus intentos de reforma: la Perestroika (reestructuración económica con apertura al mercado) y la Glásnost (transparencia y apertura política, aceptando cierto pluralismo).

Gorbachov también buscó la distensión con Estados Unidos, poniendo fin a la nueva fase de tensión de la Guerra Fría impulsada por Ronald Reagan, y abandonó la Doctrina Brézhnev, renunciando al uso de la fuerza para mantener los regímenes comunistas en Europa Oriental.

La renuncia a la Doctrina Brézhnev tuvo un efecto dominó inmediato en Europa Oriental. Los regímenes comunistas, privados del respaldo militar soviético y enfrentados a poblaciones cada vez más movilizadas, cayeron uno tras otro en 1989 (Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, Rumanía). El símbolo culminante fue la caída del Muro de Berlín y la rápida reunificación de Alemania (RDA y RFA) en 1990.

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