Bizancio y Persia: La Lucha de Imperios entre Justiniano y Cosroes I
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La Rivalidad Bizantino-Sasánida en el Siglo VI
Esta serie de acuerdos entre el Imperio romano y el persa se extendieron hasta el reinado de Justiniano I y sus sucesores. En uno de los tratados de paz, los romanos renunciaron a la zona de Mesopotamia, una región de gran riqueza por contar con las orillas de los ríos Tigris y Éufrates.
El Esplendor de Dos Imperios
En el siglo VI, tanto el Imperio bizantino como el persa alcanzaron su máximo esplendor. Bizancio contaba con una economía saneada y fuerte, al igual que Persia. Justiniano I y Cosroes I fueron los líderes de ambos imperios en esta época, y llegaron a imitarse mutuamente en aspectos como la reestructuración administrativa y la reforma del ejército.
La salida natural de Persia para acceder a Europa a través del Mediterráneo, un mar codiciado por todas las potencias, habría sido Asia Menor. Conscientes de esta aspiración, los romanos, bajo el mandato de Constantino, habían trasladado estratégicamente la capital a Constantinopla, por considerarla la mejor posición para frenar un avance persa total.
En la frontera con Arabia, existía una serie de tribus árabes que actuaban como estados tapón para ambos imperios. Estos eran vasallos: reconocían el poder imperial a cambio de autonomía. Gracias a ellos, en esta zona, los imperios no tenían una frontera directa, y eran las tribus las que se enfrentaban entre sí.
Las Reformas de Cosroes I y la Expansión Persa
Cosroes I (531-579) reorganizó su Estado con una serie de reformas internas clave:
- Económicas: Menor presión fiscal.
- Políticas: Mayor control sobre la aristocracia.
- Militares: Reforma integral del ejército.
Su objetivo principal era la expansión hacia Occidente y la protección de su capital, Ctesifonte. Para buscar una salida al Mediterráneo, tenía dos opciones principales:
- El camino natural hacia Occidente, a través de Asia Menor y los estrechos, cuyo principal obstáculo era la inexpugnable Constantinopla.
- Nuevas rutas, considerando el contexto del siglo VI:
- Por el norte: A través de la zona de Armenia y Lázica, con salida por el mar Negro.
- Por el sur: A través de Siria, Palestina o Egipto, para encontrar una salida directa al Mediterráneo.
Desarrollo del Conflicto: La Guerra por el Control Oriental
En el año 532 se firmó la llamada Paz Eterna, un tratado que Bizancio se vio obligado a aceptar, en parte, por presiones internas. Sin embargo, esta paz se rompió en el 540, cuando Justiniano estableció su política expansiva en Occidente. Los persas aprovecharon la ocasión y se lanzaron al ataque, consiguiendo tomar la estratégica ciudad de Antioquía y ocupar Lázica. Este giro de los acontecimientos obligó a Justiniano a abandonar temporalmente el frente ostrogodo para solucionar el problema oriental.
La toma de Antioquía supuso para los persas la adquisición de una capital de enorme importancia y les proporcionó el anhelado acceso al Mediterráneo. La ciudad fue arrasada y, aunque se inició un proceso de reconstrucción, nunca volvió a recuperar su antiguo esplendor. Los bizantinos tuvieron que paralizar la conquista de los ostrogodos para cerrar esa nueva salida persa al mar. Existe una hipótesis actual que teoriza sobre una posible llamada de auxilio de los ostrogodos a los persas.
El Tratado de Paz del 562
La paz se restableció en el 562 mediante un nuevo tratado que establecía las siguientes condiciones:
- Persia debía evacuar Lázica, aceptar las fronteras romanas y facilitar el comercio entre ambas potencias.
- Antioquía, sin embargo, seguiría bajo dominio persa, ya que había sido conquistada por las armas.
- A cambio, Bizancio debía realizar un pago anual de 30 000 sólidos de oro.
- Persia se comprometía a defender el Cáucaso ante la posible entrada de nuevos pueblos bárbaros.
- Bizancio debía indemnizar mediante subsidios a los sarracenos (árabes) aliados de Persia, los lajmíes.