El Bienio Radical-Cedista: Política Restauradora, Radicalización Popular y la Revolución de Asturias
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El Bienio Radical-Cedista
Durante la primera mitad de 1933, la huelga anarquista de Aragón y Barcelona, los Sucesos de Casas Viejas (Cádiz), donde anarcosindicalistas se defendieron del ataque de la Guardia Civil y la Guardia de Asalto, y la aprobación de la ley de, fueron motivo de nuevas campañas antigubernamentales. En el verano, el descontento campesino se manifestó en huelgas y quemas de cosechas en Andalucía.
Estos hechos sirvieron de excusa para crear una crisis de gobierno. El presidente disolvió las Cortes y convocó elecciones generales en noviembre, con resultados opuestos a los de 1931: la CEDA obtuvo el máximo de votos. Los socialistas se redujeron a una minoría, y los pequeños partidos republicanos de centro fueron barridos. Sólo en Cataluña, la Esquerra Republicana mantuvo su mayoría. El vencedor absoluto fue José María Gil Robles, admirador de Mussolini, por lo que no se le consideró prudente como jefe de gobierno, cargo que ocupó Lerroux.
Esta etapa, conocida como Bienio Radical-Cedista, se caracterizó por una política represiva, antisocial y contrarreformista: amnistía a los implicados en la sublevación de Sanjurjo, suavización de las relaciones con la Iglesia, suspensión de la Ley de Términos Municipales, ralentización o paralización de las reformas sociales.
La situación política y social se radicalizó progresivamente: huelgas de braceros en Andalucía, protestas de los rabassaires catalanes, huelgas obreras. Largo Caballero y parte del PSOE adoptaron actitudes intransigentes, acercándose a posiciones bolcheviques. La izquierda acusó a la derecha de fascista, acusación favorecida por Gil Robles, quien visitó Alemania, organizó concentraciones y se hizo saludar como"jefe".
Lerroux gobernó bajo la presión de Gil Robles, quien le obligó a incluir a tres ministros en su gobierno. Azaña llamó entonces"a todos los medios en defensa de la República", y estalló la huelga general en toda España el 5 de octubre de 1934.
La Revolución de 1934
La inoperancia de la coalición entre la CEDA y los radicales produjo una frustración generalizada. En la izquierda, algunos sectores ya no esperaban una solución pacífica.
La Revolución de octubre de 1934, planeada como huelga general revolucionaria por el Partido Socialista con participación comunista y anarquista, sólo tuvo consecuencias en Asturias. Los mineros asaltaron cuarteles de la Guardia Civil, fusilaron civiles, invadieron Oviedo y destruyeron la Cámara Santa de la catedral y la Universidad. Los refuerzos desde Castilla fueron incapaces de detenerlos, por lo que Gil Robles ordenó el envío de unidades del ejército de Marruecos.
La lucha duró dos semanas, con cientos de muertos, miles de heridos y detenidos, entre ellos Largo Caballero. Prieto consiguió huir. El centro del movimiento fueron las minas de Mieres, y la región vivió bajo una estricta organización revolucionaria, militar y económica.
En Cataluña, Lluis Companys proclamó el"Estado Catalán dentro de la República Federal Español". Sin embargo, las masas obreras permanecieron pasivas, lo que provocó la rendición de los sublevados. Esto significó la suspensión del Estatuto y el encarcelamiento del gobierno catalán.
El gobierno reprimió, pero no pudo crear, y los radicales aparecieron como un lastre. Alcalá Zamora forzó la dimisión de Lerroux, ofreciendo el gobierno a Manuel Porta Valladares para afrontar las siguientes elecciones.
El gobierno radical-cedista usó los acontecimientos de octubre para debilitar a la oposición, lo que facilitó la radicalización de los partidos en dos grandes bloques: el conservador, autoritario, católico y antiautonomista, en el gobierno; y el democrático, republicano y progresista, que había gobernado entre 1931 y 1933 y ahora estaba sumido en la represión.