Las Bienaventuranzas, Concupiscencia, Pecado y Justificación: Un Estudio Teológico

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Las Bienaventuranzas

Jesús llama al discípulo, a todo discípulo, a seguirle libremente en este camino de perfección; y así, como pórtico del Sermón de la Montaña (Mt 5, 1-12), le presenta las Bienaventuranzas, “un especie de autorretrato de Cristo y, precisamente por esto, una invitación a su seguimiento y a la comunión de vida con Él” (VS 16)

Son las actitudes y disposiciones básicas de la existencia del discípulo que ha aceptado el Reino de Dios en Jesús y, por ellas, los bienes del reino de Dios -a Dios mismo, felicidad del hombre-

  • el pobre, el afligido por el mal del mundo, hambriento y sediento de la voluntad de Dios, no violento, dispuesto a perdonar, que comparte y presta su servicio al otro, es transparente de corazón, creador de paz y bien y perseguido por hacer la voluntad de Dios…
  • encontrará a Dios, que le consolará, le dará en posesión la nueva tierra, le saciará, será misericordioso y se dejará ver por él y será su hijo.

La Concupiscencia

El cristiano vive unido a Cristo, tiene las primicias del Espíritu Santo y es hijo de Dios, pero todavía camina por este mundo, un camino que está lleno de luchas, sufrimientos y tentaciones. Las tentaciones prueban la autenticidad de nuestra entrega a Dios, pero es evidente que la vida cristiana exige un combate constante contra las tendencias del hombre viejo (Col 3, 9-10; Rm 7, 19-21). Hay una desarmonía en el hombre: tendencias y fuerzas están a cada paso en conflicto con la orientación fundamental de la persona. A este hecho le llamamos “concupiscencia”. El mandamiento del Señor está proporcionado a las capacidades del hombre, un hombre a quien se la ha dado el Espíritu Santo; no debiera olvidar nunca el cristiano que arranca, no de su pobreza y debilidad, sino de la plenitud del Don de Dios.

El Pecado

El pecado es una falta contra la conciencia recta; consiste en faltar al verdadero amor a Dios y al prójimo.

El pecado:

  • es una ofensa a Dios, porque se hace el mal que Dios detesta
  • rompe la comunión con Dios, distorsiona el ser del hombre al apartarlo de su último destino, introduce la división y el conflicto en el interior del pecador, y lo enfrenta con su prójimo
  • desgarra a la familia y a la sociedad.

El pecado puede ser de acción (se hace lo que no se debe) y de omisión (se deja de hacer lo que se debe)

Tipos de Pecado

El pecado mortal rompe con Dios, al preferir el hombre un bien incomparablemente inferior.

El pecado venial se comete cuando no se observa la norma moral en materia leve, o cuando se la quebranta en materia grave pero sin pleno conocimiento o sin entero consentimiento.

La Justificación y la Gracia

La Justificación

En la Nueva Alianza no se trata de esfuerzos sobrehumanos; la verdad es que es Dios mismo quien nos busca y nos encuentra pecadores, absolutamente incapaces de entrar en comunión con Él y, a pesar de nuestra condición, nos hace justos, nos “justifica”.

La justificación que Dios lleva a cabo en nosotros es una real transformación del hombre: no solo nos declara Dios justos, o nos perdona sin más, sino que hace que realmente seamos justos.

Incluye pues, el perdón y la santificación y renovación interior.

Por la justificación quedamos unidos a Dios en Cristo por el Espíritu Santo.

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