El Beso de Bécquer: Resumen de la Leyenda de Toledo
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El Beso
Resumen
Se sitúa a principios del Siglo XIX en Toledo, cuando el ejército francés se está apoderando de la península.
Ciudad que se encuentra repleta de soldados, un joven capitán llega a Toledo con su escuadrón.
Este joven capitán se niega a dormir en una iglesia desmantelada, hasta que se da cuenta de que no tiene otro sitio salvo el resguardo de la noche o la iglesia. Decidiendo al final dormir en esta, donde aún se encontraban las estatuas de mármol de las tumbas.
Al día siguiente, en el Zocodover, lugar de reunión de capitanes, estos esperaban la llegada del recién llegado. Entre quienes esperaban se encontraba un antiguo compañero del joven capitán que, al verle aparecer, se precipitó a saludarle, siendo seguido por el resto de los allí presentes.
Uno de los capitanes, al saber el descontento por el lugar de alojamiento, después de las preguntas de rigor, se interesó por su situación la noche anterior. El joven les contó que había visto a una bella dama.
—¿Una dama? —preguntaron los otros.
—Seguro que es un antiguo amor que le acompaña, ya que en esta zona no hay muchas mujeres —comentó alguien.
—Prometo que fue la primera vez que la vi —contestó el interesado, disponiéndose a continuación a contar la historia.
Un ruido le había despertado durante la noche y, cuando se dispuso a dormir, vio una bella dama arrodillada con las manos juntas frente al altar. Se acercó a ella; se le antojaba un espíritu; parecía una dama castellana, pero era de mármol.
El resto de los capitanes se rieron de él al ver que se había enamorado de una estatua de mármol, pero él siguió indiferente a sus risas y les propuso cenar en su lugar de alojamiento para que así la vieran.
El joven capitán había descubierto al fin cuál era el nombre de la dama y a quién acompañaba: doña Elvira de Castalleda era su nombre, y su acompañante, un importante guerrero.
A eso de las seis de la tarde, llegaron todos los capitanes al lugar acordado y se fueron acomodando siguiendo las indicaciones del sirviente del capitán, quien, justo antes de empezar, les enseñó la estatua de mármol. Todos los presentes se quedaron estupefactos al ver tal belleza en una escultura, admirados de cómo su autor había podido representar tal perfección.
Al final de la noche, cuando ya todos se encontraban ebrios, el capitán empezó a decir injurias contra el marido de su amada. El resto de los presentes le avisaron que con los muertos no se juega, pero él hizo caso omiso.
Llegó a tal grado que vertió el contenido de su copa sobre la estatua del guerrero y se dispuso a besar los labios de su amada. Cuando iba a hacerlo, el guerrero le propinó tal golpe que terminó tirado en el suelo, sangrando por nariz, boca y ojos.