La Batalla de Egospótamos: La Derrota Ateniense

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Antecedentes

16. Desde allí, zarpó por mar hacia la isla de Rodas. Los atenienses, partiendo de Samos, devastaban el territorio del rey y navegaban contra Quíos y Éfeso, preparándose para el combate. Eligieron como estrategas a Menandro, Tideo y Cefisódoto, además de los que ya mandaban.

17. Lisandro zarpó desde Rodas, costeando la Jonia, al Helesponto para vigilar la salida de los barcos de comercio y atacar las ciudades que se habían separado de ellos. Los atenienses partían de Quíos por alta mar, pues Asia les era hostil.

El Avance de Lisandro

18. Lisandro, desde Abido, navegaba a lo largo de la costa hacia Lámpsaco, aliada a los atenienses. Los abidenos y otros pueblos los acompañaban por tierra. Estaba al frente de ellos el lacedemonio Tórax.

19. Habiendo atacado la ciudad, la tomaron a la fuerza y los soldados la saquearon, por ser rica y estar bien abastecida de vino, trigo y otros recursos. Lisandro soltó a todas las personas libres.

Movimientos Atenienses

20. Los atenienses, que navegaban tras sus pasos, anclaron en Eleunte del Queroneso con ciento ochenta naves. Allí, cuando ya estaban comiendo, se les comunicó lo sucedido en Lámpsaco y zarparon directamente para Sesto.

21. Desde allí, habiéndose avituallado, navegaron por mar inmediatamente hacia Egospótamos, enfrente de Lámpsaco. El Helesponto se extendía en esta zona unos quince estadios. Allí, por fin, cenaron.

Estrategia de Lisandro

22. Lisandro, a la noche siguiente, después del alba, dio la señal de subir a las naves después de desayunar. Habiendo preparado todo como para un combate naval, extendiendo incluso las protecciones para flechas, advirtió que nadie se moviera de la fila ni se hiciera a la mar.

23. Los atenienses, al mismo tiempo que salía el sol, formaron en línea delante del puerto como para un combate naval. Pero como Lisandro no salió en contra y era ya muy tarde, volvieron de nuevo a Egospótamos.

24. Lisandro ordenó a las naves más rápidas seguir a los atenienses y, cuando desembarcaran, zarpar habiendo observado lo que hacían y comunicárselo. No los dejó desembarcar antes de que llegaran esas naves. Hizo esto durante cuatro días; y los atenienses, a su vez, salían al mar a su encuentro.

El Consejo de Alcibíades

25. Alcibíades, habiendo observado desde sus fortificaciones que los atenienses estaban anclados en una playa lejos de toda ciudad y que iban a buscar las provisiones desde Sesto, a quince estadios de las naves; en cambio, los enemigos estaban anclados en un puerto junto a una ciudad, provistos de todo, les dijo que no estaban anclados en buen sitio. Les aconsejó cambiar de anclaje yendo a Sesto, junto a un puerto y una ciudad.

26. "Estando allí", dijo, "lucharéis cuando queráis". Pero los estrategas, sobre todo Tideo y Menandro, le mandaron marcharse; pues ellos eran ahora los estrategas y no él.

La Batalla y sus Consecuencias

28. Lisandro inmediatamente dio la señal de navegar a la máxima velocidad; le acompañaba también Tórax con el ejército de tierra. Conón, habiendo visto el ataque naval, dio la señal de acudir a las naves a la carrera. Pero, como sus hombres andaban dispersos, unas naves estaban sólo con dos bancos de remeros, otras con uno solo y otras completamente vacías. La de Conón y otras siete equipadas que le acompañaban se hicieron a la mar juntas, y la Páralos. Lisandro apresó en la costa a todas las demás. Cogió en tierra a la mayoría de los tripulantes; algunos incluso huyeron a las pequeñas fortificaciones.

29. Conón, huyendo con las nueve naves, después que se dio cuenta de que la situación de los atenienses estaba perdida, se detuvo en Abárnide, el promontorio de Lámpsaco, y allí se apoderó de las grandes velas de las naves de Lisandro y él mismo partió con ocho naves hacia Chipre para ver a Evágoras, y la Páralos hacia Atenas para comunicar lo sucedido.

30. Lisandro llevó a Lámpsaco las naves, los prisioneros y todas las demás cosas, y apresó también, entre otros estrategas, a Filocles y Adimanto. El día que concluyó estas acciones, envió a Teopompo, el corsario milesio, a Lacedemonia para comunicar lo sucedido, el cual, habiendo llegado al tercer día, lo comunicó.

31. Después de esto, Lisandro, habiendo reunido a los aliados, les pidió que deliberaran sobre los prisioneros. Allí entonces se presentaron muchas acusaciones contra los atenienses: lo que ya habían hecho en contra de las leyes y lo que habían votado hacer si vencían en la batalla: cortar la mano derecha de todos los prisioneros; también que, habiendo apresado dos trirremes, una corintia y otra andria, arrojaron por la borda de estas a todos sus hombres, y Filocles era el estratego ateniense que los mató.

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