Basílica de San Apolinar el Nuevo en Rávena: Historia, Arquitectura y Mosaicos

Enviado por Programa Chuletas y clasificado en Arte y Humanidades

Escrito el en español con un tamaño de 4,02 KB

La Basílica de San Apolinar el Nuevo, en Rávena (Italia), es un magnífico ejemplo de la arquitectura y el arte paleocristiano y bizantino. Construida durante el reinado de Teodorico el Grande, rey de los ostrogodos, y posteriormente modificada bajo el dominio bizantino de Justiniano, esta basílica ofrece una fascinante visión de la transición entre dos épocas y culturas.

Contexto Histórico y Cambios de Dedicación

Originalmente consagrada a Cristo por Teodorico entre 493 y 525 d.C., la basílica formaba parte de un complejo palaciego en la regio Caesarum, cerca del palacio del emperador Honorio. Tras la conquista bizantina de Rávena en 540, el edificio fue reconsagrado a la fe católica, como muchos otros edificios arrianos. En ese momento, se dedicó a San Martín de Tours, conocido por su lucha contra la herejía, reflejando el cambio de poder y la supresión del arrianismo.

A mediados del siglo IX, las reliquias de San Apolinar, que se encontraban en Classe, fueron trasladadas a esta basílica, recibiendo entonces el nombre de San Apolinar el Nuevo para distinguirla de la iglesia más antigua de San Apolinar in Classe.

La referencia a Santa María in Cosmedin (o Santa María la Bella, en griego) en el siglo VIII, parece referirse a otro edificio, probablemente el oratorio dedicado a la Virgen María tras la conquista de Justiniano.

Arquitectura

La basílica presenta una planta basilical clásica del siglo V occidental, sin influencias ostrogodas evidentes en su estructura. Cuenta con:

  • Una amplia nave central, más alta que las laterales.
  • Un ábside reflejado al exterior.
  • Un nártex.
  • Una torre campanario, añadida entre los siglos VIII y IX.

La cubierta del ábside fue construida con tubuli (fragmentos de ánforas), una técnica utilizada para aligerar la estructura. La basílica ha sido objeto de varias reformas, incluyendo una importante intervención de los franciscanos y modificaciones arquitectónicas en el siglo XVI, en las que se elevaron las basas de las columnas debido a la subsidencia del terreno.

Interior y Mosaicos

El interior de la basílica es relativamente sencillo, con el ábside reconstruido. Sin embargo, los mosaicos que adornan las paredes laterales son de un valor excepcional. Se distinguen tres frisos:

  • Frisos superiores: De época ostrogoda, representan escenas de la vida pública de Cristo, reflejando la consagración original de la iglesia.
  • Friso inferior: Aunque conserva elementos de la época ostrogoda, muestra modificaciones significativas realizadas por los bizantinos. Originalmente, este friso incluía representaciones de personajes de la corte ostrogoda, que fueron eliminados por orden de Justiniano. Se sustituyeron por una procesión de santos y mártires, de estilo más dinámico y atribuido a la influencia bizantina.

Las arcadas están separadas por dos filas de 12 columnas de mármol griego, con capiteles corintios simplificados y cimacios adornados con cruces. La nave central es notablemente más amplia en comparación con otras basílicas como Santa Sabina, lo que podría considerarse una característica regional.

Se conserva la iconostasis y un bema (púlpito), elementos característicos de las iglesias orientales.

Los Mosaicos: Un Debate Estilístico y Restauraciones

El estilo de los mosaicos ha sido objeto de debate, con teorías que sugieren influencias tanto de Milán como de Bizancio. Además de la remodelación bizantina del 540, los mosaicos fueron restaurados en el siglo XIX por Kibel, quien, en algunos casos, pudo haberse excedido en su intervención.

Los restos de las figuras de la corte ostrogoda, borradas por Justiniano, son apenas visibles. La "Vista del Palacio de Teodorico" en los mosaicos muestra una representación clásica, con personajes en las arcadas, aunque con algunos elementos inusuales, como coronas sin personajes en el centro.

Entradas relacionadas: