Bases de Manresa 1892: Programa y Contexto del Catalanismo Político
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Las Bases de Manresa (1892)
El texto es un fragmento de las Bases para la Constitución Regional Catalana, conocidas como Bases de Manresa, redactadas por Enric Prat de la Riba y aprobadas el 27 de marzo de 1892. Este documento constituye el programa político del catalanismo de la época y representa una proclamación oficial, abierta y sistemática del autonomismo catalanista. En él se exponen las competencias centrales que debe asumir el Estado español y aquellas que deben ser propias de Cataluña.
Se trata de una fuente histórica directa y primaria, de naturaleza político-circunstancial y documento público. El autor principal, Enric Prat de la Riba, fue un destacado político catalán que llegó a ser varias veces diputado a Cortes. En 1907 presidió la Diputación de Barcelona y en 1914 fue elegido presidente de la Mancomunidad de Cataluña (considerada el primer gobierno económico de Cataluña desde 1714). Los destinatarios de las Bases fueron fundamentalmente los asistentes a la reunión de la Unió Catalanista en Manresa y, en general, el pueblo catalán.
Contenido y Naturaleza del Documento
La Unió Catalanista era una organización que tenía como finalidad reunir a las asociaciones catalanistas para trabajar en la propaganda de las ideas regionalistas. Su secretario fue Enric Prat de la Riba. A la asamblea de Manresa concurrieron 250 delegaciones en representación de 100 localidades catalanas. Es un documento público y está dirigido esencialmente a la población catalana y especialmente a la nacionalista.
A través de un extenso articulado, las Bases configuraban un modelo de estado federal y fijaban las atribuciones del poder central en Cataluña, que incluían: relaciones internacionales, ejército, aranceles y aduanas, obras públicas de interés general, solución de conflictos entre regiones y presupuesto estatal (según la Base 1ª). También se definían las competencias del poder regional catalán.
Sin duda, las competencias que las Bases reservan al gobierno catalán son muy amplias en casi todos los aspectos (político, jurídico, económico, educativo), lo que confiere a este texto una clara influencia de la ideología federal. Sin embargo, también se observa un marcado acento conservador y tradicionalista con su defensa del sufragio corporativo, su reconocimiento del somatén como cuerpo que debe velar por el orden público, y por el restablecimiento de la antigua Audiencia de Cataluña. No podía ser de otra manera, puesto que en estos momentos predominaban dentro del movimiento catalanista los elementos más conservadores representados por la burguesía industrial y financiera.
Contexto Histórico: La Restauración Borbónica y el Nacimiento de los Nacionalismos
El texto se enmarca en la época de la Restauración Borbónica en España, bajo el reinado de Alfonso XII y posteriormente de su regencia. En concreto, estamos en el periodo del nacimiento y consolidación de los nacionalismos periféricos, en este caso el catalán. El movimiento catalanista de la época representaba un grupo de oposición al sistema centralista de la Restauración.
Uno de los hechos más importantes de finales del siglo XIX fue la aparición de movimientos políticos de carácter nacionalista en la periferia peninsular. Hasta la Restauración, la reivindicación nacionalista se había llevado a cabo principalmente a través del republicanismo federal y del carlismo, según fuera más progresista o conservadora la interpretación. Debilitadas ambas corrientes, surgen movimientos nacionalistas que reivindican los derechos históricos catalanes, vascos, valencianos, gallegos y andaluces.
Evolución del Catalanismo Político
En el caso del nacionalismo catalán, el exrepublicano Valentí Almirall defendió un catalanismo progresista y federal, fundando en 1882 el Centre Català con el objetivo de aglutinar a todos los catalanistas. Sin embargo, otros escritores y pensadores eran partidarios de un nacionalismo catalán más tradicionalista, rural y antiliberal, representado en figuras como Jacint Verdaguer.
Finalmente, en 1891 se creó la Unió Catalanista, que pretendía unificar todas las tendencias catalanistas en torno a la burguesía nacionalista y conservadora, y que fue la promotora de las Bases de Manresa. Posteriormente, en 1901, se formó el primer gran partido catalanista, la Lliga Regionalista, liderada por Prat de la Riba y Cambó.