Barcelona 92: La Transformación Urbana Impulsada por Oriol Bohigas
Enviado por Chuletator online y clasificado en Plástica y Educación Artística
Escrito el en español con un tamaño de 4,71 KB
Contexto Preolímpico: Barcelona Hacia 1992
La novela La ciudad de los prodigios (1988) de Eduardo Mendoza captura el espíritu de una época crucial, el año en que Barcelona fue elegida sede de las Olimpiadas de 1992. Sin embargo, existía una tensión: la sociedad fomentaba la construcción, pero no necesariamente la arquitectura de calidad. Este era un problema preexistente que persistió durante la preparación olímpica.
El Rol de Oriol Bohigas
La transformación de la Barcelona del 92 está intrínsecamente ligada a la figura de Oriol Bohigas. Su influencia fue reconocida internacionalmente cuando recibió la medalla del RIBA (Royal Institute of British Architects) en Londres en 1999. Este premio fue significativo porque, por primera vez, no solo se galardonaba a un arquitecto, sino también a una ciudad y a una metodología específica, personificada en Bohigas, quien era director de la Escuela de Barcelona.
Cuando arrancó la preparación olímpica, el alcalde Pasqual Maragall solicitó la colaboración de Bohigas como asesor de urbanismo. Bohigas aceptó, renunciando a su puesto directivo en la escuela.
Principios Urbanísticos de Bohigas
Bohigas elaboró un manifiesto exponiendo su visión sobre el aporte de Barcelona, afirmando que la ciudad la hacen los ciudadanos, no los políticos. A partir de esta premisa, enunció varios puntos clave:
- La ciudad es un hecho político y un ámbito colectivo.
- La ciudad es un ámbito físico indispensable para desarrollar las relaciones individuales.
- Crítica a la idea de que la ciudad tradicional será sustituida por la telemática o virtual.
- La ciudad es el conjunto de espacios públicos; este es uno de sus principios básicos.
- Defensa de las herramientas proyectuales como método de intervención.
Método: La Teoría del Proyecto (1980)
¿Cómo materializar esta visión? Bohigas propuso su método: la Teoría del Proyecto (1980). Este enfoque oponía los planes urbanísticos generales a los proyectos arquitectónicos concretos. Sostenía que los planes debían servir como documentos para impulsar proyectos puntuales, sustituyendo el urbanismo abstracto (planeamiento) por la arquitectura aplicada. La clave era proyectar el espacio público –es decir, la ciudad– área por área, en términos arquitectónicos. En 1999, al recibir la Medalla del RIBA, Bohigas expresó su satisfacción por haber aplicado este método en Barcelona.
Otros Ejes Fundamentales
- Continuidad de las centralidades: El debate centro-periferia estuvo muy presente en la planificación de Barcelona 92.
- Problema de la calidad arquitectónica: Ninguna propuesta tendría sentido si no se basaba en la calidad arquitectónica y en estar al servicio de la sociedad.
Calidad Arquitectónica, Sociedad e Innovación
Si la ciudad y la arquitectura deben servir a la sociedad, esta debe aceptarlas y entenderlas. Pero, al ser la arquitectura un esfuerzo cultural, también debe ser un esfuerzo de innovación. Bohigas defendía que solo en un diálogo entre identidad y legibilidad es posible lograr este equilibrio, vinculando el servicio con la "profecía". Citando a Le Corbusier, recordaba que el arquitecto es profeta y poeta: profeta porque percibe, clarifica y resalta las relaciones existentes; poeta porque muestra la nueva verdad. Existía una dualidad entre el poeta y el profeta.
Postmodernidad vs. Contemporaneidad en la Barcelona del 92
El contexto de los años 80 se caracterizaba por una cierta recuperación disciplinar dentro del marco amplio de la postmodernidad. Esta podía manifestarse de forma banal (como en ciertos ejemplos arquitectónicos de la época como el Palacio de la Ópera de Coruña o la cafetería Manhattan) o recoger propuestas más interesantes. La Barcelona del 92, sin embargo, no es una ciudad postmoderna en su resultado final.
La Barcelona que se imaginó inicialmente, la de los años 80, sí surgió en un mundo postmoderno y Bohigas la concebía dentro de esos parámetros. No obstante, la Barcelona que finalmente se construyó para 1992 parece haber superado o "enterrado" la postmodernidad, inscribiéndose en una contemporaneidad o última modernidad.
Esto plantea una pregunta fundamental: ¿Qué ocurrió para que una ciudad, pensada en un momento específico y con unas formas asociadas a él, se materializara finalmente a través de una arquitectura diferente?