El Baldaquino de San Pedro: Esplendor Barroco de Bernini en el Vaticano
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El Baldaquino de San Pedro: Obra Maestra de Bernini en el Vaticano
El Baldaquino de San Pedro, una de las obras más emblemáticas del Barroco, fue concebido por Gian Lorenzo Bernini. Para su realización, Bernini contó con la colaboración de su padre, Pietro Bernini, y de Francesco Borromini, su principal rival en la época. Esta imponente estructura se ubica majestuosamente en el corazón de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, Roma.
El encargo de esta monumental pieza fue realizado por el papa Urbano VIII, miembro de la influyente familia Barberini, quien buscaba glorificar la tumba del apóstol San Pedro y realzar el altar mayor de la basílica.
Características y Composición Artística
El Baldaquino está elaborado con placas de bronce sobredoradas, combinando de manera magistral elementos escultóricos y arquitectónicos. Se trata de un enorme dosel, concebido como un palio procesional, que cubre la tumba del apóstol San Pedro y se sitúa estratégicamente bajo la imponente cúpula renacentista de Miguel Ángel.
Esta estructura, a medio camino entre la arquitectura y la escultura, se sostiene sobre cuatro colosales columnas salomónicas de 14 metros de altura. Estas columnas están ricamente decoradas en su fuste, capitel, entablamento y el pedestal sobre el que reposan. La altura total del Baldaquino alcanza los 29 metros, una escala verdaderamente monumental.
Las Columnas Salomónicas y su Simbolismo
Las columnas, asentadas sobre pedestales, se inspiran directamente en las descripciones del Templo de Salomón, de ahí su denominación de "salomónicas". Esta elección no es casual; busca transmitir la continuidad y la legitimidad del cristianismo a través de la historia sagrada.
Sobre los entablamentos de las columnas, se puede apreciar una detallada decoración de soles y abejas, símbolos heráldicos de la familia Barberini, a la que pertenecía el papa comitente, Urbano VIII. Este detalle subraya la conexión entre la obra y su mecenas.
El Estilo Barroco de Bernini
Aunque Bernini siempre mantuvo una base clasicista en su formación, en el Baldaquino despliega plenamente los elementos distintivos del Barroco, adaptándolos a su estilo personal. Frente a la sobriedad y el equilibrio renacentista, las líneas de esta obra adquieren un carácter dinámico, buscando generar efectos de sorpresa y asombro en el espectador.
El uso del orden gigante para las columnas es otro factor propio del Barroco, que contribuye a la magnificencia y grandiosidad de la pieza. Con esta estructura, Bernini no solo imitaba los palios de las procesiones, sino que los elevaba a una nueva dimensión, recargándolos con abundantes elementos decorativos y aplicando un tratamiento distinto y rupturista de los órdenes clásicos.
Detalles Constructivos y Estéticos
Las columnas presentan capiteles compuestos y un entablamento cóncavo, disimulado con elementos decorativos que dan paso a cuatro volutas ascendentes. Estas volutas se unen en un pequeño friso rematado por un orbe y una cruz, simbolizando el dominio universal de la Iglesia.
Como se ha mencionado anteriormente, el Baldaquino es una obra que fusiona escultura y arquitectura, obedeciendo al criterio artístico de Bernini, quien concebía la arquitectura desde postulados profundamente escultóricos y escenográficos.
Función y Efecto en el Espectador
La función principal de esta imponente arquitectura es promover la devoción de los fieles y generar en ellos asombro, maravilla y encantamiento. Todo ello con el fin de crear un ambiente en el que el fiel se sienta impresionado por la magnificencia y el esplendor de la obra, elevando su espíritu hacia lo divino.
Asimismo, el contraste visual es fundamental: el bronce oscurecido de la estructura, el dorado resplandeciente de la decoración y la blancura inmaculada de la basílica circundante, crean un gran efecto visual y pictórico. Bernini concibe esta obra con una doble finalidad:
- Asegurar que el altar mayor no pierda su preeminencia ante las dimensiones colosales de la iglesia.
- Dirigir la atención del espectador hacia el elemento arquitectónico fundamental que lo corona: la majestuosa cúpula de Miguel Ángel.