Avivando la Fe: El Llamado a Redescubrir el Amor de Dios

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Avivemos la Fe que el Señor ha Sembrado

Meta:
Redescubrir la alegría del kerigma anunciado por la Iglesia para que, aceptando el amor de Dios, avivemos la fe que hemos recibido desde el bautismo.

Signo:
Imagen de Jesús siendo bautizado.

Preguntas Clave

  • ¿Para qué envió Dios a su Hijo al mundo?
  • ¿Qué significa creer en Jesús?
  • ¿Cuál es nuestra misión para ser salvos?

El kerigma suscita la fe:

En sus comienzos, este pregón se refería al anuncio de un acontecimiento que traía alegría a toda una nación, imperio o reino, y se hacía en voz alta para que un gran número de personas escuchara y compartiera la noticia.

En la Sagrada Escritura, esta expresión tiene un nuevo significado con sentido cristiano; ya no se refiere a cualquier noticia para una nación concreta, se trata ahora del pregón cristiano, que es el anuncio gozoso, alegre y explícito de Cristo muerto y resucitado para nuestra salvación.

En los escritos del Nuevo Testamento, san Pablo es el primero en utilizar la expresión “kerigma”. Jesús es el centro del anuncio; Él es la persona que anunciamos, muerto y resucitado, como eje central del gran misterio de fe para los cristianos. Este anuncio del “kerigma” no es algo superficial o pasajero, sino que produce una adhesión personal entre el hombre y Dios, gestando la fe, arraigando a la persona a la Verdad revelada y suscitando la confianza plena en el Creador. Por tanto, para conocer lo íntimo de Dios y creer en ello, necesitamos de la fe en el Espíritu Santo.

En la Asamblea dedicada al sucesor de Pedro, que vimos en días pasados, se nos recordaba que cuando el Apóstol profesó su fe ante Cristo, el mismo Señor le dijo:

“Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16, 17).

El amor de Dios es para todos y cada uno
Muchas veces hemos cantado que “el amor del Señor es maravilloso”, y lo es, pues este Dios que nos ama a todos es el mismo que profesamos en el credo. Esta presencia y su obra de salvación se ofrecen, permanentemente, por su infinita liberalidad y amor hacia cada persona que acepta su llamada y acoge su voluntad como norma de la existencia. Dios nos ama a todos y nos ama de forma personal; a cada uno nos llama por nuestro nombre a la existencia y nos quiere llevar a la realización plena de su plan de amor. “Así dice Yahvé, tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel: ‘No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre’” (Lucas 15, 7).

Reavivar el don de la fe

Gracias a la fe, tenemos la certeza de que las promesas de Dios se cumplen y se concretan, por medio de la salvación (cf. Lucas 15, 7). En la proximidad de la llegada del Vicario de Cristo, que nos viene a confirmar en la fe, estamos invitados a hacer actuales las palabras del apóstol Pablo a Timoteo: “Por eso te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos” (2 Timoteo 1, 6). Esta visita nos invita a reavivar el don de la fe, lo cual implica una respuesta a Dios por medio de la conversión, que nos lleva necesariamente a acoger la Buena Noticia y adherirnos a Jesucristo como única fuente de verdad, amor y salvación. Pero, además, nos lleva a manifestar esta Buena Nueva en la Iglesia, como madre de todos los creyentes, porque “la fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe”.

Si así lo hacemos, estaremos colocando nuestro grano de arena para que Colombia comience una transformación desde sus bases, que permita que la persona humana sea respetada en su dignidad y en sus derechos.

Compromiso

  • Comuniquemos a la familia y amigos el gozo de tener a Cristo en nuestras vidas (compartir experiencias).
  • Acompañemos, con nuestras palabras y acciones, a aquellas personas que más necesitan de la misericordia de Dios.
  • Dediquemos un momento ante el Santísimo Sacramento, para pedir al Señor que avive nuestra fe y nos disponga a la llegada del papa Francisco.

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