Aventuras y Reflexiones de un Hidalgo en Busca de la Cordura
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Encuentro tras la Cueva de Montesinos
Al abandonar la Cueva de Montesinos, Don Quijote y sus acompañantes se toparon con un hombre cargado de lanzas. Este individuo les ofreció relatarle a Don Quijote su destino en una venta que se encontraba más adelante.
De camino a la venta, Don Quijote inició una conversación sobre los caballeros viejos, lamentando cómo al final eran tratados de manera despectiva y considerados inútiles.
Al anochecer, llegaron a la venta. Sorprendentemente, en esta ocasión, Don Quijote reconoció estar en una venta y no en un castillo.
Consejos de Don Quijote a Sancho Panza
En este capítulo, Don Quijote comienza a impartir consejos a Sancho sobre el cuidado del cuerpo y la conducta.
Don Quijote enfatiza la importancia de la limpieza y el aseo. Le aconseja a Sancho no consumir alimentos que produzcan mal olor, evitar comer en exceso o con demasiada prisa para no dar una mala impresión, y moderar el uso de refranes, ya que un exceso podría perjudicar su imagen.
Finalmente, Don Quijote insta a Sancho a gobernar con rectitud, advirtiéndole que las consecuencias de un mal gobierno recaerían también sobre él, y no deseaba sentirse culpable por ningún mandato erróneo. Al escuchar esto, Sancho se ofrece a renunciar a su cargo de gobernador si Don Quijote así lo desea, para evitarle cualquier perjuicio. Conmovido por la lealtad de Sancho, Don Quijote le expresa que merece mil ínsulas, reconociendo la sabiduría y corrección de sus razonamientos.
El Despertar de la Cordura y el Final de Don Quijote
Cuando el médico llegó a la casa de Don Quijote y lo examinó, dictaminó que sería conveniente que se confesara, pues su tiempo de vida era limitado.
Al oír esto, Don Quijote mandó llamar a sus amigos y les comunicó que era consciente de los peligros en los que se había inmerso, pero que había recobrado la razón y era nuevamente Alonso Quijano, el Bueno. Sus amigos intentaron animarlo, mencionando que pronto serían todos pastores y que Dulcinea había sido desencantada. Sin embargo, Alonso Quijano les pidió que no se burlaran de él, asegurando que ya estaba cuerdo.
Tras hacer testamento y dejar una clara evidencia de su retorno a la cordura, procedió a criticar la actitud de Avellaneda, quien había publicado un libro apócrifo lleno de falsedades sobre sus experiencias.
Antes de fallecer, Don Quijote advirtió a su sobrina que no se casara con un hombre que conociera las novelas de caballerías, pues estas podrían conducirlo a la locura. Tras estas palabras, Alonso Quijano expiró.