Avances Científicos y Culturales del Siglo XVII: Del Racionalismo a la Ilustración
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La Revolución Científica y Cultural del Siglo XVII
Del Heliocentrismo a la Mecánica Newtoniana
Hasta el siglo XVI, los principios de la filosofía natural se basaban en las ideas de Platón y Aristóteles, con una clara distinción entre el mundo sublunar y el supralunar, y una fuerte influencia de la metafísica. Sin embargo, minorías de sabios comenzaron a cuestionar estos dogmas. Nicolás Copérnico propuso el modelo heliocéntrico, mientras que Giordano Bruno postuló la infinitud del universo. A pesar de estos avances, la concepción del movimiento aún se basaba en la idea de una fuerza sobrenatural, el "ímpetu".
Durante el primer tercio del siglo XVII, especialmente en la década de 1620, se desarrolló un espíritu crítico fundamentado en el razonamiento científico. Johannes Kepler formuló las leyes del movimiento planetario utilizando un lenguaje matemático. Galileo Galilei, por su parte, estudió el péndulo y la caída de los cuerpos, sentando las bases de la física moderna. En Inglaterra, William Harvey descubrió la circulación de la sangre.
El Racionalismo y la Experiencia
En 1620, Francis Bacon publicó "Novum Organum", donde enfatizó la importancia de la experiencia en la investigación científica, aunque aún sin dar la debida relevancia a las matemáticas. Estos descubrimientos, basados en la razón, generaron tensiones con la Iglesia y la filosofía cristiana, dando lugar a la intervención de la Inquisición. Pierre Gassendi, un eclesiástico, propuso teorías progresistas que, aunque chocaban con las verdades de fe, no fueron inicialmente perseguidas.
René Descartes dio un paso crucial al intentar conciliar el método racional con la experiencia metafísica de Dios. Consideró a las matemáticas como la ciencia fundamental y propuso un dualismo entre alma (espíritu) y cuerpo (materia). Para explicar los fenómenos naturales, Descartes recurrió a los conceptos de materia y movimiento. Además, señaló a Dios como el orden matemático de la naturaleza, una teoría que fue difundida por Bernard Le Bovier de Fontenelle y Nicolas Malebranche, orientando el cartesianismo hacia el positivismo científico.
De la Inducción a las Leyes Universales
Posteriormente, científicos como Gottfried Wilhelm Leibniz e Isaac Newton partieron de la observación de los fenómenos, utilizando la inducción para llegar a verdades generales. La obra cumbre de Newton, "Principios matemáticos de la filosofía natural", refutó la mecánica cartesiana y estableció las bases de la física clásica.
John Locke, en su "Ensayo sobre el entendimiento humano" (1690), refutó la idea de las ideas innatas, proponiendo que el conocimiento proviene de las sensaciones. Aunque no todos eran ateos, algunos como Thomas Hobbes y Baruch Spinoza cuestionaron la inspiración divina y los libros sagrados, promoviendo el deísmo, que negaba la divinidad de Cristo y los dogmas cristianos. Estos pensadores abogaban por una religión natural, que buscaba desterrar a Dios y lo sobrenatural.
El Barroco y el Clasicismo: Dos Corrientes Culturales
El Barroco: Expresión y Sentimiento
La cultura barroca, inicialmente considerada una decadencia del Renacimiento, se caracteriza por su espontaneidad, popularidad, suntuosidad, sensualidad y movimiento. Es una expresión del sentimiento a través de la agitación y la lucha de contrarios, reflejando un sentido trascendental que amplía la concepción del espacio y el tiempo. España jugó un papel importante en esta corriente, aportando el misticismo, con figuras como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, y el sentido heroico cristiano. Sin embargo, también surgieron supersticiones y creencias en duendes, junto con el conceptismo y el cultismo en la literatura.
En el ámbito literario, destacaron los dramaturgos de corrales, como Pedro Calderón de la Barca. La poesía religiosa también tuvo un papel relevante, con obras como "El viaje del peregrino" de John Bunyan.
El Clasicismo: Razón y Equilibrio
El clasicismo, por otro lado, se inspiró en los conceptos del Renacimiento, retomando los órdenes clásicos y adaptándolos a la época. Surgió en Francia a mediados del siglo XVII como un término medio entre lo mundano y lo racional. El prototipo de hombre honesto, un burgués católico que busca explicar los fenómenos con la razón sin cuestionar la fe, se convirtió en el ideal de vida, en contraste con la resignación religiosa del Barroco.
En el arte, se buscaba la regla y el compás, ajustándose a modelos matemáticos, líneas puras y grandiosidad, con temas inspirados en la historia antigua. En la literatura, predominó la influencia francesa, con figuras como Nicolas Boileau y François de Malherbe en la poesía clasicista. Los salones, como el de Madame de Rambouillet, y los preciosistas, con su lenguaje recargado, tuvieron una gran importancia en la vida cultural francesa.
El teatro social, representado por Pierre Corneille, Jean Racine y Molière, también floreció en esta época. Además, se rindió culto a la elocuencia sagrada y surgieron moralistas que intentaron sentar las bases cristianas, como Jean de La Fontaine.
La Música en el Siglo XVII
En el ámbito musical, los italianos impusieron la ópera, con compositores como Francesco Cavalli, Alessandro Scarlatti y Jean-Baptiste Lully. La música instrumental también se desarrolló, con figuras como Giuseppe Maria Vasalli y Arcangelo Corelli.