Autobiografía, Psicoanálisis y la Construcción del Yo: Rousseau y Freud

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La Ilustración y el Surgimiento de la Autobiografía

Hasta el siglo XVIII, no existían las autobiografías, memorias o diarios tal como los conocemos hoy, es decir, el acto de escribir sobre uno mismo. Jean-Jacques Rousseau, con obras como Las Confesiones, donde relata su relación con la Marquesa de Warens, y su propio diario, marcó un hito en este sentido. Escribir para uno mismo se convirtió en una herramienta para comprender los hechos. El "yo" se posiciona como sujeto capaz de hablar sobre el mundo, de señalar y nombrar el exterior, diferenciando entre el "yo" (sujeto) y el "mundo" (objeto). Pero también, el "yo" puede hablar sobre sí mismo, como en la frase "debería tranquilizarme". En este caso, el "yo" es a la vez sujeto y objeto, el que enuncia y el que es enunciado. No hay separación entre sujeto y objeto, sino un distanciamiento del "yo" consigo mismo.

El Psicoanálisis y el Sueño de "La Inyección de Irma"

Sigmund Freud, en su obra La Interpretación de los Sueños, analiza un sueño recurrente que él mismo tuvo, conocido como "La Inyección de Irma". En el sueño, Freud se encuentra en una fiesta de la alta sociedad. Una joven, Irma, lo busca y le pide ayuda. Freud le administra una inyección, pero ella arma un escándalo, y él, incómodo, desea que Irma muera. Este sueño lo perturba, ya que en la vida real, Irma había sido su amante. Él le había administrado una inyección para mantener relaciones sexuales, luego la abandonó (se la dio a su amigo) y se sentía culpable. En una operación, la joven casi muere, y el error se interpreta como el deseo involuntario de Freud de eliminarla.

La Estructura Psíquica según Freud

A partir de este sueño y otros, Freud descubre la estructura psíquica, compuesta por tres instancias:

  • El Yo: La parte consciente, la que se encarga de la vida diaria, las ideas, los deseos y los sueños. Está activo cuando estamos despiertos e inactivo cuando dormimos.
  • El Ello: La parte inconsciente, latente, que se manifiesta en los sueños y está activa cuando dormimos.
  • El Superyó: Actúa tanto en el consciente como en el inconsciente, y es responsable de la represión.

La Autoconciencia y la Teoría del Espejo

La autoconciencia, la capacidad de "mirarnos al espejo" y reconocernos como objeto de nuestra propia mirada, es posible gracias a la teoría del espejo. Este proceso se desarrolla en los primeros años de vida y marca el momento de la salida del egotismo. En el egotismo, la realidad exterior se percibe como un escenario donde el "yo" es el centro. En la escisión del yo, hay tres elementos: la imagen, el sujeto (persona) y la superficie del espejo. Gracias a esto, se produce el descubrimiento de uno mismo, y ese "soy yo". Sin embargo, este descubrimiento solo es posible cuando descubrimos algo que "no soy yo". El descubrimiento del "yo" se produce al descubrir lo que "no soy yo", lo contrario. Antes del descubrimiento del yo, en el egotismo, el mundo se percibe como una prolongación de uno mismo, "todo soy yo".

El Yo, el Ello y el Superyó

El ser humano está compuesto por el "yo" consciente y el "ello" inconsciente. El inconsciente es el deseo en general y busca la satisfacción. El "superyó", tanto consciente como inconsciente, ejerce una represión, un control sobre nosotros mismos. En el inconsciente, entran en juego la educación, las normas y las costumbres. En el consciente, nos estamos controlando constantemente. La diferencia fundamental entre lo consciente y lo inconsciente radica en que lo inconsciente no tiene represión, desea sin restricciones, lo quiere todo.

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