El Augusto de Prima Porta: Fusión de Arte Romano y la Excelencia Escultórica Griega

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La escultura romana de bulto redondo, el Augusto de Prima Porta, es una copia en mármol de un original en bronce del siglo I a. C. Esta obra maestra muestra al emperador Augusto en un retrato idealizado como thoracatus (con coraza), en actitud de arenga con la mano levantada y descalzo, acompañado a sus pies por un delfín y Cupido.

Características y Simbolismo

La obra combina frontalidad y serenidad en la figura, destacándose el naturalismo en la representación de la anatomía humana y en los pliegues del manto, lo que evidencia una fusión de elementos griegos y romanos. La influencia de la escultura griega, especialmente del Doríforo de Policleto, se manifiesta en el contrapposto: una pierna sostiene el peso del cuerpo mientras la otra se relaja, en equilibrio con el brazo derecho extendido hacia delante y la pierna izquierda flexionada hacia atrás.

En el estilo romano, el retrato idealizado y la indumentaria imperial refuerzan la imagen de autoridad, mientras los pliegues del manto crean efectos de claroscuro bajo la incidencia de la luz. Restos de pintura indican que la escultura fue originalmente policromada, lo que realzaría aún más su impacto visual.

La expresión serena de Augusto sugiere autoridad y autodominio, subrayados por los símbolos de poder que porta y los relieves de la coraza. En estos relieves se identifican figuras como Urano, Hispania, Apolo y Marte, que rompen con la superficie lisa y pulida de la escultura. Cupido y el delfín a sus pies enfatizan la conexión divina del emperador con Venus, reforzando su legitimidad y estatus.

El Retrato Imperial Romano y su Legado

El retrato romano, influido por la escultura funeraria etrusca y el arte griego clásico y helenístico, evolucionó hasta incluir cánones y proporciones ideales en retratos como este. Estos plasman la imagen de poder imperial a partir de Augusto y dan inicio a una tipología de retratos imperiales difundidos por todo el Imperio.

Así, el retrato romano, a través de sus variaciones de realismo e idealismo, reflejó fielmente la sociedad romana, desde la austeridad republicana hasta el poderío imperial. Finalmente, se extinguió con el Imperio, cediendo su lugar al arte cristiano hasta el Renacimiento, momento en que se retomarían conceptos clásicos como la proporción, la simetría y la armonía en la representación de la belleza.

Maestros de la Escultura Clásica Griega

Fidias (Atenas, 490-430 a. C.)

Considerado el máximo exponente de la escultura clásica, Fidias fue escultor, arquitecto y pintor. Colaboró con Pericles en la construcción de la Acrópolis. Sus obras, como la Atenea Pártenos y la decoración del Partenón, destacan por su monumentalidad y expresividad, dotando a sus figuras de un aire divino. Introdujo innovaciones como la técnica de los "paños mojados", que modela los ropajes de forma natural, y su arte es considerado un modelo de serenidad y equilibrio. El friso del Partenón es uno de sus logros más importantes, destacando por su dinámica y naturalismo.

Policleto (c. 480-420 a. C.)

Policleto fue un escultor que buscó representar el cuerpo humano en proporciones ideales, basándose en la matemática y la armonía. Su obra más conocida, el Doríforo, muestra su concepto del contrapposto y las proporciones ideales del cuerpo humano, plasmadas en su famoso canon. También destacó con el Diadumeno y la Hera de Argos, buscando una perfección en las proporciones y el movimiento.

Praxíteles (c. 390-330 a. C.)

Praxíteles fue famoso por su estilo delicado y elegante, caracterizado por figuras con formas suaves y redondeadas. Introdujo la "curva praxiteliana", que da un movimiento sutil a las figuras. Su obra más conocida es la Afrodita de Cnido, la primera representación desnuda de una diosa, lo que marcó un cambio significativo en la percepción de lo divino, mostrando una relación más humana y cercana entre las esculturas y los espectadores. Otras obras importantes incluyen el Hermes con Dionisos niño y el Apolo Sauróctonos.

Legado y Conclusión

Estos escultores representan lo mejor del arte clásico griego, destacando la proporción, el movimiento y la conexión emocional entre las esculturas y el espectador, sentando las bases para la representación artística del cuerpo humano y la expresión de ideales estéticos que perdurarían a lo largo de la historia del arte.

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