El Auge de las Nuevas Potencias Imperialistas: Estados Unidos y Japón en el Siglo XIX
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El imperialismo, una política de dominio territorial y económico, se consolidó durante el siglo XIX. Si bien las potencias europeas fueron las principales actoras, Estados Unidos y Japón emergieron como fuerzas imperialistas significativas, expandiendo su influencia en África y Asia.
I. Estados Unidos: Expansión Continental y Global
El siglo XIX fue un periodo de notable expansión para Estados Unidos, marcada por dos vertientes:
A. Expansión Interior: La Conquista del Oeste
La expansión territorial hacia el oeste fue un proceso fundamental para la configuración de Estados Unidos:
- Fue facilitada por la llegada masiva de inmigrantes europeos.
- Se materializó a través de la compra de territorios (como Florida a España y Alaska a Rusia) y mediante conflictos bélicos y la ocupación de tierras pertenecientes a las naciones nativas americanas.
B. Expansión Exterior: El Imperialismo Estadounidense
La expansión exterior, de carácter propiamente imperialista, estuvo impulsada por varios factores:
- La competencia industrial y comercial, intensificada tras la Segunda Revolución Industrial, obligó a Estados Unidos a buscar nuevos mercados para sus productos.
- Ideológicamente, se sustentó en la Doctrina Monroe, que buscaba prevenir la intervención europea en el continente americano bajo el lema “América para los americanos”.
- Las áreas de expansión prioritaria fueron el Caribe (con la intervención en Cuba en 1898), el resto de Iberoamérica y el Pacífico, donde eventualmente surgieron tensiones con Japón.
- Una característica distintiva del imperialismo estadounidense fue su enfoque en la injerencia en los asuntos internos de otros estados y la sumisión de gobiernos a sus intereses, un modelo conocido como neocolonialismo, en lugar de la ocupación territorial directa.
II. Japón: La Modernización y el Expansionismo Meiji
Hasta el siglo XIX, Japón era un país predominantemente agrícola y aislado del mundo exterior, gobernado por un shogún que representaba al emperador. La sociedad se organizaba bajo un sistema feudal, con una nobleza terrateniente que controlaba ejércitos de samuráis.
A. La Revolución Meiji (1868)
La debilidad del shogunato frente a las potencias occidentales desencadenó la Revolución Meiji, que supuso:
- La caída del shogunato y la restauración del poder imperial.
- Un ambicioso proceso de modernización emprendido por el emperador, que incluyó la industrialización, la militarización y la occidentalización del país, a menudo descrito como una “revolución desde arriba”.
B. Causas del Imperialismo Japonés
Este contexto de transformación sentó las bases del imperialismo japonés, motivado por:
- La búsqueda de materias primas esenciales para su creciente industria, de las que el país carecía.
- La necesidad de nuevos espacios para el asentamiento de su población en rápida expansión y para la obtención de alimentos.
- El proyecto nacionalista de crear un “Gran Japón”, impulsado por sectores influyentes del país.
C. El Expansionismo Agresivo
La creación de una flota moderna y un ejército poderoso se convirtió en la herramienta del expansionismo japonés:
- La expansión se orientó inicialmente hacia la península de Corea y China.
- Tras la Guerra Chino-Japonesa (1895), Japón arrebató Taiwán a China y estableció su dominio sobre Corea, convirtiéndola en un estado títere.
- En 1905, tras enfrentarse a Rusia, Japón consolidó su control sobre Manchuria, una región china, transformándola en un estado vasallo.