El auge y caída de las grandes potencias
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“Auge y caída de las grandes potencias”, Paul Kennedy
Puede leerse en dos niveles. Por un lado se presenta la tesis principal del libro, es decir, por qué las naciones ascienden o descienden del grado de potencias, o de potencias dominantes en el panorama mundial, y por qué el proceso continúa. En el otro nivel, se puede leer como una historia del ascenso y caída de Europa y sus imperios y de la confrontación entre las superpotencias que siguió a 1945.
La capacidad de sostener un conflicto con un estado de una potencia comparable o una coalición de estados rivales depende en última instancia de la fuerza económica, sin embargo los estados en el cenit de su poder político suelen estar ya en un estado de declive económico comparativo, y Estados Unidos no es una excepción a esta regla. El poder sólo puede mantenerse por un prudente equilibrio entre la creación de riqueza y de los gastos militares y las grandes potencias en declive casi siempre aceleran su desaparición por el cambio del gasto de la primera a la segunda. España, Holanda, Francia y Gran Bretaña hicieron exactamente eso. Y, según Kennedy, le llegará también el turno a Estados Unidos.
“El choque de las civilizaciones”, Huntington
El fin de la historia, sobre las distintas formas adoptadas por la política mundial tras la caída del comunismo. La fuente fundamental de conflictos en el universo posterior a la guerra fría, según Huntington, no tiene raíces ideológicas o económicas, sino más bien culturales: "El choque de civilizaciones dominará la política a escala mundial; las líneas divisorias entre las civilizaciones serán los frentes de batalla del futuro".
Se narra que cada potencia central de las sendas civilizaciones competirá con las demás, o bien realizará con alguna alianzas sólo estratégicas, mientras hará satélites suyos a los países menos poderosos de su propia área civilizatoria. El mundo es y seguirá siendo multicultural y multifocal, sin que eso asegure para nada ni la tolerancia ni la paz, porque las civilizaciones competirán sin remedio. Los conflictos aparecerán en las "zonas de fractura" allí en países donde sucede que limitan. Y hay fronteras más duras que otras.
“El fin de la historia y el último hombre”, Fukuyama
En palabras de Fukuyama: "El fin de la historia significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas, los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas".
Su definición de democracia liberal se sustenta en al menos tres puntos: disponer de una economía de libre mercado, poseer un gobierno representativo y mantener los derechos jurídicos.
Según sus propias palabras "como idea, la democracia liberal es el único sistema político con algún tipo de dinamismo".
Pero esto no significa que ya no sucederán más cosas a través de la historia porque, argumenta él, la historia generalmente va determinada por la ciencia y esta no ha encontrado todavía sus límites. Por el contrario, Fukuyama cree que ahora es el turno de la biología; los descubrimientos que se hagan en esta ciencia orientarán el futuro.
Fukuyama cree en el humanismo, la cultura y la ciencia como base moral capaz de desplazar a la religión u otros dogmas morales o éticos. Es decir, cree que a través de los derechos humanos universales se puede llegar a unos deberes humanos universales.