El atraso agrario en España a principios del siglo XIX

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Atraso agrario

Al comenzar el siglo XIX, la agricultura española era de subsistencia y utilizaba técnicas agrícolas tradicionales basadas en la rotación trienal y el arado romano. El uso de abonos era desconocido. El campo español estaba despoblado debido a la dureza de la vida del labrador: exceso de trabajo, escasa remuneración, anomalías climáticas y falta de reservas alimenticias, factores que invitaban a la migración hacia la ciudad.

Las trabas ejercidas por la ganadería trashumante, como la permanencia de antiguas leyes que prohibían roturar tierras de pastos o cercar fincas, no facilitaban en nada la situación de la agricultura.

Evolución de la agricultura

El atraso agrario fue consecuencia de la estructura de la propiedad de la tierra. Los propietarios de grandes latifundios en Extremadura, Castilla y Andalucía tenían poco interés en el cultivo eficiente de sus tierras. En esas zonas, la inmensa mayoría de la población vivía en condiciones cercanas a la subsistencia. En otras regiones, el problema era el minifundismo.

Hasta bien entrado el siglo XX, el cereal, que contó con una gran protección arancelaria, fue el principal cultivo del campo español. En 1931, el valor de la producción de cereales y leguminosas representaba más del 40% y su precio era hasta un 50% superior al de otros países. Esto obligó a la creciente población urbana a consumir alimentos a precios mucho mayores que los del mercado internacional.

La expansión de la viticultura durante el último tercio del siglo XIX fue importante en La Rioja y Cataluña. También mejoró la venta del aceite de oliva andaluz en los mercados internacionales. Asimismo, aumentó la superficie de cultivo de la naranja debido a la alta demanda de Francia y Gran Bretaña.

Participación de la agricultura en el crecimiento económico

El sector agrícola desempeña un papel destacado en toda modernización económica: asegura la alimentación de una creciente población urbana y crea excedentes para la exportación. Sin embargo, en el siglo XIX, esto no ocurrió en España. En 1900, la población seguía siendo básicamente rural, existían déficits alimentarios, no hubo grandes exportaciones y el nivel de consumo en España era muy bajo. El sector agrícola tampoco se convirtió en un mercado para la industria ni hubo trasvase de capitales a otros sectores debido a la desconfianza tanto en la industria como en los bancos.

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