Atenas en Crisis: Testimonios de Acusación y Defensa ante los Treinta Tiranos

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Voces de la Atenas Clásica: Justicia, Tiranía y Retórica

El Contexto Temporal: La Enemistad y la Acusación

Pero antes era necesario que los acusadores mostraran la enemistad que existiera contra los criticados. Ahora, entre los acusados, es necesario indagar qué enemistad tenían ellos contra la ciudad, por la cual se atrevieron a tramar tales cosas contra ella. Ciertamente, no presento los argumentos por no tener enemistades y sentimientos personales, sino porque todos tenemos muchos motivos para estar enfadados por causas particulares o por causas públicas.

Lisis: El Testimonio del Acusador

Yo, así pues, señores jueces, no habiendo intervenido nunca en causas judiciales, ni por mí mismo ni por otros, ahora me veo obligado a acusar a este por causa de las cosas que han ocurrido. De modo que muchas veces he caído en un gran desánimo, temiendo que, por mi inexperiencia y desconocimiento, hiciera una acusación indigna en nombre de mi hermano y mío. Sin embargo, intentaré explicaros desde el principio lo más brevemente que pueda.

Céfalo: Una Vida Bajo la Democracia

Mi padre, Céfalo, fue convencido por Pericles para venir a esta tierra. Vivió treinta años y nunca, ni nosotros ni él, fuimos perseguidos en justicia por nadie, ni perseguimos a nadie, sino que vivimos en un gobierno democrático, en el que ni erramos contra otros ni éramos injuriados por otros.

Ante las Súplicas: Damnipo y Teognis

Habiendo llamado a Damnipo, le digo estas cosas: «Tú eres casualmente mi amigo. Llego a tu casa, no hago ninguna injusticia, pero yo muero a causa de mi dinero. Así pues, procura tú una fuerza favorable para mí, que sufro estas cosas, para mi salvación». Él afirmaba que haría esas cosas. Le parecía que era lo mejor pensar en Teognis, pues creía que él haría todo si alguien diera dinero.

Los Treinta Tiranos: La Condena de Polemarco

Los Treinta mandaron a Polemarco la orden acostumbrada entre ellos: beber la cicuta, antes de decir la causa por la cual estaba a punto de morir. Así, le fue negada la oportunidad de ser juzgado y defenderse.

Las Atrocidades de los Treinta

Ellos enviaron a muchos ciudadanos a las guerras; a muchos condenados a muerte los dejaron injustamente insepultos; a muchos que eran poseedores de derechos los despojaron de la ciudad; impidieron que las hijas de muchos fueran entregadas en matrimonio. Ellos habían llegado a tal punto de atrevimiento, y ahora vienen para defenderse en juicio, diciendo que no han hecho nada malo ni vergonzoso.

Eratóstenes se Defiende: Un Interrogatorio

«¿Llevaste a la cárcel a Polemarco o no?»

«Yo lo hacía temiendo las órdenes de los arcontes.»

«¿Estabas en el tribunal cuando se pronunciaron las palabras acerca de nosotros?»

«Estuve.»

«¿Acaso tú te oponías a los que ordenaban matarnos o nos defendías?»

«Defendía.»

«¿Para ser condenado a muerte o para que no fueses condenado a muerte?»

«Para la muerte.»

«¿Pensando que nosotros sufríamos injusticia o justicia?»

«Injusticia.»

Eratóstenes Incurre en Contradicción

«Entonces, tú, el más perverso de todos, ¿te oponías para salvarnos y, en cambio, lo arrestas para matarlo? ¡Y esto cuando la mayoría de nosotros éramos dueños de nuestra salvación y de nuestros bienes! Dices que tú te oponías a los que querían que nosotros fuésemos aniquilados, puesto que dependía solo de ti salvar a Polemarco y, sin embargo, lo llevaste a prisión.»

Eratóstenes: La Oportunidad Perdida y la Verdad Revelada

A Eratóstenes le era posible haber dicho que no se encontraba y, además, que no les vio. Pues estas cosas ni refutación ni prueba trajo consigo, de modo que no era posible ser refutado ni siquiera por sus enemigos que quisieran. Era necesario que tú, Eratóstenes, si realmente fueras mucho más honrado, te hicieras delatar para los que iban a morir justamente, en lugar de llevarlos a prisión injustamente. Ahora resultan visibles tus actos, no como los de alguien que está afligido, sino como los de una persona que se alegra por lo ocurrido.

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