El Ascenso y Consolidación del Imperio Romano: De Augusto a su Decadencia y el Mito de Ícaro

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La Transición al Imperio Romano y sus Primeras Dinastías

El Segundo Triunvirato y el Ascenso de Octavio

Después de la muerte de Julio César, Roma conocería un nuevo reparto de poder a través de un segundo triunvirato (43 a. C.) que estuvo integrado por:

  • Octavio, sobrino e hijo adoptivo de Julio César.
  • Marco Antonio
  • Lépido

Una nueva guerra civil se desató pronto entre los nuevos triunviros, en la que venció Octavio en el 31 a. C. De esta fecha data el tradicional comienzo del Imperio como tercer y último periodo en la historia de Roma.

El Principado de Augusto

Octavio pasó a ser conocido con el sobrenombre de Augusto (Augustus, el sacrosanto o venerable) y a tener en sus manos todo el poder en Roma. Se hacía reconocer con el título de Princeps civium et senatus, es decir, «el primero de entre los ciudadanos y senadores». A este primer periodo de la historia del Imperio romano se le conoce como Principado.

La propia seguridad del emperador aumentó al quedar instituida la escolta conocida como guardia pretoriana.

Administración Territorial del Imperio

Los territorios a los que nos referimos como Imperio romano fueron conquistados, en su mayoría, durante la República. Cuando Augusto llegó al poder, el Mediterráneo ya era un Mare Nostrum (Nuestro Mar). Impulsó la división de los territorios conquistados (cuarenta y cuatro provincias) en dos categorías:

  • Las provincias senatoriales (provinciae senatus et populi): aquellas sometidas al poder de Roma que no necesitaban de constante vigilancia. Estaban administradas por un gobernador nombrado por el Senado y no disponían de guarniciones militares.
  • Las provincias imperiales (provinciae Caesaris): territorios no pacificados, donde era necesaria la presencia de tropas que dependían directamente del emperador. Estaban gobernadas por un lugarteniente (legatus Augusti pro praetore).

Las Primeras Dinastías Imperiales

Dinastía Julio-Claudia (27 a.C. - 68 d.C.)

Durante esta dinastía, relacionada directamente con Augusto y sus sucesores inmediatos, el Imperio se afianzó. Se incorporaron los territorios de Egipto, Mauritania, zonas fronterizas de Germania (Alemania) y de Britania meridional (Inglaterra); esta última bajo el gobierno del emperador Claudio.

Dinastía Flavia (69 - 96 d.C.)

Se afianzaron los territorios de Britania (hasta Escocia, que era conocida como Caledonia).

Era de los Antoninos (96 - 192 d.C.)

Durante esta etapa, la Dacia (actual Rumanía) quedó incorporada al Imperio bajo el mandato de Trajano.

Dinastía de los Severos (193 - 235 d.C.)

No aportó nuevos territorios significativos. Para esa época, Roma, más que pensar en extender sus conquistas, estaba preocupada por defender sus fronteras (limes) de las incursiones bárbaras, especialmente a partir del siglo III d.C.

Decadencia y Caída

Inicio de la Decadencia del Imperio Romano

Siglo III d.C.

Caída del Imperio Romano de Occidente

Año 476 d.C. (Siglo V d.C.)


El Mito de Dédalo e Ícaro

Gracias a las narraciones de autores clásicos como Ovidio y Apolodoro conocemos la existencia de Dédalo, un prestigioso arquitecto ateniense que era a la vez inventor, escultor y constructor. En la isla de Creta hizo diversos trabajos para el rey Minos y tuvo un hijo que ha pasado a la historia junto a él: Ícaro.

Dédalo ayudó a Pasífae, esposa de Minos, a tener relaciones con un bello toro enviado por Poseidón, de cuya unión nació el Minotauro. El inventor tuvo que diseñar el famoso Laberinto para encerrar al monstruo antropófago, mitad hombre, mitad toro.

El rey Minos decidió castigar a Dédalo por ayudar a Pasífae y lo encerró junto a su hijo Ícaro en el Laberinto. Pero el inventor ideó la manera de escapar volando: construyó unas alas con plumas de ave unidas con cera. Antes de emprender el vuelo, Dédalo advirtió a Ícaro que no debía volar ni demasiado bajo, pues la humedad del mar impediría el vuelo, ni demasiado alto, pues el calor del sol derretiría la cera. Pero Ícaro, fascinado por la libertad que le permitía el hecho de volar, desobedeció a su padre y se acercó demasiado al sol, por lo que la cera se derritió, las alas se deshicieron y se precipitó al mar.

El Mito Hasta Nuestros Días

La historia de Dédalo e Ícaro ha pervivido en muchos y diferentes ámbitos, a menudo interpretada como una advertencia a aquellos que desafían las leyes de la naturaleza o los límites impuestos (hybris).

Desde el punto de vista literario, ya en la Edad Media, autores como Boccaccio relatan la aventura en sus obras. Pero el personaje que más ha cautivado a escritores y artistas ha sido el de Ícaro, pues su trágico destino ha servido de inspiración a pintores como Pieter Bruegel el Viejo, Henri Matisse, Marc Chagall o Pablo Picasso, y a escultores como Antonio Canova y Auguste Rodin.

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