El Arte de la Oratoria en la Antigua Roma: Retórica, Técnicas y Grandes Oradores

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La Oratoria en la Antigua Roma

Características del Género: Oratoria y Retórica

El arte de persuadir con la palabra se denomina oratoria, y el discurso, de cualquier tipo (político, judicial, religioso, etc.), recibía el nombre de oratio. El dominio de este arte se llamaba eloquentia; la teoría en que se basaba, aprendida y adaptada de los griegos, se llamaba rhetorica (del griego rhetor, orador).

El arte de utilizar la palabra en público con corrección y belleza, sirviéndose de ella para agradar y persuadir, tuvo en Roma un uso temprano y prolongado. El sistema político de la República, basado en la consulta popular, favorecía su desarrollo, y se mantuvo vivo mientras esta subsistió. En esa época, tenía una doble aplicación:

  • Era el medio más eficaz para imponer la propia voluntad y tener ascendiente sobre una masa que no sabía leer ni escribir. El buen orador tenía una poderosa arma política, ya que podía conseguir los votos de los ciudadanos e inclinar a su favor la voluntad del Senado.

  • La oratoria era imprescindible en las causas judiciales, donde el abogado debía inclinar a favor de su cliente la voluntad de los jueces.

Con la imposición de gobiernos basados en el poder personal, la oratoria, privada de libertad, languideció y se transformó en un puro ejercicio de retórica.

Técnicas Oratorias

La oratoria se convirtió en uno de los géneros literarios más evolucionados, principalmente a partir de la influencia griega (siglo II a. C.). En retórica, se distinguen tres escuelas o tendencias con distintos modelos de elocuencia, tomados del mundo griego:

  • Escuela ática: Su modelo era el estilo de los escritores de la época clásica de Atenas. Propugnaba una oratoria sobria y concisa, carente de artificio; consideraba que la mejor elocuencia era la que lograba una completa exposición de los hechos. Esta tendencia tuvo dos maestros: L. Calvo y Junio Bruto.

  • Escuela asiática: Seguía el estilo de la oratoria griega desarrollada en las ciudades de Asia Menor. Se caracteriza por su tono exuberante y florido, la exageración y numerosas figuras estilísticas. Su máximo representante fue Hortensio.

  • Escuela rodia: A partir del siglo II a. C., la isla de Rodas se convirtió en el mejor centro cultural del Mediterráneo oriental, destacando la retórica. Proponía un estilo próximo al asiático, aunque más moderado. En Rodas se formó Cicerón.

La Oratoria Antes de Cicerón

El primer orador del que tenemos noticias fue Apio Claudio el Ciego (siglo III a.C.), quien escribió discursos en griego con fines de propaganda política para el Senado y el foro. El primer orador del que tenemos fragmentos concretos es Catón el Censor (234-149 a. C.). En ellos, se observa su fuerza y vivacidad, defensor de las costumbres latinas frente a las influencias helénicas. Escribió más de 150 discursos; de unos 80 se conservan fragmentos. Sus discursos llamaban a la sencillez y a la sobriedad. Le interesaba más el contenido que la forma: rem tene, verba sequentur (domina el tema, las palabras vendrán detrás).

A partir del siglo II a.C., con la influencia griega, empiezan a florecer las escuelas de retórica en Roma. El círculo de los Escipiones fue clave en la asimilación de la literatura, filosofía y arte griegos. A Publio Cornelio Escipión le preocupaban los valores morales, pero se mostró receptivo a la cultura griega y escribió discursos elegantes, breves y sobrios.

También destacan los hermanos Gracos, Tiberio y Gayo, que usaron la oratoria para promover un gobierno más popular, contra la oligarquía y el Senado. Tras su asesinato, destacan Marco Antonio y L. Craso, aristócratas considerados por Cicerón como grandes oradores. Hortensio, contemporáneo de Cicerón, fue su principal rival en los tribunales.

Cicerón (106-43 a.C.)

En el siglo I a.C., Roma vive un renacimiento cultural, con Cicerón como figura insigne. Conocedor y admirador de la cultura griega, pero profundamente romano, adaptó las ideas helénicas a la tradición romana. Alumno de célebres oradores y juristas, pronunció sus primeros discursos judiciales tras el triunfo de Sila. Siguió el cursus honorum; su consulado se destacó por su éxito contra la conjuración de Catilina. Se retiró de la política cuando César derrotó a Pompeyo y se dedicó a las letras y la filosofía. Tras el asesinato de César, volvió a Roma y pronunció catorce discursos, las Filípicas, contra Marco Antonio, que le costaron la vida.

La Obra Oratoria de Cicerón

Cicerón, principal representante de la oratoria romana, llevó la prosa latina a la perfección. Pronunció infinidad de discursos; publicó muchos, tomados taquigráficamente y luego retocados. Se conservan más de 50. Su obra muestra una total entrega a la literatura y al arte del bien decir. Sus discursos se dividen en judiciales y políticos. Entre los judiciales destacan:

  1. In C. Verrem, siete discursos contra Verres, gobernador de Sicilia.

  2. Pro Archia poeta, defendiendo al poeta y la poesía como vehículo de la humanitas.

  3. Pro Ligario, en defensa de un opositor a César.

  4. Pro Milone, defensor de quien mató a Clodio.

Entre los políticos destacan Las Catilinarias, cuatro discursos contra la conjuración de Catilina, y Las Filípicas, 17 discursos contra Marco Antonio.

La Obra Retórica de Cicerón

Además de su brillante oratoria, escribió obras recapitulando el saber retórico griego, la historia de la oratoria romana y su experiencia. Destacan tratados como De oratore y Orator, donde desarrolla sus ideas sobre la formación del orador. En Orator describe los tres estilos: sencillo, moderado y sublime. Para él, el orador ideal domina los tres. También describe las fases de la elaboración de un discurso.

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