El Arte del Montaje Cinematográfico: Principios y Prácticas
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El Arte del Montaje Cinematográfico: Principios y Prácticas – Danilo Glasse
Introducción
El valor de las reglas como un consejo, fruto de experiencias asimiladas. Cada film es diferente, nos propone algo nuevo, sin leyes previas.
Es práctica la capacidad para analizar, esclarecer y manejar los elementos de una estructura, crear y manejar un ritmo, y ordenar el relato en un fraseo sólido y eficiente.
Tiempo, espacio y movimiento: verdadera materia prima de nuestro trabajo.
No existen definiciones, o existen demasiadas. El montaje no se puede enseñar, sólo aprender.
La obra se justifica a sí misma por el valor de su forma, no por su argumento. Es fundamental que el montajista pueda profundizar en el manejo de esas formas hasta hacerlo casi automático.
Capítulo I
Primer paso: escribir un guión para informar al resto del equipo qué se quiere hacer
En esta etapa, el director traza una acción que denomine todo el film para después dividirla en varias unidades, varias acciones menores, fundamentadas por aquella totalizadora.
Es necesario destruir aquella unidad que mostraba la idea original. Desmenuzarla, analizarla en cada detalle, después reconstruirla y trasladarla al mundo de los demás.
Imprescindible establecer una estructura narrativa con distintos puntos de interés. Fijar criterios plásticos y sonoros. Una forma que debe crecer a partir de la idea original.
Desde el principio se presentan decisiones que influirán en el futuro montaje.
El autor percibe una imagen que plasma emotivamente el tema. Su tarea es convertir esa imagen en dos o tres representaciones parciales que en conjunto devuelven al espectador esa imagen sintética, original de la cual partió el autor.
Es un error pensar en el resultado en vez de pensar en la acción que debe prepararlo. Evitando la acción se obtiene un producto forzado.
Segundo paso: integrar al equipo al productor. Conseguir dinero y manejarlo
Luchar permanentemente por sus ideales originales, en medio de la carrera de obstáculos que significará su materialización.
Cada integrante del equipo tiene su aporte que hacer.
El montajista debe saber sobre todas las áreas.
Otro escalón del camino de la producción: el desglose.
La relación entre montajista y director es profesional y, a veces, de amistad. El montajista trabaja siempre en la totalidad del film, hasta que se estrena junto al director.
El director debe establecer un criterio sobre la manera en que definirá las acciones dramáticas de su film y la manera en que las tratará. El trabajo de montaje mejorará tanto en profundidad como en precisión. El director debe pensar cómo articular la narración, dónde va a enfatizar, con qué medios en imagen, tiempo y sonido, las unidades de acción en que va a dividir su historia. Qué planos asigna a cada acción y por qué, cómo fragmentar esa acción y por qué no fragmentarla, dónde la historia necesita un descanso, cómo y cuándo termina. Ahí empieza la tarea del montajista, primero acompañando y entendiendo, aportando una visión no contaminada por los antecedentes.
Es en el montaje donde surge la visión del director.
En la contraposición de dos elementos en el montaje, no se percibe la suma de ellos, sino el resultado.
Cuanto más densa sea la red semántica contenida en cada toma, mayor riqueza surge de las combinaciones. A veces, es un problema para el montajista ser consciente de esta riqueza.