El Arte Medieval: De la Pintura Románica a la Escultura Gótica y el Renacimiento de Giotto

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Pintura Románica: Un Espacio Interior Simbólico

Las iglesias románicas, ya sean grandes conjuntos catedrálicios, iglesias abaciales o pequeñas ermitas y parroquias, configuran un espacio interior simbólico que debe colmar todo el contenido espiritual del ser humano del medievo. La pintura románica debe ilustrar al hombre de la época sobre el contenido esencial de las Sagradas Escrituras, de una forma clara para que la imagen sea el vehículo de transmisión intelectual.

La expresión plástica es esencial en esta época, ya que se refiere a los interiores de las iglesias. La pintura es la principal protagonista, ya que une a su valor simbólico y narrativo el efectismo del color, contribuyendo decisivamente a recrear el ambiente del misticismo sobrenatural que envuelve al cristianismo de la época.

El arte, más concretamente la pintura, no pretende reproducir un entorno real. La pintura románica prevalecerá su valor expresivo, su valor narrativo y su valor simbólico. Para conseguirlo, se perfilan las figuras con gruesos trazos y se aplican colores planos y llenos de vigor, tanto que del propio color surge una intensa luminosidad pictórica, como una luz que proviene desde las figuras y no desde el exterior. Esto contribuye al simbolismo místico de concebir la luz como la luz espiritual, como la luz interior.

No hay movimientos reales en las imágenes. Se descienden de cualquier vinculación realista a relaciones de proporcionalidad o recursos de perspectiva. Se busca la grafía clara y se simplifican las imágenes en un esfuerzo magnífico de sintetización, enfatizando los símbolos con efectos de color. Se recurre a todo tipo de convencionalismo propios de un arte ideográfico: pies en V, pliegues simétricos y repetición paralela de los gestos.

Las composiciones son simples. Se tiene un especial cuidado en localizar los temas con una estricta jerarquía. En el ábside central aparece el Pantocrátor o la Virgen, mientras que en los muros laterales se encuentran narraciones del Antiguo y el Nuevo Testamento, cuya lectura debe hacerse habitualmente de izquierda a derecha y de arriba abajo. La pintura románica se considera, con razón, una auténtica Biblia en imágenes.

La técnica predominantemente utilizada es el fresco. Los soportes pictóricos son las propias paredes del edificio y, en ocasiones, la pintura en tabla, sobre todo en los antipendios o frontales de altar.

Escultura Gótica: Evolución y Liberación

Según va avanzando el tiempo, la escultura gótica, en una evolución de las culturas románicas, lucha poco a poco por desprenderse de la dependencia que la ata a la arquitectura, ganando cierta movilidad. Se empieza a dejar sentir el cambio social y religioso que también está afectando a la concepción de la arquitectura, y por ello los modelos más naturalistas. La sensibilidad de ahora es la de una sociedad más abierta y liberal.

Se va gestando así la cultura del periodo gótico, cambiando radicalmente los temas tratados y sus soluciones formales. Arquitectura y escultura siguen su íntima vinculación en este período. La escultura monumental comienza a liberarse del férreo marco arquitectónico, adquiere mayor movilidad y naturalismo.

Por otro lado, frente al sentido caligráfico de figuras y ropajes, se acentúa ahora el sentido volumétrico de las figuras, adoptando relaciones de diálogo entre ellas, creando un espacio propio mediante el juego entre volumen, hornacinas y docelletes que las enmarcan. Se abre paso a un naturalismo o realismo gestual gracias a la utilización de una sonrisa medio esbozada muy característica.

La temática varía, aunque las imágenes siguen con su intencionalidad didáctica. Son representaciones de los dogmas de la fe cristiana, pero bajo una distinta concepción. Los temas de las portadas se multiplican y adquieren mayor profundidad e importancia, siguiendo en los tímpanos su centro. Los ciclos temáticos más usuales son el juicio final o Cristo triunfante, escenas de la vida, dormición, Asunción y coronación de la Virgen, y la vida de los santos más importantes o de mayor tradición en la localidad o región.

En las arquivoltas, se despliegan coros angélicos o los ancianos del Apocalipsis. Destaca como tema nuevo la representación de María, que cobra un especial protagonismo bajo la nueva sensibilidad de la época como encarnación de un mundo utópico que huye del dolor y del sufrimiento. Se añaden imágenes coronadas o Santos en las jambas como protectores de Dios para el hombre, y representados de forma idealizada.

Elementos ornamentales como docelletes coronando las figuras, gabletes sobre las puertas y pináculos en los remates del edificio van recargando el conjunto de los edificios góticos, otorgándoles así un tono cada vez más barroco. Se advierte una tendencia a colocar gran parte de los programas figurativos al exterior del edificio, especialmente en las portadas, más decoradas que en época románica.

La escultura gótica se desarrolla también en los retablos de los altares, que adquieren gran monumentalidad, en la sillería de los coros y el muro que los rodea, y en los sarcófagos, reflejo de la importancia del tema de la muerte, llegando al retrato independiente de motivos religiosos.

Pórtico de la Gloria (Santiago de Compostela): Un Antecedente Avanzado

El Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela constituye uno de los antecedentes más avanzados de las nuevas tendencias de la escultura monumental. Anterior a la actual pórtico existía una portada monumental en el acceso occidental de la catedral, que era con los conjuntos de Platerías y de la Azabachería. Esta puerta será sustituida por otras posteriores, quedando sus piezas perdidas o repartidas entre las originales de Platerías.

El maestro Mateo acomete en el último tercio del siglo XII, en pleno apogeo del Camino de Santiago, la construcción de una portada monumental que delata ya un cambio estético. Para realizar su proyecto, debe prolongar los pies de la Catedral y salvar el desnivel existente, construyendo la famosa cripta que sirve de basamento a la portada.

El pórtico se articula alrededor de tres grandes arcos: el central está dividido por un par de luz que representa el Árbol de Jesé, sobre el que aparece Santiago acogiendo al peregrino en una representación muy idealizada. El tímpano aparece Cristo juez, para diferenciarlo de Santiago, con los brazos abiertos y rodeado de los evangelistas. El remate, identificado con la Jerusalén Celeste, engloba las imágenes de los elegidos, Ángeles y bienaventurados en las arquivoltas, y los veinticuatro ancianos afinando los instrumentos.

Los arcos laterales carecen de tímpano y se identifica a Adán y Eva y el cautiverio de las tribus de Israel en la izquierda, y a la derecha el juicio final. En las pilastras que separan los arcos, como los arcos exteriores, se utilizan estatuas-columnas que representan diversos personajes: profetas a la izquierda y apóstoles a la derecha. Son imágenes que se mueven y giran la cabeza, perdiendo el hieratismo del románico.

Finalmente, en la parte inferior del parteluz, de espaldas al pórtico y de frente al altar de la catedral, se representa un personaje arrodillado que se golpea el pecho en actitud penitente, y que es el propio maestro Mateo que pide perdón por su obra.

El pórtico resulta en conjunto una obra excepcional. Es una talla renovadora con calidades únicas, que se adelanta a su tiempo en la configuración de un nuevo estilo. Destaca su naturalismo, acentuado por su cromatismo y la liberación de las esculturas. El tratamiento anatómico es mucho más realista, los pliegues son enormemente dinámicos con caídas elegantes y muy naturales. El volumen es mayor y, añadido a la sonrisa perpetua que alegra todos los rostros, está cargando ya la escultura de un tono humano y más sensible que se la característico de la nueva estética de la escultura gótica.

Matrimonio Arnolfini de Jan van Eyck (Londres): Un Testimonio Documental y Simbólico

El cuadro Matrimonio Arnolfini representa el escenario de una cámara nupcial. Se trata de dos esposos: Juan Arnolfini y Juana de Cenani. Se trata de un auténtico testimonio documental de los esponsales de estos novios, de lo cual da fe el propio pintor con su cuadro y con su firma encima del espejo del fondo de la habitación.

El propio pintor se autorretrata en dicho espejo, aprovechando para introducir la figura del autor en su propia obra, dando mayor valoración del artista y de la importancia del arte, un detalle realmente novedoso para la época.

La representación de un interior es muy habitual en la pintura flamenca, pero además, en este caso, adquiere todo el simbolismo que otorga la representación de una alcoba a esta unión matrimonial.

La pintura destaca por el protagonismo que se otorga a la línea, utilizando la luz y por su naturalismo delicado y de una minuciosidad exquisita. Las líneas actúan como elemento compositivo, todas convergen hacia el fondo en un esquema de perspectiva lineal. Esta perspectiva se amplía gracias al efecto singular del espejo del fondo, ganando así profundidad.

Esta configuración se completa en la pintura flamenca con la acción de la luz. Esa luz brillante y con veladuras que provoca la técnica al óleo crea una atmósfera en la que parece representado el aire. La luz proviene de la ventana izquierda, creando así un eje lateral que dinamiza la escena.

La técnica al óleo consigue finalmente unas calidades casi palpables en los objetos, que se advierte especialmente en la minuciosidad y detallismo de los aspectos más pequeños. Se llama realismo sensorial.

Esta pintura sirve de testimonio eterno de la unión matrimonial, como todo el cuadro se configura como un repertorio simbólico que atestigua y da fe del hecho representado. Todo tiene su valor simbólico:

  • La lámpara, con una sola vela encendida, alude a las llamadas sagradas de Cristo, que parece así bendecir la unión.
  • El espejo, símbolo de pureza de la mujer que acude virgen al matrimonio.
  • Los tondos que rodean el espejo ilustran, en un alarde de minuciosidad del pintor, diversas escenas de la Pasión de Cristo, que se vuelve a insistir en el valor sagrado de esta unión.
  • Sobre la cabecera de la cama aparece representada Santa Margarita, como patrona de los partos.
  • El perrito es símbolo de la fidelidad.
  • Las zapatillas recogen el simbolismo de asistir a un ritual sagrado, los retratados están descalzos.
  • La fruta que aparece en la consola junto a la ventana, símbolo de inocencia frente al pecado.
  • Los propios esposos están posando en un gesto de bendición.

Todo ello completa la simple valoración pictórica de la obra, otorgándole así una dimensión simbólica de una enorme complejidad intelectual.

Descendimiento (Museo del Prado): La Obra Maestra de Van der Weyden

El Descendimiento es una obra maestra de Rogier van der Weyden. A pesar de su calidad, es una obra primeriza, bastante influida por su maestro Robert Campin.

Es una pintura al óleo que representa personajes de formas rotundas, escultóricas, de tamaño casi natural en primer plano, como únicos protagonistas de la escena que llena todo el espacio. La composición resulta muy teatral. Se recrea en los personajes y prescinde de los elementos como el paisaje, así una obra más escueta y concisa.

Los personajes se agolpan en un angosto espacio dorado que impide la distracción y favorece la concentración en la escena. Consigue transmitir sensación de profundidad y corporeidad al conjunto. La composición es perfectamente equilibrada por un eje central marcado por el madero de la cruz, el ángel que lo descuelga y José de Arimatea.

Existen dos líneas ondulantes y paralelas formadas por el cuerpo de Cristo muerto y por el de la Virgen que se ha desmayado. El resto de las líneas son verticales. Presenta una estructura cerrada delimitada en sus extremos por las dos figuras curvadas a modo de paréntesis (San Juan y una de las tres Marías) y la reiteración de actitudes en dos parejas de figuras: las dos de pie que flanquean a Cristo (una de las tres Marías y Nicodemo) y, muy especialmente, a las dos protagonistas, Cristo y la Virgen.

Este elemento compositivo es la reiteración formal entre Cristo y la Virgen: una y otra figura se disponen paralelamente, repitiendo la postura, una está vestida, la otra desnuda, el uno moribundo, la otra desmayada, una en color frío, el otro cálido, ambos con el brazo yerto. Esta disposición en conjunto señala un óvalo central que termina de cerrar toda la estructura compositiva.

En cuanto al dramatismo expresivo, surge de los mismos gestos de los personajes, de la veracidad de los rostros, a veces exagerados (como Magdalena), de la propia ambientación, nube y escenográfica, y, por supuesto, aparecen los paños a base de pliegues duros con marcadas aristas que definen una estética muy característica del mundo flamenco. Los llamamos"plegados flamenco".

La calidad técnica de esta obra es verdaderamente inigualable. Es posible discernir las diferentes calidades y materiales de los que están hechos los ropajes. La obra probablemente ocuparía la tabla central de un tríptico encargado por el gremio de Ballesteros de Lovaina. Posteriormente, la adquiriría María de Hungría y finalmente pasaría a la colección de Felipe II.

Giotto: El Iniciador de la Pintura Moderna

La pintura del Trecento italiano rompe con la tradición del período gótico, rígida y simbolista, y apuesta ahora por la belleza naturalista y el juego de volúmenes. En este ámbito destaca la figura extraordinaria de Giotto di Bondone.

Giotto inicia en Florencia una revolución pictórica basada en un naturalismo sólido de volúmenes perfectamente conseguidos, imitando a la escultura gótica. Introduce la sensación de profundidad y de espacio sobre la superficie plana de sus pinturas. Su pintura es de una gran vitalidad y monumentalidad, por lo que se considera el iniciador de la pintura moderna.

De Giotto sabemos que su pintura tuvo un gran éxito en su época, unido a su habilidad como negociante, le convirtió en un hombre adinerado. Sus mejores obras se realizan al fresco en los muros de las iglesias de Florencia, Asís, Nápoles, Roma, etc.

Las pinturas de Giotto prescinden de elementos meramente descriptivos o narrativos y se preocupan únicamente de lo esencial de la escena. Sus trazos son robustos y sus volúmenes sólidos.

Otra característica de Giotto es su preocupación por recrear escenas con un patente tinte dramático. Lo consigue a través de sus famosos ojos rasgados, mirada penetrante, concentrada, profunda, y su perfecta interrelación psicológica conseguida a través de las miradas y sus labios entreabiertos expresivos.

Por otro lado, la pintura es puro modelado, cuyo oscuro esos volúmenes con sensación de masa le otorgan una notable fuerza expresiva. Esta concepción volumétrica es consecuencia de una utilización precisa de la luz que modela las figuras y se convierte así en un elemento compositivo esencial. Todo ello permite definir su pintura como solemne y monumental.

Aun quedan ecos medievales en sus composiciones. Es una pintura de un naturalismo lleno de expresividad y vigor, en la que el ser humano adquiere ya un carácter protagonista. Se impone la modernidad de sus recursos para crear un espacio convincente en la representación del volumen y la profundidad, gracias al asombroso y la aparición de un marco real al dejar los fondos planos y optar por paisajes rurales y urbanos esquemáticos.

Sus obras religiosas destacan los frescos de la Capilla de los Scrovegni en Padua y los frescos de la iglesia de San Francisco en Asís. Nos presenta como Dios se manifiesta a través de las acciones y los hechos de los santos.

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