El Arte de Leer: Interpretación, Influencia y Creación de Significado en Textos

Enviado por Chuletator online y clasificado en Español

Escrito el en español con un tamaño de 18,9 KB

Dimensión de la Lectura

Los procesos de lectura no son excluyentes; pueden coincidir distintas capas de lectura, desde tu conocimiento sobre el tema hasta quién puede estar implicado o cómo me puede afectar. Podemos encontrar muchos "yoes" que te hacen reflexionar: yo como estudiante, yo como persona con una ideología, yo como andaluz... No se trata de algo aséptico, no se trata de un objeto que estaba ahí antes, de que haya una noticia que interpretamos como queremos. La lectura es parte del proceso, porque alguien lo ha hecho de manera que se note. Es relevante la influencia que la otra persona ha querido tener. Y, al mismo tiempo, es lo que la persona que lee quiere saber, quiere abrirse... La lectura es la forma en la que nos hacemos partícipes del proceso comunicativo, es decir, corresponsabilizarnos con aquello que estamos leyendo, aunque, claro está, no de manera proporcional. Es la manera en la que el sujeto se incorpora al texto. Es una forma de participación, como puede ocurrir con la gastronomía. El que lo consume es una parte fundamental porque, si no lo hace, no se completaría su finalidad. Pues el texto tiene un proceso semejante; la interpretación es la manera en la que te relacionas con la otra persona a través de este. La lectura del lector nutre al texto, lo dota de sentido y lo hace objeto social, lo completa. El simple hecho de acceder a un texto ya formaría parte de esa interpretación, de manera que leer implica también la producción de otros textos que tendrán como referencia los que se han leído con éxito.

¿Qué es Leer?

Leer es hallar algo en un texto, es culminar un espacio abierto. Nos preocupamos en la medida en la que la gente suele entender las cosas, accede a las cosas, es decir, nos preocupamos por el otro. También nos sirve para anticiparnos; producimos para que sea leído. Quien escribe siempre debe hacerlo pensando en la forma en la que el otro va a leerlo. Por eso, la mejor manera para aprender a escribir es leer, es hacerlo pensando en quién lo leería. Si yo me pongo en los zapatos de quien lo vaya a leer, probablemente lo haga mejor. Todo lo que rodea al texto debe considerarse en la lectura como parte constitutiva del mismo. A menudo, los actos de lectura son rutinarios porque no son individuales, son parte de estructuras sociales. Un ejemplo para entender esto es con lo que haces en clase: saber cómo de atento tienes que estar, si tienes que aprovechar la clase al máximo o no... No tengo que tomar decisiones cada vez que voy a clase, sino que hay un modo acostumbrado de hacer las cosas. Con respecto a esto, nosotros tendríamos que plantearnos cómo se consume el periodismo, relacionado con aquello que veíamos de si nos corresponde. De manera que, cuando hablamos de lectura, la situación no es tan sencilla como que cada uno lee lo que quiera; estamos abocados a los textos, el lector no es accidental. Hay cosas que nos corresponden y que no, que nos llegan y que no. Leer se puede entender como culminar una propuesta, somos llamados por alguien para hacerlo. Alguien en otro momento y en otro lugar, a menudo sin relación contigo, te ha querido decir algo y ha coincidido con que tú estás interesado. Y hay noticias que estamos abocados a leer, y otras en las que tenemos que forzarnos para leerlas. Se trata de una especie de habilitación, que tiene que ver, por ejemplo, con las noticias de prensa rosa, donde ocurre lo contrario. Estamos tan acostumbrados a que nos pertenezca saberlo, que ahí tenemos que forzarnos a no leerlas. Tenemos que calcular que, de algún modo, cuando hacemos un texto, la otra persona se va a encontrar con nosotros, y no solo con lo que el texto contiene, sino con lo que tú quieres decir. De hecho, en ocasiones, después de la lectura, no hay ninguna enseñanza práctica más allá del propio proceso, de haber estado. De manera que el acto de leer supone mucho más que leer, supone encontrarnos a nosotros. Por tanto, puede ser lo más importante, saberse lectores, tener esa conciencia de ser algo, de pertenecer a algo. Hay una serie de preguntas que no tenemos que hacernos cada vez que leemos, porque pertenecemos a un grupo, porque viene dado por nuestro contexto. En esa línea podría estar por qué se lee, qué se lee, cómo se lee... que viene dado por pertenecer a una edad, a una región... Por tanto, la lectura está socialmente determinada por una serie de esquemas sociales que tenemos ya almacenados. Y, por eso mismo, los textos conllevan a los lectores. No elegimos leer un texto, los textos determinan quiénes lo van a leer. Un texto de economía te dice que te estás equivocando, que el problema eres tú, al no entenderlo, cuando realmente, al estar en un lugar público, deberías entenderlo. Eso nos enseña la medida en la que los textos hacen a los lectores y están ahí por algo; no es algo circunstancial, sino que es algo que te "elige" a ti como lector. Se trata, por tanto, de un acto social, sirve para socializar. Te preocupas de lo que le importa a la gente de tu entorno, de tu círculo. Y el ejemplo de leer medios de comunicación, que es un hábito que viene dado por la edad, que sirve para expresar cómo te relacionas con los demás. En este proceso de la lectura, nos encontramos en un espacio social con nuestra proyección de nosotros mismos, mismidad, y la ponemos en común con la de los demás, con las otredades. Esto quiere decir, según Augé (El sentido de los otros), que yo pongo en relación quién yo soy y quiénes son otros, y cómo se diluye mi forma de ser en lo que los otros son. Tienes que ver con cuánto te identificas con los demás, cuánto minimizas tu forma de actuar en base a lo que hace la gente. Cada vez que tú consumes un texto, se pone en juego el eje de pertenencia o identidad (dónde estoy, quién soy...) y el eje de relación o alteridad (cómo me relaciono, con qué, con quiénes...). Es decir, hay una puesta en escena del ser en el grupo que tiene que ver en cuanto a que lo que les pasa a los demás me concierne, y el modo en el que les preocupa a los demás también me preocupa a mí. Con lo cual, preocuparte por los demás es una forma de socializar.

Interpretar un Texto

Hay dos grandes posibilidades respecto a la lectura: expandir o acotarse. La respuesta está en el grupo. De hecho, los textos nunca se entienden como una propuesta de alguien, sino como una proposición al grupo. Se puede entender, por tanto, que interpretar es acotar, ordenar, limitar o restringir el sentido de un texto. De manera que sería un texto con éxito cuando conozcas las restricciones y los hábitos de las personas. O se puede entender como expandir, abrir el texto, proyectar a los otros en él, lo cual puede llevar a dudas sobre la oportunidad de la interpretación una vez te encierras en una lectura interesada.

La cuestión es que la manera en la que yo me cuestione lo que me están diciendo te hace pensar que todo puede ser cuestionable, que todo puede ser mentira, y eso te puede hacer incluso replantearte tu propia ideología. Tendemos a pensar que quien nos cuenta algo es un mediador para el grupo, elegido por todos. Entonces, cuando eso falla, te hace replantearte cuántas veces nos habrán engañado.

Se plantea que la lectura hace, de una forma o de otra, al texto. De manera que esto puede llevar a obligar al texto a decir lo que queremos que diga. Es lo que se llama dictadura del lector. Uno de los aspectos más propios del periodista es saber qué le interesa a tus lectores, qué quieren tus lectores que hagas y que escribas. Eso tiene otra cara de la moneda, esa dictadura. Los lectores, de manera inconsciente, hacen que los productores hagan determinados textos. Con la telebasura ocurre, se plantea si la hacen porque quieren o porque los espectadores los obligan. Los lectores pueden hacer que un personaje de determinado programa aparezca o desaparezca.

No hay lecturas erróneas, sino desafortunadas o poco coincidentes con respecto a la mayoría. La posibilidad de establecer una relación productiva entre emisor y receptor es la que distingue que un texto sea idóneo o inapropiado; es, por tanto, lo que entendemos de ellos, el efecto que nos produce, respecto a lo que queremos.

Hay dos conceptos importantes: armonía y distorsión. Y en esa línea destacan Iser y Umberto Eco. La primera idea es definida por Iser, y plantea que para saber cómo se lee un texto hay que seguir la línea del sentido común. Aunque se pueden leer de muchas formas, normalmente se leen de una forma que respeta la estructura del sentido común, es lo que él denomina la armonía. Es un principio cooperativo; si entras en una iglesia y no guardas silencio, no estás llevando a cabo esa armonía. Los textos deben interpretarse no solo leyendo las palabras, sino también interpretando.

En relación con esto, Umberto Eco desarrolló el de aberrancia, que tiene que ver con la distorsión. Es la diferencia entre lo que alguien me ha querido decir, ha previsto que yo interprete, y lo que yo he terminado interpretando. Plantea que, legítimamente, podemos entender lo que queramos, con lo cual no hay lecturas erróneas, pero solemos consumir las cosas en base a lo que hace la mayoría. Las interpretaciones que se salen de lo que el autor quería se consideran decodificaciones aberrantes. No es que tú te equivoques de la lectura, cualquiera es válida, lo que hay, por tanto, es una distorsión. Lo que pasa es que tú notas que no lo entiendes como crees que lo hará la mayoría.

Según Bourdieu, se puede producir por dos motivos. La hipótesis deficitaria, que podemos no entenderlo porque nos falten conocimientos; y la hipótesis diferencial, que plantea que, dependiendo de quiénes seamos, dónde vivamos..., podemos tener problemas interpretativos. Es durísima porque habla de la brecha de clases, lo que viene a significar que, por más que estudiemos y muchísima capacitación, es posible que las condiciones de nuestra crianza y formación afecten a toda nuestra vida.

Teorías de la Interpretación

Hay un concepto importante en esta línea, la hermenéutica. De una manera simple, se puede entender como aquella disciplina que corresponde a todos los mecanismos de interpretación de las cosas, a través de la cual se accede al conocimiento. Dos de sus principios más importantes son la clausura textual y la desautorización del autor.

La primera plantea que un texto se culmina en la interpretación; las condiciones de interpretación deben ser tenidas en cuenta en la formación del sentido final. Esto es interesante porque nos vuelve a llevar la atención a las condiciones en las que un texto se interpreta. Debemos interesarnos por cómo se van a leer, cómo, bajo qué condiciones, en qué contexto... Producir un texto conlleva que va a ser interpretado. Nos interesa también en la medida en la que puede haber una estrategia en hacernos sentir que no participamos de algo, como que estamos equivocados al no leer medios de comunicación.

El otro punto importante es la desautorización del autor, que plantea que lo que diga el que escribe el texto es una lectura más, y a menudo no es la mejor. Esto nos lleva a la idea de que "el cliente siempre lleva la razón", entendido cliente como alguien que lo ve y lo disfruta. Tú has podido ser un genio, pero en el momento en el que sale de ti, es la gente la que tiene que decidir la dimensión de eso.

Discurso Referido (Práctica 4)

Son básicamente las citas, la forma en la que yo me refiero o puedo ser referido por otra persona. Hay un primer y un segundo sujeto enunciador. Sirve, sobre todo, para valorar la autoridad de las palabras, para quitarte la responsabilidad. Todos conocemos las posibilidades, las directas y las indirectas, pero realmente hay más:

  • Marlaska ha dicho: “Mañana voy a ir a Sevilla” (estilo directo)

El texto pertenece al enunciador 1. Tengo un relato y, dentro de él, cito al enunciador 2 y a su relato. Hay un relato principal y otro subsidiario o secundario. En el periodismo, es un recurso vital porque produces el efecto de que tú recoges de la manera más fiel posible la realidad que la otra persona ha transmitido. Pero, claro, surge la cuestión de si la persona se equivoca, si utiliza un término erróneo “ella la dijo”. Ahí, lo que interviene realmente es lo que tú quieras decir, pero, aun así, en teoría, no se puede utilizar. Para ello, debes utilizar (sic) detrás de las declaraciones. Se utiliza porque representa la máxima pureza, no hay manipulación, es mi texto, pero con sus palabras y forma de expresarse.

Sin embargo, desde el punto de vista del análisis del discurso, la citación directa representa una mayor manipulación que las citas indirectas, porque cuando pones una cita directa, estás poniendo lo que tú quieres; las palabras que vas a mostrar están condicionadas por tu desarrollo de la proposición.

  • Marlaska ha dicho que mañana va a ir a Sevilla (estilo indirecto)

Se quitan las comillas, los dos puntos, y tienes licencia incluso para cambiar el tiempo del verbo, y también el propio verbo, porque el sentido de la proposición lo tiene el enunciador. Hay dos cuestiones importantes aquí. La primera es que hay un verbo de decir (ha dicho, ha expresado, ha confirmado, ha declarado...) o un verbo que hace sus funciones. La segunda es que solo hay un enunciador que no reescribe, sino que interpreta, traslada, parafrasea la declaración. Equivale a decir: "lo traigo sin cambiarle el sentido". Para identificar cuándo es un indirecto, debemos poder pasarlo fácilmente a directo. Aquí, por tanto, la referencia solo eres tú, hablando de lo que el otro haya dicho.

Parece que esto es más subjetivo, pero en realidad es mucho menos posible de manipulación. De manera que es muy evidente que el periodista es el que lo ha decidido, ha decidido el sentido y demás. En el directo, no parece esto, cuando realmente sí lo es. Puedo pensar que no es más objetivo, pero es menos subjetivo o, al menos, da esa sensación.

  • Marlaska piensa venir mañana a Sevilla (estilo indirecto libre)

Es muy habitual en el periodismo. Es aquel en el que el estilo indirecto se diluye porque no hay un verbo de decir, sino uno asimilable a él. En el ejemplo, no hay un verbo de decir, pero el modo de expresarlo implica que alguien ha dicho algo, que el periodista ha interpretado. Ahí ya no puedes recomponer las palabras del enunciador 2. Es sumamente intervencionista porque te vales de las palabras del otro, porque puede ser una interpretación en base a unas palabras.

  • Marlaska ha dicho que irá a Sevilla “mañana” (liminalidad)

Proviene del latín, y significa fronterizo, estar en el límite. Se produce en la combinación entre el estilo indirecto o indirecto libre y pequeñas partes del estilo directo, y tiene que ver con las comillas. Estas se usan para préstamos, para palabras inventadas, malsonantes, para cambiarle el sentido con la ironía. El ejemplo es cuando las usamos hablando y hacemos el gesto con las manos. Y con esa posibilidad, mezclada con el estilo directo, juega la liminalidad. En el ejemplo, recogen una parte de las palabras en estilo directo, y el resto en el indirecto. Con eso, llamas la atención o focalizas unas determinadas palabras.

La liminalidad es porque resalta una parte o porque es una parte directa del discurso de la persona. Si hay un verbo, suele tener sentido, entonces no puedes darle énfasis ni cambiarle el sentido. La diferencia entre el estilo directo o no es si hay sentido completo en las comillas. No te quedes con que deba tener verbo o no, sino si tiene sentido por sí mismo. En ocasiones, se encuentra dentro del estilo indirecto libre.

Hacia una Lectura Idónea

El esfuerzo de un intérprete debe estar en contextualizar el texto para no apropiárselo y usarlo a su favor, entenderlo en el contexto en el que fue concebido. Se habla, por tanto, de que se debe ver el “aura” del texto, como planteaba W. Benjamin, y se debe analizar sin que esta se rompa, manteniendo su integridad discursiva. Hay autores que plantean que los textos tienen instrucciones para su interpretación de manera muy determinada. Otros autores hablan de marcas de consistencia textual que guían nuestros actos de lectura. La duda ahora sería, por tanto, hasta dónde hay que leer, hasta dónde hay que interpretar.

Una de las propuestas para saber hasta qué punto se lee un texto es lo que plantea Ginzburg: guiarnos a través de los indicios. Son huellas que el autor deja de manera inconsciente. Plantea, por tanto, esta teoría de los indicios, que nos fijemos en cosas que no se fija quizá ni el autor.

Ejemplo con las obras de arte y las falsificaciones: en lugar de fijarte en aspectos más formales, fíjate, por ejemplo, hacia dónde va la pincelada (aplicado a la escritura). Hay que mirar algo que está por encima de lo que haría y de lo que el propio autor sabe. Esto lo transportan a la medicina, porque los síntomas pueden ocultar la enfermedad.

Pues en el análisis del discurso se aplica igual. Si te llega algo muy claro, intenta mirarlo de otra forma. Se habla de los indicios como una zona privilegiada. Esta teoría propone, por tanto, renunciar al texto en su plenitud para fijarnos en ciertos detalles que nos conectan con él.

En relación con estos indicios, Umberto Eco nos dice que los textos tendrían una mejor forma de leerse, llamadas lecturas modélicas. El lector modélico o modelo sería aquel que se emancipa de lo que el productor quiere que leamos, e incluso crea un nuevo texto. Plantea que generamos un texto cada vez que leemos otro. Las lecturas que aceptan la propuesta del lector, pero como una más. Lo que hace el lector modelo es que revitaliza, revive el texto, no dejando que se quede inerte.

Iser plantea el lector implícito, que los textos eligen quién los lee y cómo se leen. Es decir, que nosotros no elegimos no leer algo, sino que un texto conlleva un tipo de lectores de un modo que, cuando llegas a él, te sientes incómodo o no incluido. Es decir, el hecho de no leer un texto puede ser casualidad o puede ser una determinación grupal. De manera que este lector es alguien contenido o inserto en la dinámica discursiva del texto.

En relación con esto, podemos plantear una teoría de los textos como cubas de derribo, en relación con los textos como recipiente. Quiere decir que, en realidad, los textos no transportan todo lo que nos dice, sino que, a menudo, son recipientes de lo que nosotros queremos ver en ellos. Y, de acuerdo con la dictadura del lector, se adaptan a lo que nosotros queremos de ellos. Es decir, cuando hacemos uso de esos textos, vamos viendo lo que queremos ver, lo que queremos pensar.

Entradas relacionadas: