Arte Barroco en Roma: De la Humanidad de Miguel Ángel al Dinamismo de Bernini y Borromini

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La Expresión Humana y el Dinamismo en el Arte Barroco

Las vírgenes de Miguel Ángel, a menudo descritas como "lavanderas", son figuras fuertes y robustas. Vemos que utiliza ese modelo de mujer, y lo mismo sucede con los niños, que cada vez son más naturales, alejándose de las figuras deformes del Renacimiento Manierista. Incluso el niño pequeño, lleno de lorzas. La figura no es bella en un sentido exterior convencional, pero es profundamente humana. Dentro de esta humanidad, la belleza de la juventud y la energía afloran, realzadas por el movimiento de las telas que caen hasta el suelo.

Escultura Barroca: La Maestría de Bernini

La Justicia y la Humanidad en la Escultura

La Justicia, representada con un efecto tan humano que ya vemos en estas obras, es como una madre con los niños jugando a su alrededor. Sentado detrás, aparece un niño jugando con la balanza. Otro lo está rodeando; el niño, al jugar alrededor, nos invita a participar. Uno de ellos lleva las fasces, símbolo de la justicia, unos cilindros que representan las curias romanas (este elemento también se puede ver en la iglesia de Santa Bárbara, Madrid, en el sepulcro del Rey Fernando VI). Las telas de la Justicia se ajustan a la figura, dejando ver la anatomía, fina y casi transparente, que contrasta con el manto del que surgen abundantes plegados, que caen y acentúan la diagonal. Se aprecian dos diagonales: una formada por el cuerpo de la figura principal y otra por la disposición de los niños.

Innovaciones en la Representación Papal: Urbano VIII

En la representación del papa Urbano VIII (1640), obra del taller de Bernini, la diferencia radica en esta mano, que rompe con el manto, saliendo de él y marcando más la diagonal que se rompe.

El Monumento Funerario: Alejandro VII (1678)

El Monumento a Alejandro VII, realizado en 1678, está situado en la cabecera del Vaticano y se comunica a través de una puerta. Bernini realiza un sepulcro monumental encima de esta puerta. La Muerte, el más allá, la puerta que se convierte en el paso, en el tránsito de una vida a la otra. Para ello, Bernini coloca un inmenso cortinaje que cubre el basamento donde se encaja la puerta, y hace que la Muerte, convertida en una alegoría del tiempo, le avise al Papa que rece y le muestre el tiempo que le queda. El Papa aparece orante, con la tiara quitada y en el suelo, símbolo de humildad. Además, vemos que las Virtudes están a los lados, protegiéndole y acompañándole, pero la Muerte ya muestra la puerta para el tránsito al más allá. Se retoma el uso del color: el Papa es de mármol y la Muerte de bronce, reforzando la idea de identificar la parte oscura con la muerte. Solamente la Muerte aparece en bronce, contrastando con el magnífico cortinaje en jaspe rojo. Hay mucho más movimiento y actividad en las Virtudes; no están relajadas ni frontales, sino que se mueven en diferentes direcciones, mostrando un dinamismo notable.

Representaciones de "Muertes Activas"

Entre uno y otro, se desarrollan representaciones de "muertes activas":

  • Memorial de Alessandro Valtrini, en San Lorenzo in Damaso, 1640-41.
  • Hipólito Merenda, 1640-41, en San Giacomo alla Lungara.

Ambos son mármoles. En ellos se destaca la representación activa de la Muerte. En el de Merenda, se utiliza una sábana extendida donde aparece la inscripción, haciendo referencia a que la Muerte se lleva absolutamente todo, incluso el nombre. En el de Valtrini, se recorta una especie de cortinaje negro y oscuro que enmarca el retrato del difunto. Esta representación triunfará en el Neoclasicismo, en el Siglo de la Razón. Se comienza a plantear por qué representar al difunto vivo si ya ha fallecido. Se empieza a introducir el medallón o retrato, usándose poco a poco en el siglo XVII y triunfando en el siglo XVIII. Aparece más frecuentemente en el siglo XVIII y luego se consolida en el Neoclasicismo.

Arquitectura Barroca: La Innovación de Borromini

San Carlo alle Quattro Fontane (1634-1667)

La iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane, construida entre 1634 y 1667, es la iglesia del convento trinitario descalzo (de origen español), situada en el cruce de la Strada Felice con la Strada Pia (actual Vía del Quirinal y Vía delle Quattro Fontane), costeada por el marqués de Castel Rodrigo. Dedicada a San Carlos Borromeo, por lo que se conoce también como San Carlino; Borromini trabajó en ella la mayor parte de su vida.

En la planta baja: serlianas, cornisa de perfil mixtilíneo y ángulos convexos, por los que la luz resbala. En la planta alta: balaustres con aletones hacia arriba y hacia abajo; en los interiores predomina el color blanco. La obra se comenzó por la parte del claustro, que sirve de conexión para los monjes con la iglesia. Aunque de planta rectangular, las arquerías centrales configuran una forma octogonal en la parte central. Esta parte central, columnada, tiene una planta baja donde, al llegar a los ángulos, estos se achaflanan. Un chaflán convexo donde la luz resbala.

En las cornisas, dado que el patio es muy pequeño, si se hicieran ángulos, las sombras se acentuarían; al achaflanarlo, se busca la luz, que es lo que se pretende. Hay cornisas sobre las columnas que contribuyen a la forma mixtilínea. Borromini está utilizando el orden toscano.

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