Arquitectura, Escultura y Barroco en Murcia: Bernini, Borromini y Salzillo
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La Arquitectura Barroca: Bernini y Borromini
La arquitectura barroca parte de un principio básico: la ruptura del equilibrio clásico, el cual se manifiesta a través de los materiales, los elementos constructivos, los recursos decorativos y las tipologías arquitectónicas.
- El material más utilizado es la piedra sillar y para los interiores, el mármol de varios colores, con el objetivo de crear suntuosos espacios apropiados a la teatralidad barroca.
- Los elementos constructivos son de proporciones gigantes. El arco utilizado es el de medio punto y las bóvedas de cañón, arista, lunetos y hemisféricas sobre pechinas. También se experimenta con bóvedas ovales o estrelladas.
- Los elementos decorativos incluyen frontones curvos, vanos en óvalo y motivos vegetales, cueros y cortinajes que nos sugieren un mundo irracional.
- Las tipologías siguen la planta basilical y la central.
Todo esto se complementa con el tratamiento interior, de efectos fantásticos: luces, perspectivas ficticias que extienden el espacio más allá de las bóvedas, con grandes rompimientos de gloria, dejando ver un mundo celestial. La arquitectura barroca destaca también por el movimiento de la planta, en los alzados, a través de formas cóncavas y convexas y de efectos de claroscuro.
Bernini
Bernini trabajó bajo los auspicios de los papas Urbano VIII, Inocencio X y Alejandro VII y fue nombrado arquitecto de San Pedro.
Baldaquino de San Pedro del Vaticano
Realizada en el siglo XVI y etapa del Barroco, por el papa Urbano VIII, utilizando el bronce expoliado al Panteón romano. Se trata de un gran palio permanente sustentado por cuatro columnas salomónicas, de fustes con decoración vegetal y capiteles corintios. El dinamismo de los fustes torsos se ve potenciado por entablamentos clásicos fragmentados. Grandes tallos en volutas rematan la construcción. Está situado bajo la gran cúpula y decora la tumba del apóstol San Pedro. El laurel es símbolo de triunfo de la Iglesia católica. El bronce y el oro aumentan la sensación de fastuosidad y de lujo. La teatralidad consigue atraer e impresionar al creyente.
Plaza de San Pedro del Vaticano
Esta obra de Bernini, perteneciente al siglo XVI, se trata en realidad de una obra que se propone resaltar el lugar de mayor importancia de la Roma papal como foco de la religiosidad católica y construye el símbolo de la Iglesia triunfante ante la Contrarreforma. Bernini supo adaptar dichos elementos al deseo de Alejandro VII de potenciar el centro de la cristiandad. El arquitecto dispone de una elipse abierta, constituida por un conjunto de columnas gigantes de orden toscano, conectada con la ciudad y unida por un pasillo divergente a la fachada de la basílica, a la que resalta a modo de un gran escenario teatral donde el papa realiza sus apariciones públicas. La planta elíptica es un reflejo de la teoría heliocéntrica de Copérnico y de las órbitas elípticas de Kepler. La columnata está rematada por una balaustrada, decorada por grandes esculturas diseñadas por Bernini.
San Andrés del Quirinal
Entre sus importantes edificios proyectados o edificados, cabe destacar San Andrés del Quirinal: se caracteriza por la alternancia de formas cóncavas y convexas que crean gran dinamismo y juegos visuales de luces y sombras (claroscuro). Se observan capillas ovaladas y rectangulares que contribuyen al movimiento de la planta y a la teatralidad. Su objetivo es impresionar al creyente y mostrar el esplendor de la Iglesia católica. Asimismo, refleja la crisis de esa época. En el interior destaca la decoración a base de mármoles de colores, bronces, columnas gigantes, ventanas con escultura.
Borromini
En cuanto a Borromini, destaca la Iglesia de San Carlos de las Cuatro Fuentes. La arquitectura barroca parte de un principio básico que es la ruptura del equilibrio clásico. Elementos anticlásicos son las columnas gigantes que estructuran los dos cuerpos de la fachada, asimismo, los arquitrabes se ondulan y se rompen. El arquitecto dispone en la fachada ventanas y hornacinas destinadas a esculturas, todo muestra ese recargamiento decorativo. El segundo cuerpo está rematado por una balaustrada que filtra el espacio, está rota por un gran medallón sin relieves sostenido por ángeles. El movimiento, lo cóncavo y lo convexo, se prolonga en la torre lateral y en la linterna de la cúpula. La fuente de la esquina simboliza el agua de vida eterna que la Iglesia católica otorga a todos los fieles.
La Escultura Barroca: Bernini
En el siglo XVII existía una tendencia a procurar una ruptura total del equilibrio clásico, tanto formal como psicológico. El realismo idealizado del Renacimiento se trastoca en un naturalismo (representación de la naturaleza lo más fielmente posible, aunque sea desagradable). Se representan así temas macabros, crueles o espantosos, fundamentalmente dirigidos a incidir psicológicamente en el espectador. La escultura barroca tenderá a captar la fugacidad de la vida o el devenir de la existencia hacia la muerte, punto de encuentro con Dios. Esto se hace patente no solo en lo físico sino también en la estructura compositiva de las figuras y escenas. Otra característica es el simbolismo, la utilización en el arte de símbolos que expresan conceptos, generalmente en el arte cristiano.
- La luz está establecida como un elemento integrante de la obra, un recurso expresivo y teatral que crea claroscuro.
- Los materiales ayudan a esta conformación teatral haciendo uso de la piedra, mármoles de colores o bronce, combinados entre sí y se propone la exaltación de la religión, la Iglesia o los propios papas.
Bernini aprendió la técnica escultórica en el taller de su padre y estudió las figuras miguelangelescas y la escultura helenística griega conservada en las colecciones papales, como el Laoconte.
En cuanto a sus obras, destaca en primer lugar El Rapto de Proserpina, donde cabe reseñar, aparte de los rigurosos estudios anatómicos, el contraste producido entre la corpulenta y vigorosa forma de Plutón y la delicadeza exultante de Proserpina, abandonando los relajados rostros renacentistas para pasar a expresar libremente los sentimientos, de ciega brutalidad en Plutón y de angustia y espanto en Proserpina. También destacan Apolo y Dafne y el David.
Bernini dedicará sus máximos esfuerzos a los encargos papales de Urbano VIII, Inocencio X y Alejandro VII y sus obras más importantes podemos agruparlas en tres conjuntos: las fuentes, las realizadas para la Basílica de San Pedro y los encargos para otras iglesias romanas.
- El primer grupo está compuesto por obras de carácter urbano y las fuentes constituían el mejor ejemplo de lo efímero, lo cambiante. Destaca la Fuente de los Cuatro Ríos.
- El segundo conjunto de figuras lo componen las situadas en el interior de la Basílica de San Pedro. Destaca la de San Longino, donde trata el tema del general romano convertido a la fe.
- En la Cátedra de San Pedro, Bernini demuestra el dominio de las artes escenográficas barrocas al idear la parte superior.
- La Tumba de Urbano VIII ubica al Papa sobre un pedestal con tres coronas, símbolo de su poder.
Destaca El Éxtasis de Santa Teresa: la iconografía de esta obra se apoya exactamente en un pasaje de la obra de Santa Teresa que describe una de sus visiones, en la que un ángel, con una flecha de fuego, atraviesa el corazón. El sutil contraste entre la textura de los materiales nos da a entender que Bernini transforma el mármol en gruesas telas, delicadas pieles o vaporosa nube. Los efectos de luz y el claroscuro aumentan el efecto teatral de la escena. El rostro de Santa Teresa está inspirado en el Laoconte. Se aprecia también el movimiento y el dinamismo en los ropajes.
El Barroco en Murcia: Francisco Salzillo (1707-1783)
Hijo de un escultor napolitano establecido en Murcia, trabaja en esta ciudad toda su vida. A diferencia de la estatuaria barroca andaluza del siglo XVII, que concebía las esculturas aisladas, aunque fueran para los pasos de Semana Santa, Salzillo creará grupos enteros que, a modo de secuencias, van narrando la Pasión ante los fieles. Estas tallas de imágenes constituyen la “imaginería”. Su arte no está tanto al servicio de la Iglesia como al del pueblo. Muy entroncado con el arte italiano de la época, crea en su obra ese ligero encanto rococó tan de moda en la Europa del siglo XVIII. Como buen hijo de napolitano, introduce en nuestro país el gusto por los Pesebres, realizando él mismo uno que puede citarse entre lo mejor de su obra. Otras obras importantes son: La Sagrada Familia, San Jerónimo, San Juan, La Santa Cena, La Verónica.
Salzillo cierra en España el gran ciclo del Barroco y abre con el equilibrio de su plástica el gusto por lo clásico: el Neoclasicismo. Rechaza el excesivo dramatismo del Barroco y busca en muchas de sus obras lo suave y lo delicado. Otra característica destacable es el profundo estudio anatómico y el análisis psicológico. Su estatuaria es en madera policromada, utilizando en varias la técnica del “estofado”, paño o tela ricamente decorados. Consiste la técnica en raspar el color aplicado sobre la superficie dorada, haciendo dibujos, de modo que aparezca el oro. Otra técnica empleada es la “encarnación” que consiste en recubrir la imagen de madera con yeso sobre el que se aplica directamente el color.
La Sagrada Familia de Salzillo
Desde el punto de vista estilístico, esta obra es de transición desde el Barroco al Neoclasicismo. Se trata de una escena familiar en la que los personajes presentan distintas actitudes, así San Joaquín y Santa Ana se arrodillan ante el Niño mientras San José, distraído, detiene su lectura participando vagamente en la escena. Todas las miradas se dirigen hacia Jesús que, junto con su madre, es el centro de la composición. Salzillo muestra el gusto por la complicación de las telas y el intenso colorido. Todo el conjunto está tratado con minucioso naturalismo. Las técnicas utilizadas son las del estofado y el encarnado, propias de la imaginería española.