Arquitectura Barroca: Características y Ejemplos

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CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS

El término barroco aparece en el s. XVIII. Actualmente entendemos el Barroco como el estilo que a lo largo del s. XVII y parte del s. XVIII aparece en Italia y se extiende por Europa, con un lenguaje propio y complejo, con distintas soluciones estéticas y formales. El arte barroco se puede definir como la manifestación de los 3 poderes establecidos: la iglesia, la monarquía y la burguesía. Podemos dividir la producción artística barroca en 2 grupos: la derivada de la burguesía protestante y la que proviene de la Iglesia y el poder real.

ARQUITECTURA

Características generales

  • Urbanismo

El arte Barroco se caracteriza por ser un arte integrador de espacios en un todo unitario, característica fundamental del urbanismo moderno. Se busca la integración de la arquitectura y los monumentos. Aparecen en esta época los planos reguladores. Roma se convierte en la ciudad capital del urbanismo europeo. Bajo el pontificado del Papa Sixto V, su objetivo es trazar grandes vías que unieran las 7 basílicas. También en esta época Bernini será el encargado de diseñar la Plaza de San Pedro del Vaticano. Como ejemplo de urbanismo de integración puntual tenemos la Plaza Navona de Roma, donde podemos observar el tratamiento unitario de los edificios, la singularidad de la fachada de la iglesia de Santa Agnese y la fuente de los Cuatro Ríos, obra de Bernini.

  • La arquitectura religiosa

En la arquitectura, la iglesia representa el poder religioso y el Barroco pretende potenciar la liturgia como vehículo transmisor de las ideas de la Contrarreforma. El edificio barroco tiene una concepción unitaria en la que no se trata de añadir módulos sencillos sino de dar forma arquitectónica a un espacio único como si de una escultura se tratase. En las iglesias se trata de conseguir espacios para la liturgia. El modelo de la iglesia del Gesú (Roma) será seguido por los arquitectos italianos y españoles. La fachada de los edificios no se entiende como una parte aislada, se integra en las plazas y se relaciona con su entorno. Así, los elementos de la fachada se superponen y los muros se ondulan creando una sensación de movimiento y de juegos lumínicos que potencian la teatralidad barroca y conducen al fiel desde el exterior hasta el altar. Borromini en la Iglesia de San Carlos de las Cuatro Fuentes (Roma) fue el ejemplo más claro de iglesia de planta flexible y pared ondulante mediante líneas cóncavo-convexas. Las plantas de las iglesias se centralizan y ofrecen múltiples soluciones: la planta circular, la elíptica transversal, la elíptica longitudinal, la octogonal o esquemas derivados de complejos esquemas geométricos para conseguir un espacio unitario. Esta centralización espacial conlleva a la integración de la cúpula. Esta obra influirá en la Capilla del Santo Sudario de Guarino Guarini en Turín, quien en su obra tiene como referencia la arquitectura gótica. En arquitectura aparece un repertorio de infinitas curvas que sustituyen al arco de medio punto romano. Las columnas se retuercen en hélices salomónicas. Los frontones son curvos. Los muros se curvan buscando luz. La arquitectura ocultará las estructuras fundamentales mediante enlucidos, relieves, quebrando las cubiertas con fingidos cielos y la pintura imitará sólidas arquitecturas. Así se creará el riquísimo y peculiar lenguaje del Barroco.

Arquitectura barroca italiana: BERNINI Y BORROMINI

El estilo Barroco nace en Italia y los nuevos mecenas son principalmente los Papas. Así, el arte barroco italiano mantiene unos esquemas que son clásicos y prevalece la iconografía religiosa. Los antecedentes más claros los encontramos en Vignola y Carlo Maderno. De Vignola ya vimos su iglesia de Il Gesú en Roma, modelo de iglesia para la compañía de Jesús, además de la sobriedad y austeridad de su planta, en su fachada incorpora ménsulas invertidas para unir el cuerpo ático con el resto, siendo esta solución tema de inspiración de numerosas obras barrocas. Carlo Maderno es el arquitecto encargado de terminar la basílica de San Pedro del Vaticano. Deshace la primitiva idea de Bramante, de la planta de cruz griega, y alarga la nave mayor. Pero el mejor arquitecto de este estilo es Gian Lorenzo Bernini, hombre de amplia formación, es escultor, pintor, decorador, urbanista y por supuesto arquitecto. En 1624 construye el baldaquino de San Pedro, que cubre el altar mayor situado bajo el cimborrio de la basílica. Esta inmensa construcción de bronce apenas tiene una línea recta, gira y se retuerce como una gran llamarada. Pero su obra más trascendental como arquitecto es la columnata de la plaza de San Pedro en Roma (1556-1557). De planta elíptica, las columnas nacen de la fachada de la basílica como dos grandes brazos que acogen a la humanidad. Borromini comienza su actividad colaborando con Maderno y con Bernini. Entre sus primeras obras señalamos la iglesia de Santa Inés (Roma), situada en Piazza Navona, plaza edificada sobre la planta del antiguo circo romano. La iglesia es toda una declaración de intenciones de la nueva estética barroca, con una fachada que se adelanta y se retrasa dentro de la propia plaza. Mucho más audaz es la iglesia de San Carlos de las Cuatro Fuentes, también en Roma, de planta elíptica y pared ondulante, resuelta mediante líneas cóncavo-convexas que envuelven al espectador.

El palacio francés

París nos acerca al ejemplo de ciudad señorial y en ella hallamos el modelo de place royale como la hermosa Place Vendôme de Mansart. Es la representación ideal de la monarquía con centro visual en la estatua real. La fisonomía rectangular, cerrada y horizontal con chaflanes en los ángulos para crear un octógono y edificios para los habitantes de la ciudad quiere ser símbolo de la unión entre pueblo y monarca. La aportación principal al urbanismo en la Francia de Luis XIV del siglo XVII no está sin embargo en París sino a unos kilómetros; nos referimos al conjunto del Palacio de Versalles. Cuando la ciudad antigua, con su ordenación tradicional y sus fortificaciones, no puede amoldarse a las recientes ideas urbanísticas, algunos monarcas crearán capitales nuevas como es el caso. El arquitecto Le Vau, al que reemplazó Mansart, el decorador Le Brun y el diseñador de jardines Le Nôtre convirtieron Versalles en el prototipo de los futuros palacios europeos del siglo XVIII, que tendrá su máxima eclosión en Italia y España con Juvara; al exterior es majestuoso y de relativa pureza clásica, pero en oposición a esto la suntuosidad de espejos y decorados dominan en el interior.

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