Arjé de los Presocráticos: Origen y Principios Fundamentales
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El Arjé en la Filosofía Presocrática: Un Viaje a los Orígenes del Pensamiento
El arjé (ἀρχή) es un concepto fundamental en la filosofía presocrática. Se refiere a la realidad básica, la fuente de todo, aquello que permanece en todas las cosas. Es el principio o fundamento de todas las cosas, el elemento o sustancia primordial del cual provienen todos los demás. Este concepto fue central en la búsqueda de los primeros filósofos por comprender la naturaleza del cosmos y la existencia.
Por ejemplo, Pitágoras, creía que a través del conocimiento de las matemáticas, se podía liberar el alma, que consideraba encarcelada en el cuerpo. A continuación, exploraremos algunos de los presocráticos más influyentes y sus respectivas concepciones del arjé.
Los Filósofos de Mileto y sus Propuestas Materiales
- Tales de Mileto (siglo VII-VI a.C.): Considerado el primer filósofo, Tales postuló que el arjé de todas las cosas es el agua. Argumentaba que el agua es esencial para la vida y que todo organismo vivo la necesita. Además, creía que todo poseía alma y, por lo tanto, todo estaba vivo (hilozoísmo).
- Anaximandro (siglo VII-VI a.C.): Discípulo de Tales, Anaximandro propuso una sustancia abstracta como arjé: el ápeiron (τὸ ἄπειρον). El ápeiron es indefinido, ilimitado e indeterminado. De él surgen los elementos por separación de los contrarios (frío/caliente, húmedo/seco).
- Anaxímenes (siglo VI a.C.): Anaxímenes, también de Mileto, identificó el arjé con el aire. Pensaba que los diferentes estados del aire (rarefacción y condensación) daban origen a los demás elementos.
Heráclito y el Flujo Constante
Heráclito de Éfeso (siglo VI-V a.C.) se aproximó a las ideas de los milesios, pero con un enfoque dinámico. Afirmó que "todo fluye" (panta rhei, πάντα ῥεῖ), queriendo decir que todo está en constante cambio. Su famosa cita "nadie puede bañarse dos veces en el mismo río" ilustra esta idea: ni el río ni la persona serán los mismos en un segundo encuentro, debido al perpetuo cambio.
Heráclito identificó el arjé con el fuego, pero no en un sentido literal, sino metafórico. El fuego está en perpetuo movimiento y cambio, al igual que la naturaleza misma. Según Heráclito, la verdadera naturaleza de las cosas está oculta, y solo podemos acceder a ella a través de la razón.
Parménides y la Inmutabilidad del Ser
En contraste con Heráclito, Parménides de Elea (siglo VI-V a.C.) negó la realidad del cambio. Afirmaba que el cambio es una ilusión de los sentidos y que la razón nos muestra la verdadera naturaleza del ser: inmutable y eterno.
Parménides expuso su pensamiento en un poema, donde relata que una diosa le reveló una verdad incuestionable: "el ser es y el no-ser no es". De esta premisa, Parménides deduce que el cambio es imposible. El ser, por definición, debe ser único (si hubiera dos seres, el no-ser los separaría, lo cual es imposible), infinito (de lo contrario, estaría limitado por el no-ser), e inmutable (si cambiara, se convertiría en no-ser).
Pitágoras y la Armonía Numérica del Cosmos
Pitágoras de Samos (siglo VI a.C.) y su escuela fueron los primeros en autodenominarse filósofos. Más que en la materia primordial, se centraron en la estructura o forma del cosmos. Establecieron una relación fundamental entre todas las cosas y las expresiones numéricas. Para ellos, el estudio de las proporciones numéricas revelaba la estructura matemática del cosmos.
El arjé para los pitagóricos era el número. Asignaron formas geométricas a los elementos: aire (octaedro), fuego (tetraedro), tierra (hexaedro) y cosmos (icosaedro). Consideraban las matemáticas como la herramienta esencial para comprender el mundo.
Los Pluralistas: Empédocles, Anaxágoras y Demócrito
Empédocles de Agrigento (siglo V a.C.), Anaxágoras de Clazómenas (siglo V a.C.) y Demócrito de Abdera (siglo V-IV a.C.) son conocidos como los filósofos pluralistas. Aceptaron las "reglas" establecidas por Parménides sobre la inmutabilidad del ser, pero no renunciaron a explicar el mundo físico de manera material.
Los pluralistas postularon que la realidad no surge de un único principio, sino de varios elementos materiales. La diversidad del mundo es el resultado de la combinación de estos elementos, que son eternos e inmutables (siempre "son"). La suma total del "ser" permanece constante, sin creación ni aniquilación, solo hay combinaciones y separaciones de elementos preexistentes.
- Empédocles: Propuso cuatro "raíces" (rizómata): fuego, aire, tierra y agua. Estas se combinan y separan por dos fuerzas cósmicas: Amor (unión) y Odio (separación).
- Anaxágoras: Introdujo las "semillas" (spermata) u homeomerías, partículas infinitamente pequeñas y cualitativamente diferentes de todas las sustancias. Estas son ordenadas por una inteligencia cósmica, el Nous.
- Demócrito: Desarrolló la teoría atomista junto con su mentor Leucipo. Postuló la existencia de átomos (ἄτομον, "indivisible"), partículas indivisibles, eternas e inmutables que se mueven en el vacío. Las diferentes combinaciones de átomos dan lugar a la diversidad de los objetos.