Aristóteles: Ética, Felicidad y el Rol de la Política en la Sociedad
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Ética y Política en Aristóteles: La Búsqueda de la Felicidad y el Bien Común
El ser humano se diferencia de los seres inertes porque tiene alma, una postura dualista. No establece una oposición entre cuerpo y alma, sino que los considera complementarios. Aunque el alma es un principio vital que se mueve y da forma al cuerpo, para existir depende del cuerpo, como la sonrisa o la vista. Poseer alma es propio de un ser animado, siendo el alma el principio vital que da vida y energía al cuerpo.
Ética: Un Saber Práctico
La ética es un saber práctico que trata sobre la manera en que los animales y los seres humanos deben comportarse. Es la disciplina encargada de orientar y guiar el comportamiento. La ética tiene una dimensión teleológica, con un carácter instrumental, donde la felicidad es el bien supremo.
La finalidad propia de cada cosa radica en lo que le corresponde según su naturaleza, lo que le permite actualizar sus posibilidades. La felicidad del ser humano consiste en ejercer la facultad racional, no simplemente llevar una vida dedicada al saber.
Las Virtudes Dianoéticas
Las virtudes dianoéticas nos dotan de las excelencias. Si las poseemos, ejercitamos la capacidad racional. Estas son:
- Prudencia (phronesis): Razón práctica, capacidad de aplicar principios generales a situaciones cambiantes.
- Arte: Capacidad de saber producir de manera racional.
- Sabiduría (sofia): Comprensión teórica de la realidad mediante la razón contemplativa.
- Ciencia (episteme): Conocimiento objetivo de lo que es universal y necesario, demostrable.
- Inteligencia Intuitiva (nous): Habilidad para captar principios más generales.
Estas virtudes son teóricas y tienen un valor por sí mismas. Una persona que no ejercita estas capacidades deja de realizar la actividad humana más genuina, quedando incompleta y siendo poco probable que pueda ser realmente feliz. El ser humano es feliz cuando actúa y vive de acuerdo con aquello que le es propio. Su máximo bien y felicidad consiste en aplicar la actividad intelectual.
El alma humana no solo cumple una actividad racional, sino también una función sensitiva y vegetativa. Por lo tanto, es necesario desarrollar las virtudes éticas, que están relacionadas con el modo de actuar en el mundo, con el control de las pasiones y los deseos. El ser humano actúa correctamente si sus deseos y costumbres se enmarcan en lo racional y le permiten escoger el término medio óptimo entre dos extremos.
Ante la variedad de factores y circunstancias, la pauta ética más adecuada es buscar siempre el término medio, la moderación, evitando excesos y defectos. Aristóteles aplica la norma del término medio a las virtudes, pero este depende de cada caso y situación. Solo la prudencia y la razón de cada uno garantizan la elección correcta del término medio.
Política: Organización para el Bien Común
La política tiene la función de organizar la vida y el comportamiento colectivo para asegurar el bien común. Es preferible el bien de la comunidad. El marco de la sociedad tiene el deber de que sus miembros satisfagan sus necesidades e intereses. Dentro de este marco social, las personas se desarrollan como tales. La persona por sí misma es una unidad con sentido, pero ha de vivir con los demás para completarse.
El ser humano se realiza en sociedad, pero no todas las organizaciones sociales favorecen y potencian el desarrollo y la felicidad de sus miembros. Aristóteles analiza las realidades políticas, sin buscar un estado perfecto, reconociendo distintas características e imposibilidad de establecer un orden general para todos.
Lo más importante para que la vida social sea satisfactoria y los ciudadanos vivan felices es la estabilidad, que se consigue evitando los extremos. La mejor comunidad es la moderada, con ciudadanos ni muy ricos ni muy pobres, prefiriendo una clase media. El mejor régimen es un punto medio entre la aristocracia y la democracia.