Argumentos sobre la Existencia de Dios

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Argumento del mal

Uno de los argumentos que más se ha utilizado contra la existencia de Dios, y que ha ido adquiriendo diversas formas, ha sido el argumento del mal. El mal existe en el mundo, tanto el causado por los humanos como el natural. El problema del mal.

Es justificable

Sin posibilidad del mal, no habría posibilidad de santidad ni heroísmo. El mundo es como una obra de arte, que requiere contrastes para tener armonía; el mal, como el bien, forma parte del mundo.

Es injustificable

No sería necesario tanto mal. No estaría justificado el mal que nadie conoce. Es difícil pensar que Dios existe cuando permite, por ejemplo, la agonía de un niño para la mejora moral de quienes lo contemplan.

Los milagros y la apuesta de Pascal

También hay argumentos a favor de la existencia de Dios que no son propiamente metafísicos, por ejemplo, el de los milagros y la apuesta de Pascal. Según el primero, los milagros que figuran en los Evangelios, por ejemplo, prueban la existencia de Dios. El filósofo Hume, en el capítulo de su obra Investigación sobre el entendimiento humano, planteó varias objeciones:

  1. La mayoría de las religiones existentes afirman que sus divinidades realizan milagros.
  2. El anterior argumento no cuestiona si realmente ha existido algún milagro, pero hay que poner en duda esta posición. En primer lugar, debe considerarse si los testigos engañan o han sido engañados o son interesados. En segundo lugar, la falta de explicaciones actuales no se deriva su naturaleza milagrosa, sino la falta de explicaciones. En tercer lugar, se someten a numerosas pruebas para constatar su verdad.

Argumento ontológico

Los argumentos anteriores son a posteriori, porque parten de una experiencia: que el orden existe y que el mundo existe. El ontológico es un argumento a priori, ya que no parte de ninguna experiencia, sino que afirma que la existencia de Dios se sigue necesariamente de su concepto. Kant calificó que el argumento ontológico se basa en la afirmación aceptada comúnmente en lógica de que la existencia no añade ninguna característica al concepto.

El argumento del designio y el argumento cosmológico

Argumento del designio

El argumento del designio se basa en una analogía, cuya fuerza reside en considerar que los objetos naturales tienen características comunes con los objetos, como los relojes, los barcos, las casas, que sabemos que han sido diseñados. Otra dificultad es que, aun aceptando la validez del argumento del designio, no quedaría demostrado que quien ha creado el Universo es el Dios cristiano.

Argumento cosmológico

El argumento es contradictorio. Si todo lo que sucede tiene causa, Dios debe tener una causa, y si decimos que Dios no tiene causa, entonces afirmamos que hay excepciones a todo lo que sucede tiene causa.

Planteamiento del problema de la existencia de Dios

La pregunta sobre la existencia y los tributos de Dios se plantean, en cierto sentido, en la metafísica de Aristóteles al tratar de lo que él llama el primer motor. Según él, la característica esencial de la naturaleza debe tener un principio, que al ser principio y origen, debe ser inmóvil, no debe cambiar; si cambiara, deberíamos explicar su principio. Esta entidad especial tiene un carácter divino. Por eso llamará teología (estudio de Dios) a la ciencia que estudia dicha entidad. El judaísmo, el cristianismo y el islamismo, las tres, con diversos matices, sustenta la creencia de que existe un solo Dios que es personal, omnipotente, omnisciente y santo.

El realismo metafísico

La visión que considera que el mundo es tal como nos lo muestran los sentidos, se conoce como realismo ingenuo. Aristóteles desarrolló el sistema metafísico para demostrar precisamente esto: que nuestros sentidos nos muestran el mundo tal como es. Otra forma de realismo, llamado crítico, cree que existe una realidad independiente de nuestra mente, pero que no es tal cual como la captan nuestros sentidos. Esta realidad, formada por átomos, ondas electromagnéticas, vibraciones mecánicas, fotones, etc. Al realismo metafísico se le contrapone el idealismo metafísico, postura que surge en respuesta de la anterior y, según la cual, lo que llamamos realidad es en verdad el mundo fenoménico que nos muestra nuestra conciencia.

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