Apolo y Dioniso: El Nacimiento de la Tragedia y la Filosofía de Nietzsche
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Apolo y Dioniso
En su obra central, El nacimiento de la tragedia, Friedrich Nietzsche, inspirado por la filosofía de Schopenhauer, explora el nacimiento y evolución de la tragedia griega. Esta obra propone un profundo estudio filológico, artístico y filosófico, donde dos fuerzas esenciales se manifiestan: Apolo, el dios griego del sol y la luz, y Dioniso, el dios del vino y la embriaguez.
Nietzsche utiliza a ambos dioses de modo metafórico y simbólico:
- Dioniso representa la voluntad, lo irracional, la noche, lo instintivo, y en la tragedia se manifiesta en la música, la danza y el coro. Simboliza lo común, la fusión de la conciencia en una experiencia colectiva.
- Apolo encarna la luz de la razón, la armonía, la alegría, la luminosidad del día, y se corresponde con las palabras (lógos) y los personajes. Representa lo individual, las ideas y principios morales propios.
Para Nietzsche, el origen de la tragedia griega es dionisíaco: el espectador es parte activa, inmerso en una experiencia catártica donde se funde con lo colectivo. Sin embargo, esta preeminencia del coro disminuye, dando paso a la tragedia clásica, donde los personajes individuales ganan relevancia, un cambio que Nietzsche personifica en Eurípides. La esencia dionisíaca se cubre de un manto apolíneo, y el instinto es anulado por el lógos. Sócrates culmina este proceso, priorizando el diálogo y la razón sobre el instinto y la embriaguez dionisíaca.
La propuesta nietzscheana busca recuperar el sentido original de la tragedia: desenmascarar a Apolo para que Dioniso retome su protagonismo. Nietzsche ve en Schopenhauer y, en un inicio, en Wagner, los impulsores de este renacimiento dionisíaco. Wagner, con su ópera como arte total, debía asumir la misión de devolverle el protagonismo a Dioniso. No obstante, las diferencias personales y artísticas con Wagner llevan a una ruptura. A pesar de ello, Dioniso y sus valores reaparecen en la filosofía nietzscheana, resurgiendo como el ave fénix en la figura de Zaratustra.
Nihilismo y Voluntad de Poder: La Muerte de Dios
Nietzsche anuncia la muerte de Dios, no solo del Dios cristiano, sino de todos los valores y verdades que se fundamentaban en la divinidad y el mundo suprasensible. El hombre ha matado a Dios y, con ello, ha perdido el sentido trascendente, lo que lleva al nihilismo.
Nietzsche distingue dos tipos de nihilismo:
Nihilismo Pasivo
Ante el derrumbe de los valores tradicionales, la voluntad de poder se reduce. Es la consecuencia de la pérdida de referentes, donde los valores occidentales se revelan como falsos y decadentes, generando angustia e inquietud.
Nihilismo Activo
Consiste en asumir la muerte de Dios y contribuir activamente a la destrucción de los viejos valores, creando valores propios y dando sentido a la vida. Es la manifestación de la voluntad de poder.
La clave para diferenciar ambos tipos de nihilismo reside en la voluntad de poder. Si esta se reduce, surge el nihilismo pasivo. El nihilismo pasivo es la forma de vida que surge de la pérdida de referentes, donde los valores occidentales se muestran como falsos y decadentes, generando angustia. Nietzsche anticipa el surgimiento de este nihilismo en Occidente.