La Antropología Sociocultural en Marruecos: Percepciones, Legado y Desafíos

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Los antropólogos marroquíes no suelen ser muy pródigos ni contundentes en su reclamación de pertenencia a una comunidad científica, la de la antropología sociocultural. Esta situación se enmarca en la compleja relación entre la antropología y la democracia, con especial referencia al caso marroquí.

El Legado de Paul Pascon y la Clandestinidad Antropológica

Algunos, para ganarse la vida, trabajaron en asuntos poco honorables en el pasado y preferirían que les llamasen geógrafos o, en su defecto, sociólogos. Son pocos y semiclandestinos los antropólogos marroquíes. Pesa el recuerdo de Paul Pascon, el sociólogo que se marroquinizó y murió en un oscuro accidente de carretera en los años 80, tras haber destacado como intelectual comprometido con el desarrollo rural de Marruecos. Su trabajo, aparentemente aséptico, no lo era tanto en su fondo analítico. Pascon creía en las transformaciones profundas del mundo agrario marroquí por la vía de la tecnificación, ya que este tenía pesados lastres derivados de la dependencia de los notables rurales, que impedían al campesinado tomar por sí mismo la iniciativa. A Pascon, como a tantos socioantropólogos, le interesaba el lado de los débiles, aunque era consciente de las limitaciones del campesinado como grupo social. En su obra: Les paysans sans terre au Maroc, intentó clasificar conceptual y taxonómicamente la figura de los campesinos sin tierra entre una miríada de figuras rurales, en una sociedad islámica donde la tierra era un bien común.

Organizó a los estudiantes de agronomía de Rabat en grupos para realizar trabajo de campo entre las comunidades rurales más remotas, con el fin de conocer mejor las formas, técnicas y mentalidades campesinas.

La Antropología y su Asociación con el Colonialismo

Sin embargo, pesa más la condena oficiosa de la antropología, percibida como extensión de una práctica colonial y de una visión exógena y exotizante, llevada a cabo por escritores como Paul Bowles, quienes buscaban una sensación de misterio. Mohamed Chukri ha criticado a quienes, seducidos por la liberalidad y el exotismo marroquíes, se sintieron atraídos por este país, mientras detestaban a los autóctonos, a quienes consideraban una amenaza dispuesta a robarles y engañarles.

En general, la antropología social, asociada al indirect rule, tuvo mala prensa entre las élites indígenas africanas, contrarias a la antropología como ciencia auxiliar del gobierno indirecto, que pretendía perpetuar a las aristocracias tribales y utilizarlas en su propio interés. En Marruecos, la antropología gozó de mala fama entre los intelectuales marroquíes por su connivencia con el gobierno indirecto del mariscal Lyautey, responsable del Dahir Bereber, que consagró la diferenciación entre el derecho consuetudinario bereber y el árabe oficial.

Laroui, intelectual orgánico del nacionalismo anticolonial y posteriormente vinculado al Estado marroquí, sostiene que el empeño de la antropología por diferenciar internamente entre el país del Majzén (ciudades y arabofonía) y el país de la Siba (montañas y berberofonía) respondía a la idea de mantener dividida a la nación emergente. Su apoyo a la Marcha Verde culminó su compromiso con el nacionalismo marroquí. Acusa a la antropología de colaboracionismo colonialista.

El Valor de la Etnografía Extranjera y el Debate Científico

Sin embargo, la historiografía de la antropología marroquí está plagada de grandes obras de etnógrafos extranjeros, realizadas en tiempos de la colonización. Entre ellos se encuentran autores como Montagne, Westermarck, Berque, Gellner, Montgomery Hart, Camprezano, y otros de menor calado como Geertz y Rabinow. El rechazo a la antropología obedece más a un posicionamiento político de ciertos antropólogos que a un razonamiento puramente científico.

Los debates entre antropólogos marroquíes y científicos extranjeros que trabajaron sobre Marruecos parecen responder a la importancia que Gellner otorga a los intelectuales en la constitución del poder político. Depositarios de la memoria, creadores de mitografías o legitimadores históricos, los intelectuales —y entre ellos los antropólogos— ocupan un lugar clave en la pirámide del poder.

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