Antonio Buero Vallejo: Teatro, Compromiso y Renovación Escénica

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Antonio Buero Vallejo (Guadalajara, 1916 – Madrid, 2000)

Es uno de los autores más importantes del teatro español de la segunda mitad del siglo XX. El papel que desempeñó en el teatro de posguerra es doble: por una parte, le devolvió la función testimonial, social y moral y, por otra, actualizó el género trágico.

En 1949, con el estreno de Historia de una escalera, comienza no sólo la obra dramática de Buero Vallejo, sino el nuevo drama español, fundado en:

  • La necesidad insoslayable del compromiso con la realidad inmediata.
  • La voluntad de inquietar y remover la conciencia española.
  • La renuncia tanto a la evasión lírica como al tremendismo ideológico.

Obra tras obra, Buero Vallejo ha trasladado a sus personajes y a las acciones dramáticas por ellos asumidas unas interrogaciones fundamentales, esenciales, a las cuales debe responder el espectador, que se vincula así, como testigo presente, al espectáculo. En ese teatro interrogativo está la condición humana misma.

En el conjunto de su obra podemos identificar una serie de elementos constantes:

  • Personajes opuestos a la hora de afrontar la realidad.
  • Efecto de inmersión.
  • Detallismo de las acotaciones.
  • Dimensión simbólica en los personajes y en los recursos escénicos.

Primera etapa: Teatro existencial (hasta 1957)

Va hasta 1957 y a ella pertenecen obras que en lo técnico se ajustan a una estética realista que el autor llamó “construcción cerrada”, que consiste en un espacio escénico tradicional, concebido como reproducción de un lugar real, y una progresión ordenada de la acción. Predomina en esta etapa un enfoque existencial (problemas del vivir cotidiano, violencia…). Destacan dos obras: Historia de una escalera y En la ardiente oscuridad (1950).

Segunda etapa: Teatro social (hasta 1970)

Abarca todas las obras escritas hasta 1970. Buero no abandona los procedimientos escénicos de la primera época, pero introduce el enfoque social. Aborda temas como la injusticia, la libertad o la tortura, siempre dentro de los límites de la censura. En cuanto a la técnica, pasa de una estructura cerrada a una abierta, que implica ciertos cambios: sustitución de un espacio realista por uno múltiple, construcción compleja de la acción con rupturas en el desarrollo temporal y, lo más importante, los efectos de inmersión, que pretenden hacer entrar al espectador en la conciencia de los personajes, sus obsesiones, sus pensamientos. Pertenecen a esta etapa Un soñador para un pueblo, El concierto de San Ovidio, Las Meninas

Tercera etapa: Innovación y experimentación (desde 1970)

Se desarrolla a partir de 1970 y en ella intensifica los recursos aparecidos en la etapa anterior, como los efectos de inmersión y el tratamiento no lineal del tiempo. Los contenidos sociales y políticos también se hacen más explícitos. Las últimas producciones de Buero Vallejo se caracterizan por lograr una conjunción mucho mejor entre ese personaje intermedio y la historia que se desarrolla. Esto se consigue al disponer la estructura de tal modo que el espectador no vea la realidad, sino la versión que de ella tiene un determinado personaje. El sueño de la razón, que retoma un tema histórico, hace vivir al público la enajenada sordera de Goya, de tal forma que, cuando el pintor está en escena, sólo se oye lo que él oye (su voz y sus alucinaciones), mientras que, cuando él desaparece, recobramos la audición normal de todos los personajes. Algo semejante ocurre en La Llegada de los dioses, La Fundación (1974) y La Detonación.

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