Anemia Infecciosa Aviar: Causas, Síntomas y Estrategias de Control en Pollos
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Anemia Infecciosa Aviar
Epidemiología
La enfermedad es de distribución mundial.
Factores dependientes del hospedador
Afecta a pollos. Existe una resistencia a sufrir la enfermedad en las 2 primeras semanas de vida. Se pueden infectar y podrían enfermar en presencia de virus inmunosupresores como el de Marek o el virus de la reticuloendoteliosis.
Factores dependientes del agente
Todos los aislados de campo parecen ser idénticos. Sin embargo, se ha establecido que existen diferencias en la patogenicidad o capacidad para generar enfermedad entre las diferentes cepas del virus aisladas.
Factores dependientes del medio ambiente
La sobrepoblación facilita la extensión de la infección en un colectivo.
Contagio
El Virus de la Anemia Infecciosa (VAI) se transmite por:
- Vía directa:
- Horizontalmente por contacto directo entre animales.
- Verticalmente a través de los huevos embrionados.
- Vía indirecta:
- Fómites contaminados (ruta fecal/oral).
Patogenia
Existe fuerte evidencia de que el virus es inmunosupresor, por lo menos en pollos jóvenes durante el cuadro clínico. Ocurre una marcada reducción del porcentaje de células CD4 y CD8 en el timo de aves de 14 a 21 días afectadas por la enfermedad. Es decir, este virus afecta células del sistema inmune del organismo, provocando una anemia de tipo aplásico.
Clínica
Cuando los pollos adultos seronegativos se infectan con el virus, no se producen síntomas de enfermedad ni efectos adversos sobre la producción de huevos, dando lugar a una forma subclínica. Sin embargo, la enfermedad clínica se manifiesta en la progenie de 12 a 17 días después de la eclosión y persiste hasta que se interrumpe la transmisión vertical del virus. Los pollos presentan anorexia, letargia, depresión y palidez. El hematocrito está disminuido y los frotis sanguíneos muestran frecuentemente la presencia de anemia, leucopenia o pancitopenia, dependiendo de la etapa de la enfermedad. La sangre puede ser acuosa y coagular lentamente. Las tasas de mortalidad suelen ser del 10 %, pero pueden llegar a ser >50 %.
Lesiones
Los órganos están pálidos y el timo y la bolsa de Fabricio son de tamaño reducido. La médula ósea está pálida o amarillenta. Puede haber hemorragia en la piel o debajo de ella, en el músculo esquelético y en otros órganos. Histológicamente, se observa una reducción importante de las poblaciones de células linfoides en los órganos linfoides primarios y secundarios.
Diagnóstico
Métodos directos
Como métodos directos de diagnóstico se puede realizar:
- Aislamiento vírico.
- Detección del material genético del virus mediante PCR (reacción en cadena de la polimerasa).
- Inmunofluorescencia directa (IFD).
Las muestras que deben remitirse al laboratorio son timo, bazo, médula ósea e hígado.
Actualmente, la PCR es una técnica sensible y específica bien instaurada en los laboratorios de diagnóstico y nos facilita el diagnóstico etiológico si lo comparamos con el aislamiento vírico, ya que en un solo día podemos obtener resultados.
Diagnóstico serológico
Mediante técnicas serológicas como la virusneutralización (VN), ELISA e inmunofluorescencia indirecta (IFI) podemos detectar la presencia de anticuerpos frente al CAV. De las tres, la técnica más sensible y específica es la VN, pero es demasiado compleja como técnica de rutina en un laboratorio de diagnóstico. La prueba de ELISA es una técnica fiable y práctica para la monitorización de las aves.
Control y prevención
Para evitar la transmisión vertical de reproductoras a su progenie y de esta por transmisión horizontal a otros pollitos sin inmunidad maternal, debemos asegurarnos de que las reproductoras lleguen a la fase de puesta con un nivel adecuado de anticuerpos neutralizantes que aseguren la protección de los pollitos mediante inmunidad pasiva durante las primeras dos semanas de vida, edad más susceptible a padecer la enfermedad. Mediante el ELISA se puede realizar un análisis antes de que las reproductoras entren en puesta para comprobar si durante la fase de recría se han infectado y son seropositivas con niveles altos de anticuerpos. Generalmente, se realiza un análisis a las 16-17 semanas de vida y si el resultado es positivo a niveles protectores, no es necesario vacunar. En caso contrario, se debe plantear la vacunación como mínimo tres o cuatro semanas antes de la recogida e incubación de los primeros huevos para asegurar un buen nivel de anticuerpos y para evitar la transmisión del virus vacunal vivo a la progenie.