Anaxágoras de Clazómenas: El Nous y las Homeomerías en la Filosofía Presocrática

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Anaxágoras de Clazómenas: Vida y Pensamiento Filosófico

La Vida de Anaxágoras: De Jonia a Atenas

Anaxágoras nació en Clazómenas, en Jonia, donde vivió sus primeros años bajo la dominación persa (Clazómenas había sido sometida después de la represión de la revuelta jonia). Pasó después a Atenas, siendo el primer filósofo que se estableció en esta ciudad. Allí encontró la amistad de Pericles, que se convirtió en su discípulo. El mismo Sócrates escuchó sus lecciones, pero, según parece, quedó decepcionado. Los enemigos de Pericles lo acusaron de “impiedad” y tuvo que abandonar la ciudad, marchando de nuevo a Jonia, a la ciudad de Lámpsaco, donde murió. Anaxágoras representa el tipo de filósofo puro, únicamente interesado por el pensamiento y ajeno a toda actividad política. Se cuenta que cuando alguien le preguntó cuál era el objetivo de su vida, respondió que “vivir para contemplar el sol, la luna y el cielo”.

La Filosofía de Anaxágoras: Las Homeomerías

Su filosofía —como la de Empédocles— parte de los planteamientos de Parménides, llegando a una solución relativamente parecida. Ya que el “ser” no puede empezar ni perecer, ya que lo “uno” ha de considerarse como inmutable, Anaxágoras —que admite la pluralidad y la movilidad, así como los cambios y transformaciones de la realidad— formula una teoría pluralista. Todo lo que se produce y sucede es resultado de la mezcla de innumerables elementos.

“Nada viene a la existencia ni es destruido, sino que todo es resultado de mezcla y división.”

Anaxágoras llama a esos elementos o “principios” con el nombre de *semillas* (*homeomerías*), las cuales son cualitativamente distintas e indefinidamente divisibles. En todas las cosas hay semillas de todas las cosas, de tal manera que “todo está en todo”.

Así se explica que cualquier cosa puede llegar a ser cualquier otra distinta, y que si una cosa es lo que es, es porque en ella predominan las semillas correspondientes: en el oro predominan las semillas del oro, pero están también presentes todas las demás (cosa que es posible, puesto que las semillas son minúsculas). La pluralidad y los cambios —generación, corrupción, transformación— se explican, pues, por la mezcla o disgregación de semillas.

El Nous: Principio del Movimiento y la Inteligencia Cósmica

El mundo se origina por medio de un torbellino en el que se realizan las mezclas y separaciones progresivamente. Pero este movimiento del torbellino tenía que ser explicado, puesto que Parménides parecía haber demostrado que, de por sí, la Esfera permanece quieta e inmóvil: Anaxágoras se ve obligado a introducir un “principio del movimiento”, al que da el sorprendente nombre de *Nous* (Espíritu, Inteligencia). El *Nous* es algo separado de la masa de semillas, y por ello nada lo limita y posee autonomía, conoce todo y tiene el máximo poder. Y añade Anaxágoras:

“El Espíritu gobierna todas las cosas que tienen vida, tanto las más grandes como las más pequeñas. El Espíritu gobernó también toda la rotación, de tal manera que comenzó a girar en el comienzo […] Esta rotación hizo separarse las cosas. Lo denso se separa de lo raro, lo cálido de lo frío, lo brillante de lo tenebroso y lo seco de lo húmedo. Hay muchas porciones de muchas cosas, pero ninguna está separada ni dividida completamente de la otra, salvo el Espíritu.”

Recepción del Nous: Platón y Aristóteles

Empédocles había introducido como explicación del movimiento dos fuerzas a las que dio nombres “psicológicos”: Amor y Odio, aunque rigurosamente deben entenderse como fuerzas “cósmicas” y materiales. ¿Qué quiere decir Anaxágoras al hablar del “Espíritu”?

Platón y Aristóteles se mostraron muy entusiasmados, en principio, ante esta doctrina; pero luego manifestaron su decepción al comprender que Anaxágoras otorga al Espíritu un papel muy reducido: una vez puesto en movimiento el torbellino, todo parece funcionar mecánicamente sin su concurso. Hay que cuidarse mucho de interpretar la palabra «Espíritu» según nuestra propia mentalidad. Quizá Anaxágoras, al decir que es “la más sutil y pura de todas las cosas”, no lo concibió todavía de un modo absolutamente inmaterial e incorpóreo. De todos modos, aquí surge algo absolutamente nuevo que solo los filósofos siguientes sabrán aprovechar plenamente.

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