Análisis del poema "Un día habrá una isla" de Pedro García Cabrera

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"Un día habrá una isla" es un poema escrito por el autor canario Pedro García Cabrera, incluido dentro de su obra Las islas en que vivo, en la que se observa la visión dual del poeta: el mar y la sociedad del franquismo, por la que desea libertad. García Cabrera nació en Vallehermoso (La Gomera) en 1905 y murió en Tenerife en 1981. En sus comienzos literarios, sobre los años 20, se dejan sentir en Canarias las ideas de las vanguardias europeas. Surgen las primeras revistas, a partir de las cuales colaboró en varias: La Rosa de los vientos, importante revista de Santa Cruz de Tenerife en la que coincidió con poetas como Domingo López Torres; y Gaceta de Arte, de carácter renovador, en la que participa activamente. Su vida y su obra giran en torno a dos constantes: su compromiso social y su atención hacia el paisaje isleño. Participa de diferentes corrientes y estilos, pero hay que destacar dos: una primera etapa, en la que en su poesía perviven restos del Modernismo con rasgos regionalistas, cabe destacar Líquenes, obra con una voluntad vanguardista. García Cabrera busca más libertad creadora que se refleja en obras de claro estilo surrealista, como Dársena con despertadores. Tras la caída de Primo de Rivera, García Cabrera asume compromisos políticos y estalla la Guerra Civil cuando era concejal de Santa Cruz por el Frente Popular, fue detenido por sus ideas socialistas, y deportado al Sáhara, se fuga a Senegal y luego a Francia. Su compromiso social lo hace regresar a España y se integra en el ejército republicano en Andalucía. Poco antes del fin de la guerra fue nuevamente detenido y encarcelado durante siete años. Cuando regresa a Canarias, cumplió prisión en su domicilio de Tacoronte. Tras la guerra, García Cabrera está marcado por el contexto histórico y político, que lo llevan a desarrollar una poesía social, que trata de expresar la angustia individual, con ejemplos como Romancero cautivo o Las islas en que vivo.


Cabrera y los poetas de la época querían mostrar una realidad por medio de la poesía, la cual consideraban un medio para transformar la sociedad y concienciarla sobre la libertad, la injusticia y la solidaridad. Por ello, su estilo es sencillo y claro para poder llegar a la mayoría, como hacen otros poetas como Celaya y Blas de Otero. Así, el poema plantea el tema del deseo de libertad. El poeta tiene la certeza de que un día se alcanzará la libertad, pero no solo para él, sino para todos: heridos y humillados, en este deseo, el poeta no se siente solo, sino que percibe y desea la solidaridad de quienes luchan con valentía, de los que sufren y también de quienes callan. El poema se estructura a base de paralelismos y reiteraciones en tres partes: la primera, de los versos 1 al 5, en los que manifiesta su anhelo y certeza de que en un futuro habrá una isla libre en la que disfrutará su libertad junto a todos y dónde desea ser enterrado (“Un día habrá una isla…”). En la segunda parte (versos 6-13), muestra su parte solidaria, de manera sencilla (“solo no estoy”), y desea compartir esa libertad con el resto. Finalmente, vuelve a reiterar su deseo de libertad compartida (“cuantos partan el pan en esta isla”), aludida metafóricamente con la expresión “la alegría del mar/le pido a todos”, lo que le da al poema una estructura circular, ya que en la primera y última parte reitera la misma idea, su deseo de que su isla “no sea silencio amordazado”. La lucha contra la injusticia y la opresión es un tema recurrente en la poesía del poeta puesto que, por encima de todo ama la libertad, como expresa en “A voz en cuello”, poema construido a base de paralelismos y reiteraciones: “contra viento y marea/(…) amo la libertad/.”. El carácter literario de este texto es evidente. Se trata de un texto lírico, una silva, estrofa que le permite libertad ya que se combinan a voluntad versos heptasílabos con endecasílabos, con una rima que da relevancia a la asonancia i-a de los versos impares 1,5,9,13,17 y focaliza la atención sobre el concepto isla. La presencia de muchos encabalgamientos al comienzo y al final del poema: “isla/que no sea…” parecen reivindicar la idea de libertad, sin agresividad o violencia: “donde mi libertad dé sus rumores/la alegría del mar le pido a todos”.


Su carácter de poesía social hace que su lenguaje sea sencillo. El poeta recurre al hipérbaton para realzar ideas y conceptos claves (“solo no estoy”/,/“la alegría del mar le pido a todos”). Mediante la antítesis (del combate en que muero y en que vivo) y la personificación (mis palabras se liberen), el poeta nos recuerda su lucha por la existencia de libertad. Son varias las metáforas empleadas por García Cabrera: silencio amordazado, para incidir en la ausencia de la libertad. Las metáforas y metonimias en estructuras paralelas describen en varios versos a los esperanzados (“horizontes y manos de esperanza”), a los que sufren (“aquellos que no cesan / de mirarse la cara en sus heridas”), a los fuertes de espíritu o luchadores (“aquellos que no pierden /el corazón y el rumbo en las tormentas”) y, por último, los perseguidos (“los que lloran de rabia/ y se tragan el tiempo en carne viva”). Así, la isla es el símbolo, el espacio donde habita el hombre, pero también puede convertirse en su prisión (silencio amordazado), en contraposición del otro gran símbolo de su obra: el mar (v.16), que abre la posibilidad de libertad a través de la conexión con el término orillas (v.5). Entre los versos 3-5 llama la atención la aliteración por repetición del fonema vibrante /r/ en varias palabras que quedan marcadas significativamente: entierren, libertad, rumores, orilla, palabras que aportan énfasis expresivo.

García Cabrera logra la condensación expresiva en torno al tema con el uso de un léxico relacionado con la libertad (libertad, orillas, horizontes, esperanza, mar); la represión, el sufrimiento (silencio amordazado, heridas, tormentas, rabia, combate) y el ser humano, a través de sucesivas metonimias (manos, cara, corazón, carnes).


Es interesante señalar el uso del futuro con el que abre el poema (habrá) por su valor de certeza de que sus sueños de libertad se cumplirán, frente a las formas del presente de subjuntivo, con las que el poeta plantea su deseo, hipótesis: “que no sea”. Paralelamente, Cabrera recurre al presente de indicativo para expresar el momento en el que reflexiona sobre esas ansias de libertad: “solo no estoy”, “están conmigo”, “los que lloran”, etc. Frente a la construcción simple y rotunda “solo no estoy”, las oraciones que aparecen son, en su mayoría, compuestas, muchas de ellas subordinadas de relativo o sustantivas: “un día habrá una isla que no sea silencio amordazado,… aquellos que no cesan”, lo que le permite profundizar en la descripción de sus pensamientos y anhelos. Esta sencillez expresiva, profunda, comprometida,… es un claro ejemplo de poesía social, que reivindica el valor de la libertad. Denunciar la injusticia, reclamar derechos fundamentales se hace y se ha hecho desde las artes, en general, y Pedro García Cabrera lo hace mediante la palabra, al mismo nivel estético que otros escritores españoles, que la utilizan como arma de lucha en la poesía social en los años 50 y 60 del siglo pasado: Blas de Otero, Celaya, Agustín Millares, entre otros.

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