Análisis del poema "Me busco y no me encuentro" de Josefina de la Torre

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Josefina de la Torre: Biografía y contexto literario

Josefina de la Torre nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1907 y murió en Madrid en 2002. Proveniente de una familia burguesa culta y liberal, Josefina desarrolló su talento en diversos ámbitos artísticos: música, cine, literatura e interpretación dramática. Su hermano, el escritor y cineasta Claudio de la Torre, fue una figura clave en su desarrollo artístico, introduciéndola en el mundo del teatro. Durante su estancia en Madrid en la década de 1920, Josefina se relacionó con figuras destacadas de la literatura y el arte español, como Luis Buñuel, Salvador Dalí, Federico García Lorca y Rafael Alberti, entre otros intelectuales de la Residencia de Estudiantes. Esta cercanía a la Generación del 27 marcó profundamente su obra.

El lugar de Josefina de la Torre en la literatura española

Josefina de la Torre destaca como una de las pocas mujeres canarias de su época que se atrevió a publicar sus obras, desafiando las normas sociales que limitaban la participación femenina en la esfera intelectual. Su obra poética, aunque breve, refleja las principales tendencias líricas de la primera mitad del siglo XX. Heredera del modernismo, Josefina se adentró en la corriente de la "poesía pura" que dominaba la escena literaria hispánica en la década de 1920. Compartía con los poetas de la Generación del 27 la predilección por la sencillez formal, el lirismo interior y un lenguaje cercano a la expresión popular, así como la atención a las innovaciones de las vanguardias artísticas.

La influencia canaria en la poesía de Josefina de la Torre

A pesar de su conexión con la vanguardia, la poesía de Josefina de la Torre también revela la huella de poetas modernistas canarios como Saulo Torón, Tomás Morales y Alonso Quesada. Esta herencia insular fue reconocida por Pedro Salinas, quien prologó su primer poemario, Versos y estampas (1927), y la apodó "muchacha-isla" para destacar las resonancias insulares de su poética. Esta influencia canaria se convierte en un rasgo distintivo de su obra dentro del panorama de la Generación del 27.

Temática y estilo de la obra de Josefina de la Torre

La obra de Josefina de la Torre se centra en temas como la infancia, la muerte y la soledad, pero destaca especialmente el paisaje insular, en particular el mar y la playa, elementos recurrentes en la tradición poética canaria. Estos temas se abordan con una aparente sencillez expresiva. Sus poemas, que oscilan entre el verso libre, la métrica rigurosa y la prosa poética, se construyen a partir de un uso sutil de la metáfora, el símil y la adjetivación. Josefina también incorpora figuras literarias propias del creacionismo.

Obra poética

  • Versos y estampas (1927)
  • Poemas en la isla (1930)
  • Medida del tiempo (1989)
  • Marzo incompleto (1969)

Obra narrativa

Josefina de la Torre también incursionó en la narrativa breve, escribiendo relatos cortos entre 1930 y 1969 bajo el seudónimo de Laura de Cominges. Estas obras, de carácter misterioso y romántico, fueron concebidas con un interés comercial. Entre ellas se encuentran Idilio bajo el terror, El enigma de los ojos grises y Alarma en el distrito sur. En 1954, publicó Memorias de una estrella, donde relata su experiencia en el mundo cinematográfico.

Análisis del poema "Me busco y no me encuentro"

El poema "Me busco y no me encuentro" forma parte del poemario Marzo incompleto (1968), que reúne poemas escritos entre 1930 y 1936. Este libro, de carácter íntimo y tono más trágico que sus predecesores, explora temas como el paso del tiempo, la memoria, la evocación, los interrogantes sobre el misterio de la vida, la soledad y el desasosiego.

Tema principal: El desarraigo y la búsqueda de la identidad

El poema expresa el desarraigo de la autora, su incapacidad de encontrarse a sí misma. Este sentimiento de desorientación vital se ve agravado por la frustración de sus deseos maternales, un tema recurrente en Marzo incompleto. La imposibilidad de ser madre, consecuencia de la elección de su carrera profesional, marca un punto de inflexión en su vida y su creación poética.

Estructura del poema

El poema se divide en tres partes:

  1. Versos 1-7: Presentación del desasosiego vital y la búsqueda infructuosa de la propia identidad.
  2. Versos 8-11: Exposición de las causas de la insatisfacción personal, la frustración por no haber podido ser "tierra, ni esencia, ni armonía", metáfora de la maternidad.
  3. Versos 12-13: Conclusión con un atisbo de esperanza ilusoria, un espejismo que no llega a iluminar la oscuridad que la rodea.

Aspectos formales y estilísticos

  • Métrica: Combinación de versos heptasílabos y alejandrinos, predominando estos últimos. La rima alterna entre asonante y consonante.
  • Tono: Enigmático, cercano a la prosa en algunos momentos debido al uso de versos alejandrinos, pero con un marcado carácter poético gracias a los recursos estilísticos empleados.
  • Espacio: Interior, metafísico. La búsqueda de la autora se desarrolla en las "esquinas" y "paredes" de su ser, un espacio metafórico que representa su mundo interior.
  • Recursos estilísticos: Paralelismos, repeticiones, enumeraciones, gradaciones ascendentes, anáforas, personificaciones, metáforas. El lenguaje connotativo, cargado de significaciones metafóricas, crea una atmósfera de pesadumbre, dolor, angustia, desasosiego y misterio.
  • Aspectos morfosintácticos: Predominio del estilo verbal, con un uso destacado de presentes habituales de indicativo que forman una gradación ascendente, enfatizando la acción de búsqueda. El único verbo en pasado, "no pude", resalta la frustración por la maternidad no realizada. Los sustantivos, en su mayoría abstractos, se refieren al desasosiego del mundo interior de la autora. El orden sintáctico es lógico, con un único encabalgamiento de tipo oracional que intensifica la expresividad.
  • Plano léxico-semántico: Léxico sencillo, de nivel estándar, pero con una gran riqueza estética gracias a la combinación de elementos y el uso de figuras retóricas. Destacan los campos semánticos relacionados con la angustia, la tristeza y la soledad. La antonimia recíproca "busco / no encuentro" sintetiza el tema central del poema: el desarraigo de la autora.

Conclusión

, en la que ilusoriamente le queda un hálito de esperanza, pues sigue esperando ese momento mágico que ilumine su vida, pero se trata sólo de un espejismo de su sombra.

Métricamente es un poema de 13 versos, en los que se combinan versos de 7 (heptasílabos) con versos de catorce sílabas (alejandrinos), predominando estos últimos. La rima es en ocasiones asonante y en otra consonante

El tono enigmático es evidente en este poema de Josefina. Por un lado, gracias al apoyo de los versos alejandrinos, unidades extensas con las que la autora, en algunos momentos, parece querer estar más cerca de la prosa que del propio verso; por otro lado, con la ayuda del empleo reiterativo de algunos recursos estilísticos se siente más afín a la poesía.

El espacio es una constante intrínseca en el poema, pero se trata de un espacio interior, metafísico. La autora realiza una búsqueda metafórica de su yo más íntimo por las “esquinas”, las “paredes” de su ser, “tanteando”, rondando entre la oscuridad, sin hallar aquello que busca.

El carácter literario del texto es notorio. El poema viene marcado por numerosos recursos estilísticos que potencian en el poema la desconcertante y desmedida situación vital de la poetisa. El paralelismo, las repeticiones, las enumeraciones y las gradaciones ascendentes confieren un carácter compacto al poema. Así, el empleo paralelístico e hiperbólico de los presentes de indicativo. Las frecuentes anáforas -“y”), “no” “que”, realzan la búsqueda incesante de sí misma. La enumeración metafórica “tierra, ni esencia, ni armonía” que, junto con la respectiva del verso siguiente: “fruto, sonido, creación, universo” parecen evocar la reivindicación del hijo anhelado. El valor connotativo del lenguaje es alto; el léxico fluye cargado de significaciones metafóricas que giran en torno a un mundo de pesadumbre, dolor, angustia, desasosiego e, incluso, misterio. Son recurrentes figuras estilísticas como la personificación, “interrogo al silencio”; la metáfora, “oscuras paredes” (confusa y triste vida interior. Vemos también el valor simbólico del verbo “desgranarse” (la granada era metáfora del amor y de la fecundidad según los antiguos griegos), que en el poema indica una lenta y progresiva destrucción de la vida.

En el aspecto morfo-sintáctico, hay en el poema un uso destacado del estilo verbal, lo que contribuye a una marcada acción de búsqueda de sí misma. La mayoría de los verbos son presentes habituales de indicativo que forman una gradación ascendente: “me busco”, “rondo”, “interrogo”. Asimismo, el uso de gerundios (“tanteando”, “esperando”) insisten en la permanencia de su desazón. El único verbo que aparece en pasado es “no pude” que, por ser el único, realza la incapacidad y la frustración que la poetisa siente en ese momento presente ante la maternidad; su frustración presente nace en el pasado. Los sustantivos son de carácter abstracto la mayoría, referidos éstos al desasosiego de su mundo interior. El orden de los elementos de la oración es altamente lógico; sólo hace uso de un encabalgamiento de tipo oracional (versos 10-11) muy expresivo: “no este desalentado y lento desgranarse/que convierte en preguntas…”. La autora se pregunta continuamente el porqué de su dolor, lo cual acrecienta la pena que la circunda. El tipo de oración que se utiliza en el poema es simple, mayoritariamente; hay, además, coordinadas copulativas y dos oraciones subordinadas adjetivas.

En cuanto al plano léxico-semántico, podemos decir que no se trata de un léxico rebuscado sino sencillo; un léxico que se sitúa en un nivel estándar de la lengua; no quiere ello decir que estemos ante un texto pobre y carente de riqueza estética, pues el valor literario del texto reside, sobre todo, en la combinación de sus elementos y en el uso abundante de las figuras retóricas, entre otros recursos. Destacamos los diferentes campos semánticos relacionados con la angustia y la tristeza (“noche, oscura, tinieblas, sombra, incertidumbre, vacío”); la soledad (“silencio, eco, sordo, vacío”). Hay un caso importante de antonimia recíproca (“busco /no encuentro”), pues tiene la clave del significado profundo del poema: el desarraigo que de sí misma tiene la poetisa.

Este poema, altamente literario, es un magnífico ejemplo de lo que significó para las letras hispánicas la figura de la canaria Josefina de la Torre. 

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