Análisis de los personajes en "El tragaluz" de Antonio Buero Vallejo

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Los personajes

Los experimentadores

Los experimentadores no poseen rasgos de identidad propios, no nos interesan por ese motivo. Quizá la compasión, como la que deberíamos sentir nosotros.

La familia

El núcleo de personajes relevantes es la familia, que se presenta como un triángulo de fuerzas enfrentadas. Se trata de una pirámide dominada por el padre que simboliza los efectos de la guerra civil en el pueblo español, unos efectos que están reprimidos hasta el estallido final. En este sentido, es lícito contemplar el enfrentamiento entre los dos hermanos como un reflejo de la guerra fraticida, otro caso más del cainismo propio de nuestra historia, como dejaron sentado Unamuno (Abel Sánchez) o A. Machado ("La tierra de Alvargonzález").

Padre

Es una figura polisémica, con valores reales y alegóricos. Se trata de uno de los personajes típicos de Buero, con una “deficiencia física” (sordera, ceguera...), una deficiencia que representa un contrapunto a la "normalidad". Son ellos los que captan o procuran hallar otros sentidos escondidos, otros "enigmas" de la existencia. En este caso, se trata de una deficiencia psíquica, la demencia senil. El origen de esa locura no es propiamente la vejez: no es tan viejo y, además, existe un episodio de locura precedente. La locura ha sido provocada por una causa externa que reaflorará al final: la traición de su hijo, pero en el fondo, la guerra civil o la maldad universal. Pero como ocurre con esos personajes, es un personaje que posee una lucidez particular, una racionalidad esencial: él descubre la relación entre Encarna y Elvira, unidas por ser víctimas. Y, sobre todo, canaliza uno de los temas principales de la obra: el problema de la identidad. La significación última de su obsesión por recortar es la búsqueda de conocimiento de la identidad de cada uno de los seres humanos. Aunque sea una búsqueda imposible e utópica, es el primer paso para el conocimiento y la comprensión.

Como padre, también es puesto en relación con el Creador, de manera explícita. Se cree Dios y juzga como un Dios bíblico el enfrentamiento de sus hijos. Al final, Vicente pide el perdón, pero recibe el castigo divino-paternal.

Mario y Vicente

Los dos hermanos representan dos caras de la realidad. Es muy frecuente en todo el teatro de Buero Vallejo el enfrentamiento de dos personajes: el activo y el contemplativo. En su teatro, este enfrentamiento entre protagonista contemplativo y antagonista activo puede aparecer con distintas variantes, ya que suelen cruzarse otros personajes. Lo más frecuente es que exista un objeto deseado que les enfrente. Como en el caso de El tragaluz suele ser una figura femenina, por lo que se introduce también un conflicto amoroso. Ninguna de ambas posturas es la idónea: hay que actuar, pero también saber contemplar y comprender al prójimo. No es, por tanto, un enfrentamiento maniqueísta entre el Bien y el Mal, sino la presentación de posturas que, aisladas y condicionadas por las presiones sociales, no son beneficiosas. El propio Buero ha indicado que el hombre idóneo sería el resultado de una simbiosis Mario-Vicente (en proporciones de un 60%-30%).

Mario

Aparece, en principio, como la víctima derrotada e inocente de esa guerra. Pero no hay que simplificar. Mario es un ejemplo del personaje contemplativo, cuyo carácter derrotista y escéptico le aparta de la actividad y le empuja a la abstención de participar en la lucha. No quiere tomar el tren, se margina voluntariamente por imperativos éticos insobornables (113, análisis del funcionamiento de la sociedad y respuesta de Mario). Vicente compara su idealismo con Don Quijote, pero éste actuaba. Sin embargo, es capaz de reconocer al final su error (inactividad, egoísmo, empuja a Vicente...). Representa una soplo de esperanza por su afán de trascendencia heredado del padre.

Vicente

En principio, aparece como un individuo sin escrúpulos. Es el causante de la muerte de Elvirita y, a partir de ahí, de cuantos atropellos sean necesarios para su triunfo personal: subirse al tren implica no bajarse, cueste lo que cueste. Aquí aparece con mayor fuerza el problema de la responsabilidad, ya que es consciente de sus actos. Sin embargo, no todo es negativo, tiene un fuerte sentimiento de culpabilidad que al final le empujan a la tragedia, a la búsqueda del perdón paterno que sabe imposible. Pero hay que profundizar más en su psicología para captar qué parte hay en él de víctima y verdugo: en el fondo, es un cobarde, sumiso al poder para la conservación del mismo, convencido de la lógica del sistema que no le dejará escapar si no es para hundirse.

Otros personajes

Encarna

A pesar de su escaso papel, permite comprobar la degradación de las relaciones amorosas en ese tiempo. El amor es un concepto utilitario, es víctima (como Elvira) en su relación con los dos hermanos, ya que la utilizan con fines diversos: un altruismo autocomplaciente (Vicente) y la autocompasión (Mario). Por ello se ve a sí misma, en un ejemplo de visualización de los pensamientos, como prostituta: la pobreza y la supervivencia la empujan a prostituirse moralmente.

Madre

Papel menor. Pero destacan algunas notas: su abnegación, su ternura, su compasión hacia Vicente (madre al fin y al cabo de su hijo, perdona), su continua obsesión por el hambre y, sobre todo, su postura escapista ante los hechos. Ni un solo día ha dejado de recordar la tragedia, pero se impone a sí misma el silencio, intenta evitar una fractura que acaba llegando inexorablemente.

Beltrán

No aparece en escena, pero por las referencias puede encarnar al escritor de talento que se convierte en víctima de los intereses ajenos, que tiene que enfrentarse con un Poder cuyos medios son más eficaces que la simple valía.

Elvirita

Es la más inocente, símbolo de la inocencia que sucumbe por la historia, los actos ajenos cuya incidencia sobre el prójimo motiva la meditación sobre la responsabilidad humana.

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