Análisis de la obra teatral La Fundación: Espacio, personajes y simbolismo

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El espacio real y el espacio soñado: la puesta en escena en La Fundación

La acción dramática de La Fundación transcurre en la celda de una cárcel, en un “país desconocido”, pero a lo largo de la obra hay varias transformaciones en el espacio escénico ligadas a los efectos de inmersión. Al principio, la impresión del espectador-lector es que se encuentra en una Fundación idílica, en la que se realizan trabajos científicos de investigación. El decorado es sencillo pero de buen gusto: frigorífico, cama moderna... Todo ello se asocia a las conquistas de nuestro modo de vida ligado al bienestar que contrasta cruelmente con la situación de los excluidos de ese mismo modo de vida. Sin embargo, hay algunos detalles “extraños” de los que en principio no nos damos mucha cuenta: los muros grises y desnudos, el suelo de cemento, el apiñamiento de objetos, el enorme ventanal tras el que se divisa un maravilloso paisaje... Estos elementos discordantes sirven para apoyar el proceso de transformación que se va a producir en el escenario conforme Tomás va recobrando la razón.

Varios cambios importantes se producen en el cuadro II de la parte primera: el Hombre parece ahora un cadáver y Tomás empieza a comprender con inquietud: va a por un libro y desaparece la estantería, va a coger una cerveza y desaparece el frigorífico, desaparecen la cámara fotográfica, el televisor, la flamante escoba… Sin embargo, se mantiene la cortina del baño y el paisaje del ventanal, metáfora de la realidad de la belleza de la vida, de la esperanza en el futuro.

En la parte segunda se nos va a revelar enteramente la crudeza del espacio real: los presos visten ya pantalones y camisas viejas y arrugadas; se habla abiertamente de rancho y de recuento, siguen desapareciendo objetos como el teléfono y la lámpara y el paisaje se sustituye por un corredor lleno de celdas y con barandilla. Finalmente, desaparece la cortina del baño y aparece el retrete sin tapadera. Cuando Tomás lo percibe, Asel puede exclamar: “Ya estás curado”.

Los espacios cerrados (cárcel) tienen siempre su reverso en estos espacios abiertos (paisaje campestre) que es verdadero a pesar de que exista por ahora solo en los sueños. Entre ambos media un espacio casi asfixiante: el túnel, que simboliza el camino del parto hacia un nuevo renacimiento. Al final del drama, la celda se transforma de nuevo en la hermosa habitación de una Fundación, lista para acoger a nuevos inquilinos.

Personajes con nombre propio y personajes genéricos en La Fundación

Los personajes principales de la obra son cinco, claramente individualizados, ya que viven las distintas situaciones de manera muy personal, entre sí y con respecto a la “fábula”. No obstante, sus diferentes conductas se complementan: representan distintas zonas del subconsciente de cada individuo que van aflorando en situaciones límite.

Tomás

El protagonista es Tomás y en él recae todo el peso de la acción y el problema de desdoblamiento de la personalidad. Su locura nace del miedo a asumir sus responsabilidades por haber delatado a sus compañeros y a aceptar el mundo que lo rodea. También se alimenta de su imaginación, puesto que él aspiraba a ser escritor. Al final de la obra, acepta luchar para lograr hacer realidad sus fantasías.

Asel

Sin embargo, Asel es un personaje que a veces llega a eclipsar al propio protagonista. Es un ingeniero, aunque Tomás lo cree médico e indirectamente sabemos que era un destacado dirigente de la organización clandestina. Él impulsa la curación de Tomás y el proyecto de fuga. Representa la madurez, el carácter reflexivo y el sacrificio, al quitarse la vida para evitar delatar la fuga de sus compañeros bajo tortura.

Max

Max representa la corrupción y la ruptura de unos ideales, al traicionar a sus compañeros a cambio de pequeñas compensaciones. Es un tenedor de libros, aunque Tomás cree que es un matemático.

Lino

Lino, un tornero, visto por Tomás como ingeniero, evoluciona desde la inhibición apática hasta una acción efectiva, el asesinato de Max.

Tulio

Tulio es un fotógrafo que conserva su oficio en la mente de Tomás. Representa la intransigencia pero también la ensoñación. Se muestra impaciente ante la enfermedad de Tomás, por lo que contribuye a su vuelta a la cordura.

Berta

Por otra parte, Berta es fruto de las alucinaciones de Tomás y es esencial para su recuperación. Se puede entender como desdoblamiento del propio Tomás y de ahí que lleve la misma insignia C-72. Todo lo que expresa es lo que Tomás empieza a intuir o a temer.

El Hombre anónimo

El Hombre anónimo moribundo con el que los personajes comparten celda es, en realidad, un muerto, cuya fingida enfermedad utilizan como pretexto para conseguir su ración de comida.

Personajes secundarios

Otros personajes secundarios que aparecen son los carceleros, vistos como el Encargado y sus ayudantes por Tomás; los “compañeros a toda prueba”, que arriesgan sus vidas para que los protagonistas se fuguen; los “barrenderos de la galería” que diseminan la tierra, “el cojo de la celda de enfrente” y otros presos. Estos personajes colectivos representan el testimonio de una represión generalizada.

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