Análisis de Melibea, sus padres y los criados en La Celestina

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Análisis de Melibea, sus padres y los criados en La Celestina

Melibea: Un ideal renacentista con individualidad

El retrato que Calisto hace de Melibea podría hacernos pensar que estamos ante un tipo de mujer estandarizada, con resabios de dama del amor cortés y con rasgos de la nueva estética renacentista. Y, efectivamente, nos hallamos ante un retrato estereotipo, ante un ideal femenino de belleza que es común al final de la Edad Media y a todo el Renacimiento. Un retrato que tiene más de ideal y de sueño que de real.

Pero aunque el retrato físico de Melibea pertenece a un ideal de belleza propio de una época, no así su personalidad. Melibea es ya profundamente individual; sabe actuar de modo práctico y directo, buscando enérgicamente aquello que anhela. Melibea no es la joven cuya voluntad aparece ligada a la de los padres. No dudará en engañarlos, en fingir, en pasar ella sola a la acción para lograr sus apetencias.

En este sentido, Melibea representa en la literatura española la primera gran incorporación del individualismo de la persona defendido por el Renacimiento. El proceso de su pasión está magníficamente expresado con verdadera intuición del alma femenina: desde el rechazo inicial, al comienzo de la obra, hasta su entrega apasionada a Calisto en el jardín de su casa, pasando por ese punto intermedio de fingidas protestas y pretendidos rechazos.

Melibea enamorada ya no se detendrá ante nada. Pactará con la vieja, engañará a su madre y se entregará a Calisto. Cede a su pasión: no le importan la educación, el recuerdo de sus padres, ni tiene escrúpulos que la atormenten; es una mujer enérgica, apasionada, e incluso arrogante porque lo exige su pasión.

Pero el azar, la fatalidad o el destino acabarán con cualquier tipo de apasionamiento, como posteriormente en Romeo y Julieta o en Don Álvaro, el duque de Rivas. Entra, por tanto, en la concepción moderna de la mujer. En posesión de una belleza idealizada, propia del Renacimiento, afirma, sin embargo, a lo largo de la obra su poderosa individualidad, su fuerza y su pasión.

Los padres de Melibea: Alisa y Pleberio

Los padres de Melibea, Alisa y Pleberio, tienen más importancia social que dramática. Son el reflejo de un matrimonio burgués, orgulloso de su hija y confiado en su inocencia. Son dos personajes sobre los que no pesa el convencionalismo. Pero su seguridad y confianza en la hija facilitan los manejos de Celestina y, en definitiva, el desenlace trágico. Alisa aporta originalidad a la obra en cuanto a una casi total ausencia de la madre en nuestro teatro posterior. Es autoritaria, pagada de su posición e ignorante en todo lo que se refiere a su hija. Pleberio es padre amoroso y preocupado por la seguridad económica de su hija, de la que, en definitiva, también lo desconoce todo. Por otra parte, Pleberio, con su retórico discurso, dará el testimonio de la enseñanza final: su imprevisora paternidad permitirá que Melibea caiga en las asechanzas del loco amor.

Criados y pupilas: Un reflejo de la sociedad

Los criados de Calisto y las pupilas de Celestina están trazados con innegable maestría y originalidad. Son personajes enteros y no simples y fieles servidores. Pármeno, Sempronio, Elicia y Areúsa representan la incorporación al teatro de toda una realidad social: el mundo bajo de los criados y las prostitutas, propio del ambiente de la gran ciudad. Sus intereses y conflictos van parejos a los de los personajes de alto rango. En la tragedia clásica sólo intervenían reyes, héroes e, incluso, dioses; sin embargo, en la obra de Rojas las gentes del pueblo entran a formar parte de la trama trágica, lo cual es una característica de la comedia humanística. Fernando de Rojas ha sabido captar la crisis social del siglo XV, señalando la situación socioeconómica del asalariado. El resultado ha sido que, con una audacia literaria inesperada, ha hecho intervenir en su obra a los criados y a las prostitutas como si se tratasen de personajes altos socialmente. Cada uno de los personajes constituye un mundo con sus problemas, preocupaciones y miserias, cosa que no se dio ni en el teatro anterior ni en el inmediatamente posterior, en el que el criado no es más que un intérprete de la voluntad del señor. En La Celestina, en cambio, los criados deciden, ponen condiciones, exigen, y a la vez son pieza clave sin la cual es inconcebible la marcha de la obra; hasta el punto de que, cuando Pármeno y Sempronio son muertos, aparecen suplidos inmediatamente por Sosia y Tristán. Los criados de La Celestina tienen su pequeño drama íntimo y su gran pasión: el interés y la avaricia. Todo cuanto hacen es arrastrados por el interés y el ansia de medrar. Los criados de La Celestina son un reflejo de esa crisis social que vimos anteriormente y que llevó al criado a cierto grado de rencor y desprecio hacia el señor.

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