Análisis de La Casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca

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Ejes Temáticos:

Introducción: Federico García Lorca (1898-1936) contribuye una de las cumbres de la dramática española moderna. Perteneció a la generación del 27. Es el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX. Murió ejecutado tras la sublevación militar de la Guerra Civil Española. Su producción estuvo siempre determinada por la voluntad de innovar, por ello Lorca quiso acceder a los grandes temas: el amor, la muerte, el paso del tiempo, la opresión y la rebeldía, la fuerza del destino…

El tema central

de la obra es el enfrentamiento entre un modelo de conducta autoritario y rígido y otro modelo abierto y progresista. Bernarda trata de imponer sus normas opresivas y autoritarias tras la muerte de su marido que era “el cabeza de la familia”. Mª Josefa y Adela intentan rebelarse y hacer frente a ese dominio. El autoritarismo de Bernarda está presente desde su primera intervención. Para Bernarda, la hija que no obedece, deja de serlo. Pero el impulso amoroso de Adela y su ansia de libertad son más fuertes, su rebeldía también se muestra desde el principio. Al final de la obra se enfrenta directamente con su madre, pero es muy corto su tiempo de libertad. Su suicidio, en defensa de una libertad imposible.

Por su parte Mª Josefa, manifiesta su rebelión mediante la locura, única vía de escape para su aislamiento en una habitación, una cárcel dentro de otra cárcel. La locura la hace fuerte para expresar sus ansias de libertad, para enfrentarse a su hija y denunciar su tiranía. En síntesis, la opresión y el autoritarismo de Bernarda provoca dos respuestas estériles: la locura de Mª Josefa y el suicidio de Adela.

Después, los temas secundarios:

En primer lugar, el amor sensual, la búsqueda del varón. El dominio tiránico de Bernarda impide cualquier posibilidad de que estas entablen una relación amorosa. Sin embargo, la irrupción de Pepe el Romano desencadenará las pasiones de estas mujeres solteras que desean casarse para liberarse de la tiranía de Bernarda.

En segundo lugar,

la presencia del hombre y la pasión amorosa se concretan por dos caminos diferentes. Por una parte, a través de referencias y alusiones a historias amorosas sucedidas fuera de escena, y por otra parte, mediante vivencias auténticas de los personajes.

En tercer lugar,

la hipocresía es otro de los motivos recurrentes de la obra. La preocupación por las apariencias se refleja simbólicamente en la obsesión por la limpieza. El miedo a la murmuración marca la conducta de Bernarda.

Por otra parte

, el medio inhóspito y salvaje donde viven encerradas las mujeres, provoca que los sentimientos de odio y de envidia presidan las relaciones humanas. Bernarda es odiada por las criadas y vecinos. La obra está llena de paisajes en los que se manifiestan estos dos sentimientos: en las acotaciones, por medio de insultos o de insinuaciones y expresiones directas.

También Lorca denuncia la injusticia y las desigualdades sociales.

En la obra se plantea una jerarquía social bien definida. De mayor a menor superioridad: Bernarda y su familia, Poncia, Criada, Mendiga. Esta jerarquía se rige por la crueldad y mezquinidad del que ocupa el estrato superior, cada personaje trata de humillar al que se sitúa debajo. Los personajes de condición baja aceptan con resignación las relaciones establecidas.

Otro tema es

la marginación de la mujer. Para denunciar la marginación que la mujer sufría en la sociedad de su tiempo, Lorca enfrenta dos modelos de comportamiento femenino. Por un lado, basado en una moral relajada. Estas mujeres viven con una aparente libertad, al margen de la sociedad y son condenas moral y físicamente por la opinión del pueblo. Por otro lado, uno basado en una determinada concepción de la decencia.

El comportamiento

femenino basado en la honra y la decencia aparentes implica una sumisión a las normas sociales y convencionales, que discriminan a la mujer en beneficio del hombre. Se distingue el trabajo de los hombres y las mujeres. También se alude a la desigualdad ante la ley. Al hombre le están permitidas las relaciones extramatrimoniales mientras que a la mujer le están vedadas las inclinaciones amorosas.

Por último, aparece el sentido de la honra. Bernarda se mueve guiada por unos principios convencionales rígidos cuyas raíces se sitúan en el S.XVII y que exigen una imagen social u honra limpia e intachable.

En suma,

La Casa de Bernarda Alba, se puede reducir al forcejeo de la vitalidad de las hijas y la trágica coyuntura en que combaten desesperadamente la vida y la muerte, el pasado que pesa y el porvenir que exige. Aquí, la presencia de la tradición es el luto. “Silencio” es la primera y última palabra de Bernarda, con ella se abre y se cierra la obra.

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