El Amanecer de la Edad Media: Caída de Roma e Imperio Bizantino

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El Inicio de la Edad Media

Durante siglos, el Imperio Romano se extendió alrededor del mar Mediterráneo. Estas tierras estaban unidas bajo una misma unidad política (el Imperio), una lengua común (el latín), unas mismas leyes y formas de vida, además de una misma moneda.

A partir del siglo III, el Imperio entró en una profunda crisis. Aprovechando esta debilidad, algunos pueblos bárbaros traspasaron las fronteras del Imperio, unos de manera pacífica y otros, violenta.

En el siglo IV, el emperador Constantino estableció la capital del Imperio en Bizancio (actual Estambul), a la que llamó Constantinopla. Esto significó que Roma perdió importancia.

En el año 395, el emperador Teodosio dividió el Imperio en dos partes y lo repartió entre sus hijos:

  • Imperio Romano de Occidente: capital en Roma.
  • Imperio Romano de Oriente: capital en Constantinopla.

A principios del siglo V, los hunos, un pueblo bárbaro llegado de Asia y dirigido por Atila, invadieron y arrasaron el Imperio Romano de Occidente, aunque fueron derrotados en la Galia y se retiraron.

Cuando los hunos huyeron, otros pueblos germánicos (ostrogodos, visigodos, francos, suevos, vándalos, alanos...), que vivían al otro lado de los ríos Rin y Danubio, irrumpieron en el Imperio de Occidente buscando refugio.

En el año 476, Odoacro, jefe germánico, conquistó Roma y destronó al último emperador de Occidente.

A lo largo de la Edad Media, alrededor del Mediterráneo, se desarrollaron tres grandes civilizaciones:

  • Reinos germánicos.
  • Imperio Bizantino.
  • El islam.

El Imperio Bizantino

La herencia romana pervivió en la parte oriental del Imperio, que se mantuvo con el nombre de Imperio Bizantino hasta el siglo XV. Su capital era Constantinopla.

En el siglo VI, el emperador Justiniano quiso restaurar el Imperio Romano y conquistó algunos territorios del antiguo Imperio de Occidente. Una de las contribuciones más importantes de Justiniano fue el conocido como Código de Justiniano: una recopilación y adaptación de las leyes romanas.

Los emperadores bizantinos gozaban de un poder absoluto como jefes del Estado, del ejército y de la Iglesia.

Con el tiempo, el Imperio Bizantino se fue alejando de la cultura romana y se impuso la griega: el latín fue reemplazado por el griego.

La situación geográfica de Constantinopla facilitó los intercambios comerciales entre Oriente y Occidente. Esto mejoró su economía, a lo que se unió la agricultura y la artesanía de lujo.

A partir del siglo VII, Bizancio fue perdiendo buena parte de los territorios conquistados en la época de Justiniano y a partir del siglo XI el Imperio comenzó a debilitarse.

Los turcos u otomanos, un pueblo musulmán de Asia Menor, conquistaron la mayor parte de los territorios bizantinos, y en 1453 se apoderaron de la capital y el Imperio desapareció.

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