Amadeo I en España: Un Reinado Breve y Turbulento (1871-1873)
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El Reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873)
Un monarca para un régimen democrático
Consiguió imponerse la candidatura de Amadeo de Saboya, un hombre con una concepción democrática de la monarquía y miembro de una dinastía que gozaba de gran popularidad por haber sido la artífice de la unificación de Italia. El nuevo monarca fue elegido rey de España por las Cortes en noviembre de 1870. Antes habían asesinado al general Prim, con lo que el nuevo monarca se quedó sin su valedor y consejero más fiel. El 2 de enero, Amadeo de Saboya fue proclamado rey y, tras tomarle juramento, las Cortes Constituyentes se disolvieron para iniciar una nueva etapa de monarquía democrática.
Las dificultades de la nueva dinastía
Pero la nueva dinastía contaba con escasos apoyos. En la votación de las Cortes solo obtuvo 191 votos de los 311 diputados presentes. Satisfacía a progresistas y unionistas, y no todos los sectores de dichos partidos estaban de acuerdo. Además, el rey y su esposa Victoria contaron desde el principio con la clara oposición de la aristocracia, el clero y las camarillas cortesanas de la época de Isabel II. Una parte del ejército mostró su resistencia a expresar fidelidad al nuevo monarca, lo que fue especialmente grave cuando se desencadenó el conflicto carlista o se inició la guerra de Cuba. También obtuvo escaso favor popular. Una vez establecido el sufragio universal y las libertades políticas, el nuevo monarca pretendió consolidar un régimen plenamente democrático. Los dos años de Amadeo de Saboya se vieron marcados por dificultades constantes. Además, se produjo una lucha permanente entre grupos políticos, así como la revitalización del conflicto carlista, de la guerra en Cuba y de las insurrecciones republicanas.
Una permanente inestabilidad
Amadeo I contó desde el principio con la oposición de los moderados. Conscientes de la impopularidad de Isabel II, empezaron a apoyar a Alfonso, hijo de la reina. Fue captando a muchos disidentes unionistas y progresistas, y les convenció de que la monarquía borbónica era una garantía de orden y estabilidad frente al excesivo liberalismo de la monarquía de Amadeo. Esta opción contó con los apoyos de la Iglesia, sobre todo después del decreto de Prim que obligaba al clero a jurar la Constitución de 1869. También apoyó a los moderados la élite del dinero, opuesta a un régimen que legislaba en contra de sus intereses: abolición de la esclavitud en Cuba, regulación del trabajo infantil, etc. Los carlistas, beneficiados por el clima de libertad que introdujo la 'Gloriosa', se habían reorganizado como fuerza política. La llegada de Amadeo de Saboya dio argumentos a un sector del carlismo para volver a intentar métodos de insurrección armada y, una vez desaparecida Isabel II, se sublevaron animados por las posibles expectativas de sentar en el trono a su candidato, Carlos VII. Otra facción del carlismo se fue consolidando como una fuerza política de orientación ultracatólica y opuesta a la nueva monarquía. Amadeo I tampoco contaba con el respaldo de los sectores republicanos ni de los grupos populares. En el año 1872 se produjeron nuevas insurrecciones de carácter federalista. Asimismo, en 1868 se inició, con el llamado 'Grito de Yara', un conflicto en la isla de Cuba, uno de los últimos territorios coloniales españoles. La insurrección contó rápidamente con el apoyo popular al prometer el fin de la esclavitud en la isla. La crisis final del reinado de Amadeo de Saboya fue resultado de la desintegración de la coalición gubernamental. Así, en dos años se formaron 6 gobiernos y hubo que convocar elecciones 3 veces. Finalmente, privado de todo apoyo, el 11 de febrero de 1873, Amadeo de Saboya presentó su renuncia al trono y abandonó España, dejando una impresión de país ingobernable y contrario a una monarquía democrática.