Las Alteraciones de Aragón de 1591: Conflicto, Represión y Consecuencias Históricas

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Las Alteraciones de Aragón de 1591: Un Conflicto por los Fueros

Hasta el siglo XVI, España era un conjunto de reinos que, tras la muerte de los Reyes Católicos, lograron unificarse bajo una sola autoridad: la de su nieto, Carlos I. Este monarca apenas tuvo una capital fija, pues el emperador se desplazaba región por región, convocando sus Cortes para debatir los problemas de cada zona, además de conceder y respetar sus Fueros.

Con Felipe II, la situación cambió drásticamente. El rey y sus delegados viajaban poco por los antiguos reinos, al tiempo que el poder se centralizaba cada vez más. Esta política generó tensiones, especialmente en Aragón.

Orígenes de las Desavenencias entre Aragón y Felipe II

Entre Aragón y Felipe II se produjeron continuas y serias desavenencias. Los principales puntos de conflicto fueron:

  • La Inquisición, que no siempre respetaba los Fueros concedidos por el propio monarca.
  • El conflicto de la llamada Guerra de Ribagorza, una comarca fronteriza con Francia.
  • Los nombramientos del Virrey, que, según la tradición aragonesa, debía ser de origen local.
  • Cierta desobediencia de los Regidores de la ciudad de Zaragoza.

Las embajadas aragonesas enviadas a la Corte para solventar estos desacuerdos se mostraron ineficaces, a menudo recibiendo desprecio hacia sus representantes.

El Papel de Antonio Pérez en la Crisis

En ese tiempo, el Secretario del Consejo del Rey era Antonio Pérez, una figura tristemente conocida en la historia de España y de Europa como propulsor de la "Leyenda Negra". Antonio Pérez, hombre con enorme poder, menospreciaba a las delegaciones aragonesas, engañaba en buena medida a su Rey y ejercía otros manejos turbios en la Corte.

Felipe II comenzó a dudar de su honestidad y fidelidad, y durante un tiempo mantuvo una relación de amor-odio con su secretario. Esto desembocó en que Antonio Pérez, con ascendencia aragonesa, huyera de la Corte y se refugiara en Aragón. Aquí, encontró apoyos y la protección de los Fueros, lo que provocó numerosos choques entre las distintas instituciones centrales (del reino) y las del antiguo Reino de Aragón.

Escalada del Conflicto y la Rebelión

La crispación se hizo cada vez más intensa. Los aragoneses intentaron recabar el apoyo de catalanes y valencianos, pero este finalmente no se materializó (solo hubo buenas palabras y ningún apoyo real). Mientras tanto, el Rey tenía a su Ejército, profesional de las Guerras de Flandes, a escasos cien kilómetros de Zaragoza.

El Duque de Villahermosa, el Conde de Aranda y el Justicia Mayor, Juan de Lanuza, esperaban contar con 24.000 hombres, pero apenas llegaron 2.000 labriegos sin experiencia guerrera. Con este panorama, los nobles abandonaron la contienda. Antonio Pérez huyó a Francia, y el Ejército Real entró en Aragón.

Represión y Consecuencias

El Ejército Real llevó a cabo una represión selectiva pero dura sobre los principales focos de esta llamada Rebelión. El joven Justicia Mayor, Juan de Lanuza, fue capturado y decapitado por orden real en la plaza del mercado de Zaragoza (justo al lado del actual Mercado Central) el 20 de diciembre de 1591.

Un año después, el Rey convocó Cortes en Tarazona, donde se recortaron significativamente los privilegios y Fueros aragoneses, dando por finalizada la Rebelión de 1591. Alonso de Vargas, el nuevo Virrey y Gobernador de Aragón, y el Ejército Real habían entrado sin oposición en Zaragoza el 12 de noviembre de 1591.

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