El Alma Humana: Reflejo de la Trinidad y Esencia del Ser según San Agustín

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La Esencia Humana: Reflejo Divino y Naturaleza del Alma

El Ser Humano como Imagen de Dios

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza para que fuera feliz en la Tierra, alabando a Dios y dominando la naturaleza, según nos revela la Biblia. El ser humano es el único ser que posee cuerpo y espíritu, ocupando un lugar intermedio en el cosmos, entre los animales y los Ángeles, entre el mundo material y el mundo espiritual. La razón nos eleva por encima de todos los animales.

Resulta imposible definir a Dios; es más sencillo comprender lo que no es que lo que es. Si las criaturas son mudables, Dios debe ser inmutable.

La Unidad del Ser Humano y la Naturaleza del Alma

El ser humano es una unidad indivisible. El cuerpo no es la prisión del alma, pues todo lo creado por Dios es bueno. El ser humano no es una sustancia resultante de la fusión de otras dos diferentes, como se postularía más tarde en la Escolástica. La unidad reside en que el alma posee al cuerpo, lo usa y lo dirige. En esencia, el ser humano es el alma.

El Origen y la Inmortalidad del Alma

El alma es inmortal, pero no eterna, a diferencia de lo que pensaba Platón. San Agustín no ofrece una respuesta definitiva sobre el origen del alma:

  • Según el traducianismo de Tertuliano, el alma es engendrada por los padres, al igual que el cuerpo.
  • Según el creacionismo de San Jerónimo, Dios crea el alma en cada nuevo nacimiento.

Aunque las almas de Adán y Cristo fueron sin duda creadas directamente por Dios, San Agustín rechaza el creacionismo para las demás almas debido a la existencia del pecado original, ya que implicaría que Dios crearía almas imperfectas.

El Alma como Imagen de la Trinidad

El alma es una imagen de la Trinidad. Aunque no es de la misma sustancia divina, es la criatura más semejante a Dios. El alma es también una y trina, pues es una mente que se conoce a sí misma y que se ama. La mente, su conocimiento y su amor son tres realidades distintas, pero íntimamente unidas.

En el alma se distinguen tres facultades autónomas, pero interconectadas, cada una comprendiendo a las otras:

  1. Memoria: La capacidad de retener y recordar.
  2. Inteligencia: La facultad de comprender y conocer.
  3. Voluntad: La potencia de desear y amar.

Por ejemplo, recuerdo que tengo memoria, inteligencia y voluntad; sé que entiendo, quiero y recuerdo; y quiero querer, recordar y entender.

El Alma y la Trinidad Divina: Un Reflejo Profundo

Así, el alma nos permite concebir aproximadamente la Trinidad divina: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, cuya relación es el amor mutuo. El alma imita las características divinas de la siguiente manera:

  • Por la memoria, el alma imita la unidad y eternidad, características del Padre.
  • Por el conocimiento, el alma imita la sabiduría, característica del Hijo.
  • Por el amor, el alma imita la felicidad, característica del Espíritu Santo.

En la Trinidad hay absoluta igualdad; no existe jerarquía ni funciones diferentes. No se puede considerar al Padre como más importante. La Trinidad es el único Dios verdadero.

El Alma, el Tiempo y el Conocimiento

Entre Dios, que conoce todo a la vez desde la eternidad, y lo material, que pasa sin cesar, se encuentra el alma humana, que retiene el pasado. De este modo, surge el tiempo. La identidad del alma se fundamenta en la memoria, la cual posibilita la vida interior, aunque el espíritu humano es demasiado profundo para ser comprendido totalmente.

El conocimiento del hombre y el conocimiento de Dios se iluminan recíprocamente. El objetivo central de la filosofía de San Agustín es conocer el alma a través de Dios y a Dios a través del alma.

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