Alfonso X el Sabio: La Lucha por el Imperio, Reformas Legales y Crisis Sucesoria en Castilla

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Política Exterior y el Sueño Imperial de Alfonso X

El «Fecho del Imperio» (1256-1275)

El evento central de la política exterior de Alfonso X fue el llamado Fecho del Imperio, su ambiciosa pretensión de convertirse en Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Los Gibelinos, facción favorable al Imperio, enviaron a Alfonso X una invitación para que ocupara el trono Imperial.

En 1257 se produjo una doble elección: una parte de los electores eligió al rey de Inglaterra (Ricardo de Cornualles), mientras que otra parte apoyó la candidatura de Alfonso X de Castilla. Para financiar y legitimar su aspiración, Alfonso X intentó convencer a la nobleza castellana de apoyar su causa, lo que lo llevó a convocar una Asamblea Estamental. Este contexto fue aprovechado para solicitar servicios de cortes y establecer nuevos impuestos directos, convirtiendo el Fecho en una oportunidad para la reforma fiscal.

Finalmente, en 1273, se eligió a Rodolfo I, el primer Habsburgo, como emperador, una elección que fue aprobada por el Papa. Alfonso X renunció a sus pretensiones imperiales en 1275 tras un encuentro con el Papa Gregorio X.

Ese mismo año, 1275, se produjo la trágica muerte de su primogénito y heredero, Fernando de la Cerda, mientras combatía a los benimerines, un evento que desencadenaría la crisis sucesoria interna.

Problemas a Nivel Interno y Reformas Estructurales

Contexto Económico y la Influencia Romanista

El reinado de Alfonso X convivió con la recesión económica del siglo XIII. La población había alcanzado un máximo y los recursos disponibles eran insuficientes para abastecerla, generando tensiones sociales y económicas.

Como consecuencia indirecta del Fecho del Imperio, Alfonso X comenzó a imbuirse de los principios romanistas de Federico II de Hohenstaufen, quien había intentado establecer un derecho común basado en el Derecho Romano. Alfonso X trató de emular a los Staufen, promulgando una serie de leyes con el objetivo de unificar el derecho y crear un Corpus legal unificado para el reino.

La Obra Legislativa: Unificación y Centralización

En 1255, Alfonso X promulgó el Fuero Real, que podía ser adoptado de manera opcional por las ciudades. Sin embargo, la obra legislativa más conocida y trascendental fue la redacción de la Legislación de las Siete Partidas.

Objetivos de las Siete Partidas:

  • Unificar todos los derechos de Castilla y León.
  • Establecer el principio de que el rey es el propio emperador dentro de su reino (Rex est Imperator in Regno suo).
  • Definir el principio de naturaleza, que establecía un vínculo político directo entre el rey, sus súbditos y el territorio, buscando establecer un derecho común para todo el reino.

Estas Partidas fueron vistas con gran recelo por la nobleza, que temía la pérdida de sus fueros y privilegios locales ante la creciente centralización del poder real.

Reforma Fiscal y Creación de la Mesta

El concepto del rey como señor natural, con la potestad de obligar a sus súbditos a contribuir económicamente, se trasladó al ámbito de la soberanía. Para aumentar los ingresos de la Corona, Alfonso X implementó diversas medidas fiscales:

  • Solicitó servicios económicos a las Cortes.
  • Estableció aduanas en los puertos del norte y en la zona fronteriza con Aragón.
  • Creó el Almojarifazgo, un impuesto aduanero aplicado en el ámbito andaluz.
  • Cobró el Montazgo, una renta que pagaban los ganaderos por el uso de los pastos. De la regulación de esta actividad surgió la Mesta (Honrado Concejo de la Mesta), que cobraba a los grandes propietarios de ganado.

La Crisis Sucesoria y la Guerra Civil

La muerte del heredero, Fernando de la Cerda, en 1275, abrió un grave conflicto sucesorio. Según la tradición castellana, los derechos debían pasar a los hijos de Fernando (los Infantes de la Cerda), pero su segundo hijo, Sancho, reclamó el trono basándose en el derecho romano, que favorecía al pariente varón más cercano al rey.

Todos los descontentos con la política centralizadora y fiscal de Alfonso X se aglutinaron en torno a Sancho (futuro Sancho IV). En 1278, Alfonso X aceptó que Sancho fuera su sucesor, intentando apaciguar la situación.

Sin embargo, a partir de 1282, la discusión sucesoria se intensificó. Sancho convocó las Cortes para deponer al rey Alfonso X, quien se vio obligado a huir a Sevilla. Entre 1282 y 1284, Alfonso X fue considerado depuesto por gran parte del reino, aunque Sancho IV no asumió formalmente la corona hasta la muerte de su padre en 1284.

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